viernes, 17 de abril de 2015
CONVERSACIONES DE SILLÓN
CONVERSACIONES CON UN SILLÓN
Lo cierto es que no me llevaba la intención de entrevista alguna a casa de Carlota, quedamos en salir el fin de semana, la fui a recoger para escaparnos a la casa que mis abuelos tenían en El Montsant, una masía con un terreno ya en desuso, pero que permitía intimidad absoluta. Ambos abuelos estaban ya muertos los pobres, uno tras otro, los dos cayeron fruto de la nostalgia de estar separados.
Heredé la casa, la finca, y en ella, la gran alberca que en su día, sirvió para regar buena parte del terreno del que no se podía sacar provecho alguno, si no había agua. De pronto, mientras esperaba a que llegara del trabajo Carlota, me senté cerca del balcón que daba a la calle desde donde podría ver llegar a mi chica. Bajaría del bus que justo tenía su parada frente a la otra acera de la calle.
¿Que pasa colega, te la trabajas bien a Carlota? Aquella voz me dio un susto de muerte, ¿de donde leches salía...? miré a mi alrededor y no vi a nadie, al principio pensé que era fruto de mi imaginación, la verdad es que Carlota estaba como un queso, no perdía oportunidad de proponerle sexo cuando estábamos juntos, a ella le gusta lo mismo que a mí. Si esto es una broma vale, pero déjalo ya, como broma ha sido cojonuda pero ya está ¿de acuerdo? ¡Míralo... lo que tú digas! Me cago en todo, ¿será posible... quién puñetas está hablando? Soy yo imbécil, el sillón que tienes delante tuyo, será que no se me ve, el primer día que Carlota te trajo a casa te hacía más bajito, ahora que te veo de cara, me doy cuenta de que me equivocaba.
¡No puede ser... debo de estar volviéndome loco! no pienso contestarle a un sillón, y mucho menos mantener una conversación con él, vamos hombre... ni que se me hubieran caído todos los tornillos de la cabeza. Eso ha pensado más de uno y no han regresado más, si quieres hacer caso de una sugerencia de alguien que tiene todo el tiempo del mundo para observar, y sentir el peso de la gente sobre la cabeza, no hagas lo que los demás, te aseguro que te puedo ser de gran ayuda. ¿A sí y cómo, si puede saberse? Pues te puedo orientar sobre cosas o personas de las que quieras saber algo, ya sabes... competencia, no creas que eres tu solo el que viene a esta casa buscando a Carlota.
Pero bueno... ¿que pretendes, pero que coño hago yo hablando con un sillón...? que no tío, que te estás volviendo loco, me cago en la leche... que vas a acabar cazando moscas o en un frenopático. Si le cuento a Carlota que he estado hablando con su sillón preferido, me tira por el balcón y con toda la razón del mundo. Que va hombre, vamos a ver... ¿porqué tiene que saber que hablas conmigo? al fin y al cabo tu puedes tener tus pequeños secretos como los tiene ella, ¿o crees que no tiene? claro que los tiene, y algunos te pondrían los pelos de punta si los conocieras. ¿A si... cuales por ejemplo? ¡Ahora me quieres tomar el pelo...! no de eso nada, yo no te cuento nada hasta que no creas que soy un sillón especial, hasta que me consideres como lo que soy, único en mi especie. Que conste que soy así, gracias en buena medida a mi dueña, me ha impregnado de toda su sensibilidad, de toda su ternura, a... si señor, es toda una señora a pesar de su juventud.
O sea que eres un sillón chantajista, ¡pues si que vamos bien! ¿sabes que te digo? que no hay trato no tengo porqué hacer caso a un armazón de metal y madera forrado de fibra y espuma ¡faltaría más...! Bueno, tu mismo, entonces no hace falta que te cuente lo que sucedió esta noche pasada sobre esta cretona que me cubre a veces, y que ahora está en la lavadora.
Remi se levanta de la silla disparado, se acerca a la lavadora que está situada justo al lado del fregadero y abre la puerta, allí está la manta de color verde, violeta y amarillo, combinando estos colores con un paisaje de la sabana, baobabs incluidos. ¿Que ha querido decir el sillón con que la colcha estaba en la lavadora? Del mismo modo que ha salido del comedor vuelve a él, se queda mirando al sillón, que impertérrito sigue en su lugar, hombre es un mueble oye, ¿que quieres que haga, adonde va a ir? ¿Que pasó ayer aquí con esta colcha sobre ti? Míralo él, ahora se le ha despertado la curiosidad de golpe, vaya hombre parece que las cosas comienzan a cobrar forma ¿no te parece? Vale si, te creo, aunque pueda parecerme imposible te creo, un mero mueble sin sentidos, no puede observar algo así y luego describir el acontecimiento.
Te lo digo antes de que llegue, no vaya a ser que se cabree porque te cuento esto, no sabe que hablo, ni que converso con la gente, pero a ti te lo voy a decir. Ayer estuvo con una amiga del trabajo, que hace algún tiempo que está divorciada, oye... tela como está la mujer, entiendo de estas cosas porque he visto y sentido muchos culos sobre el tarro, igual que siento el peso veo, que uno no es idiota a pesar de ser solo un mueble. Pues ya ves... resulta que no solo fue el paso de una, sino de las dos, el que tuve que soportar durante más de una hora, haciendo fuerza con mis fuertes hombros para que no cayeran por los lados... usando de toda mi fuerza para que el respaldo no cediera cuando una de ellas estaba de pie sobre la otra..., en fin, que te puedo contar más?, no merece la pena abundar sobre el tema. Solo por curiosidad... ¿que tal se porta contigo? ya sabes, me refiero al tema este de la machaca.
¿Qué podía importarle a un mueble, vamos a un sillón la respuesta a esa pregunta? el hecho es que era la butaca preferida de Carlota, en cierto sentido era normal que quisiera saber acerca de su conducta fuera de casa. No pienso contestar a eso pedazo de mueble. Bueno, peor para ti... ¿Porqué peor para mí...? Hombre no te hagas el lila, ejerzo una fuerte influencia sobre ella, sí sobre Carlota, desde esta postura inmóvil, puedo manejarla como mejor me parezca, si se sienta aquí, dejándose recoger por mis suaves y poderosos brazos, reposando sobre mi mullida cabeza, masajeando su espalda con movimientos casi imperceptibles, la domino. Nunca subestimes el poder de un mueble, de un espejo, del pomo de una puerta, de un pequeño cuadro colgado en la esquina de un pasillo, estamos aquí gracias a los dueños de las casas, pero esa misma voluntad, hace que sean un poco esclavos nuestros.
Carlota llega a su casa, le ha parecido que Remi estaba hablando con alguien cuando a abierto la puerta, por eso ha entrado descalza, y con paso lento entre las sombras del largo pasillo, ha observado a "su chico" sentado en la bracera del sofá, hablando al espacio vacío que hay entre la chimenea y el gran cuadro de caza del corzo con perros, que hay detrás del sillón. Termina de entrar en el salón y pregunta ¿Hola...? ¡Carlota cariño...! me has pillado en mitad del ensayo de una representación, que entre unos cuantos amigos estamos preparando, es un texto original que vamos a estrenar el día del primer aniversario de bodas de uno de ellos.
¡Pero mira que eres embustero Remi...! Le contesta el sillón. Dile la verdad hombre de dios, no te das cuenta que ella ya conoce mis propiedades a fondo, somos cómplices obligados de todo cuanto ocurre en esta casa ¿a que sí Carlota? Claro hombre, no tenías porqué haberme contado cuentos chinos, él y yo somos como colegas, supongo que te habrá contado la historia de anoche... No no le he dado más que una pista, pero sin nombres ni nada, tiene que saber que eres una mujer, al fin y al cabo no es malo saber sentir en toda tu plenitud el impulso de la vida.
Remi no ha contestado a aquella conversación que ahora mantiene Carlota con su sillón, poco a poco va retrocediendo hacia la puerta y descorre con la mano detrás de la espalda, el pestillo que cierra la puerta, sale y al llegar a la calle, Carlota lo entrevé corriendo por entre lo plátanos que hay al borde la acera del paseo. Bueno voy a llamar a Adela la voy a invitar a venir a casa, no vamos a salir de aquí en todo el fin de semana, pórtate bien ¿vale?. No sufras, estaré a la altura de las circunstancias.
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