LA GOTA QUE COLMA EL VASO
Estamos obligados, y menos mal que la sociedad está constituida así, a vivir de forma social, formamos desde individuos a parejas y desde estas a familias que se extienden hasta varias generaciones.
Precisamente, eso es lo que lleva a tener opiniones y puntos de vista diferentes de casi todas las cosas, desde escoger un vestido a decidir que coche vamos a conducir para nuestra utilidad. Nos puede o no gustar más o menos, pero es una decisión personal indiscutible, al poco tiempo se ve claramente, si nos hemos equivocado al escoger, o hasta puede, que nosotros mismos seamos los que decidamos con humildad, que hemos errado el blanco, que no dimos en la diana.
Lo indeseable de estas situaciones es precisamente, que cuando estamos hablando relajadamente de cosas superficiales, que no tienen importancia, asuntos relacionados con el trabajo o de nuestra propia salud, ha menudo somos desconsiderados. Cualquier parecer de otro, puede resultar en una reyerta, en una discusión, que luego reconocemos que ha sido absurda, no tenía razón de ser, ese comentario sobraba, pero se ha producido un pequeño tsunami, que ha degenerado en una discusión, que termina con insultos y descalificaciones.
Puede que haya sido una pequeña gota dentro del vaso, pero no sabemos hasta que punto estaba lleno el vaso, hubiera sido mucho más prudente dejar ese comentario para mejor ocasión, en ese momento, esa gota ha hecho que el vaso se derrame.
Desde ese punto de vista, es preferible dejar pasar la discusión de largo, olvidarla, al fin y al cabo no es importante, trascendental ni edificante.
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