LA VIDA DE
DAMIÁN
4 parte.
Tardó poco más de seis semanas en
estar listo para el examen teórico, y cuatro más para el práctico. Todo fue a
pedir de boca, las clases prácticas se las daba Magda en una parte de la
ciudad, donde todavía no había nada construido. En una de esas prácticas Magda
y él se besaron, fue, como si hubiera aprendido a volar en lugar de a conducir.
No se juraron amor eterno allí, solo manifestaron los dos, que sentían atracción
mutua, que no tenían intención alguna, de esconder sus deseos en ese momento.
Magda, fácilmente hubiera ido más
allá, pero Damián se sustrajo a la intención de Magda. Con el carnet en la
mano, se presentó ante Pepe diciéndole que ya era un conductor más, que podía
contar con él. “Muy bien Damián, eres un
hombre con voluntad, vas a salir a trabajar unos cuantos días con mi hija, y
vas a llevar la furgoneta, así te rodarás un poco, después veremos si podemos
hacer que conduzcas uno de los furgones. Tengo mucho interés en que puedas
hacer determinados trabajos solo, es la base para aprender más”. “De acuerdo, cuenta conmigo para lo que haga
falta, y gracias por la confianza”.
El siguiente mes, fue clave para
definir sus sentimientos, trabajar tantas horas juntos creó un vínculo difícil
de romper. Llegó el tiempo “¿Puedo
hablar con vosotros? –preguntó Magda a sus padres-, tengo algo importante que
deciros, sentaos por favor. Damián y yo nos queremos, así que con vuestro permiso,
quiere venir a hablar con vosotros. No le gustan las cosas mal hechas, ya veis,
quiere tener vuestro beneplácito, de otro modo, dice que no podría salir
conmigo oficialmente”. Pepe y Marta se miraron algo extrañados, ¿de qué planeta
venía este chico?, se sonrieron, preguntaron a su hija que pensaba ella de este
asunto. “Es una gran persona, tímido,
pero muy buena gente. Creo que podría ser feliz con él, a diferencia de Adolfo,
no busca llevarme a la cama ni nada por el estilo”.
El siguiente sábado, fue invitado
a cenar a casa de sus futuros suegros. La cena fue de lo más distraída,
anécdotas del trabajo, algún que otro
chiste, opiniones sobre como andaba el país… Hasta que en los cafés, llegó la
hora de que Damián hablara. “Me alegro
mucho de estar con vosotros, es la primera vez que estoy en familia, a parte
claro está de Conrado y Amalia, pero no es lo mismo. Con ellos no puedo hablar
como lo estoy haciendo aquí con vosotros. Quiero pediros formalmente, salir con
vuestra hija, ya sé que puede sonar a repipi, o a antiguo, que quieres yo soy
así. Magda era un poco reacia a que viniera a hablar con vosotros, pero yo
entiendo las cosas de esta manera, de manera que ¿puedo contar con vuestra
bendición para salir con ella?”.
A parte de Magda que ya sabía por
dónde iban a salir los tiros, los padres se quedaron pasmados. Ni ellos mismos
cuando comenzaron a salir juntos, plantearon así las cosas a sus respectivas
familias. Miraron a Magda, que desunió las manos de la mesa e hizo un gesto
como queriendo decir “ahí lo tenéis, así es él”. “Pues mira –dijo Pepe-, ya echaba en falta
esta forma de ver los asuntos, eres un tío legal. Por nuestra parte, y hablo en
nombre de mi mujer, creo, tienes nuestra aprobación. Ojalá la gente, tuviera un
poco más de formalidad en cuestiones como esta, se bienvenido, si nuestra hija
te quiere, nosotros te queremos igual que ella. Dame un abrazo”. A Marta le dio
dos besos, y a Magda le faltó tiempo para coger la chaqueta y el bolso para
salir a la calle. “Espera un poco mujer,
que estamos hablando, tenemos todo el tiempo del mundo para festejarlo, no seas
impaciente. Además como tú dices, la noche es joven, y mañana no hay que ir a
trabajar”. Le dio un beso en la frente y se sentó de nuevo, Magda, dejó caer
los brazos, como vencida, pero hizo lo mismo que él, refunfuño un poco, pero en
cuanto la miró Damián, de forma cariñosa dibujó una sonrisa sincera en los
labios.
En los días que sucedieron a la
petición de mano de Magda, el trabajo siguió siendo igual de efectivo, pero la
pareja cuando no trabajaban juntos se sentían algo tristes. La hija de Pepe le
hizo llegar a su padre esta queja, y este cedió a los deseos de su hija, su única hija, a partir de mañana
trabajarían juntos. Esto trajo consigo, que estuvieran mucho más alegres, y que
Damián, supiera agradecer este gesto por parte de Pepe. Trabajó con esfuerzos
renovados, como si el negocio fuera de él, llegaba donde nadie hasta el momento
había podido legar, en determinados días, parecía multiplicarse al hacer el
trabajo, ni siquiera Magda podía seguir su ritmo.
Pepe le subió el sueldo, lo tenía
merecido, trataba los vehículos de la empresa con mimo, los lavaba y limpiaba a
menudo, decía que, el vehículo, era la imagen del negocio en buena parte.
Ampliaba el negocio, dejando tarjetas de visita comerciales en las casas
adyacentes a las que ya tenían como clientes. Alguien así en un trabajo, debe
mimarse y complacerlo en todo lo posible. A veces Magda se quedaba por las
noches con él, para cuando comenzó a frecuentar su casa, Damián ya había hecho
instalar una ducha en el mínimo baño con un
termo eléctrico.
Pasaban unas noches deliciosas
junto a la radio, escuchaban música de jass, y se sentaban en un pequeño sofá
que compró. Luego, a la hora que sus cuerpos se rendían por el trabajo, se acostaban, para comenzar
su pequeña batalla particular. En unos cuantos meses más, decidieron que ya era
hora de casarse, hacían una pareja espectacular tanto en el trabajo como fuera
de él. Conrado y Amalia se pusieron muy contentos al saber de sus planes, la
familia de Magda también, hoy día, si las cosas no salen bien por el motivo que
sea, el divorcio es una opción bastante rápida y resolutiva, aunque nadie
pensaba en esto entonces.
En lo que sí pensaba Damián era
en el lugar donde vivían. Le gustaría que Magda tuviera un hogar más práctico,
y sobre todo, un poco más espacioso. La única opción era alquilar un piso, si
pudiera ser, bien soleado y cerca de sus benefactores. No podía dejarlos de
lado, jamás se lo hubiera perdonado, de hecho, no pasaba por su mente hacerlo.
“Escucha hijo, queremos
contribuir a que tengáis un lugar digno en el cual vivir. Sé que agradeces lo
poco que te hemos podido dar, pero tú madre y yo hemos tomado una decisión. Creo
que en los últimos meses, debes de haber ido con Magda a una casa que hay en la carretera de Esplugas, a la salida de
Barcelona, pues bien era nuestra. No podíamos continuar viviendo allí por
problemas de desplazamiento, ahora es vuestra, es nuestro regalo de boda”.
Le alargó una carpeta azul, que
contenía todos los documentos legales que manifestaban el cambio de dueño. “Llevamos años sin poder ir ahí, lo cierto
es, que no nos trae muy buenos recuerdos, un día de estos te lo contaré”.
Damián se quedó sin palabras, Magda estaba junto a él con la boca abierta,
escuchando sin poderse creer, que la casa donde regularmente iba a regar,
cortar el césped, abonar el parterre de flores, limpiar alrededor de la piscina
y cambiar de vez en cuando, los mazos de flores de las grandes tinajas de la
entrada del porche, fuera de ellos. ¡Les regalaba la casa…!, no se lo podía
creer.
“Pero… ¿cómo…?”. -no sabía que
decir-, se cogieron las manos los dos,
para luego soltárselas, y tirarse cada uno al cuello del otro, Magda a Conrado,
Damián a Amalia, un acto reflejo, luego se intercambiaron y la pareja acabó
llorando como si de niños pequeños se tratase. No fue un golpe de suerte, fue
sencillamente, un merecimiento que sus padres creían que se merecían, en
especial Damián. Sus caras manifestaban una felicidad absoluta, los ancianos
estaban disfrutando con lo que estaban viviendo en esos momentos, cogidos los
dos por la cintura eran la imagen de lo que querían llega a ser esos dos
jóvenes, personas altruistas, llenas de ilusión, por colaborar a que se
cumplieran las ilusiones de los demás.
Después de cenar con ellos,
marcharon a casa de los futuros suegros a comunicarles la buena nueva. Los
padres de Magda, saltaban de alegría, su hija estaba logrando los objetivos que
se había marcado en la vida, en definitiva, ser esposa y madre, madre de
cuantos hijos vinieran al mundo, siempre dijo a sus padres, que ella no
pretendía, más que encontrar a una persona a la que pudiera amar de verdad, y formar una familia. Con Damián a
su lado, -al margen de que hubieran regalado la casa-, sabía que podía
conseguirlo. Su última relación, le dejó tan mal sabor de boca, que ahora solo
tenía este objetivo en la vida.
Trabajaron sin descanso para
arreglar la casa y adaptarla a su gusto. Pepe colaboró de buena gana,
ayudándolos a hacer cambios dentro de una casa, que había permanecido cerrada
más de diez años. Estaba impecable, pero necesitaba ser pintada, cambiar
algunas cosas de lugar, y reparar parte de la instalación eléctrica y de
fontanería. El tiempo deja su huella en todo aquello que no se utiliza, Damián
pidió permiso a sus padres para cambiar la habitación de matrimonio, los
muebles de la entrada y parte del comedor, lo demás estaba todo bien, hasta le
daba un aire retro, que le confería un encanto especial a ciertas partes de la
casa.
Cuando estuvo todo dispuesto,
comenzaron con los arreglos para la boda que fueron mínimos, comparados con
todo el trabajo que llevó la casa. Se casarían por lo civil, y el convite sería
solo para la familia más íntima, fuera de unos amigos de la novia, y los empleados
de la empresa en peso con sus familias. No querían dejar nada al azar,
repasaron una y otra vez las personas que iban a venir, el menú que se
ofrecería, en fin, detalles, comparado con el acontecimiento principal, la boda
en sí. El restaurante elegido fue el Cuernabaca, un restaurant muy bonito del
que los dueños eran amigos de Pepe, además de clientes suyos, pues él se
ocupaba de mantener los jardines aledaños al edificio, una masía de estilo
rústico.
De los gastos de la boda, querían
hacerse cargo por mitades Conrado y Pepe, ahí no hubo discusión, por mucho que
insistieran la pareja de novios, los padres de ambos pagarían el convite.
Casados ya, buscaron al primer
hijo, aunque tardó un poco en quedar embarazada, Magda dio a luz al año y medio
a su primer hijo, un niño precioso, le pusieron por nombre Héctor, a Magda
siempre le gustaron los héroes griegos, y para ella, su padre Damián era uno de
ellos. El nombre les gustaba a los dos, también al resto de los parientes, de
modo que hicieron buena elección. El bebé fue presentado a todos en una comida
al aire libre, que se llevó a cabo en la casa de la pareja. Esa comida fue
memorable, Héctor fue sin duda alguna el centro de atención de todos, la comida
anduvo desperdigada por todo el porche, donde estaba la mesa instalada, la
razón era bien sencilla, todos querían de un modo u otro, tener al niño en los
brazos ¡era tan hermoso!. Magda lo tuvo en los suyos, justo el tiempo preciso
para darle el pecho, después, todos se ofrecían para ayudar a que hiciera el eructo,
cuando expulsaba el gas que retenía en su pequeño abdomen, todos sin excepción
reían.
Magda y llevaba algún tiempo sin
trabajar, lógicamente, en los tres últimos meses de embarazo, y ahora que tenía
que cuidar del pequeño Héctor, sus posibilidades se reducían más. Cuando
llegaba del trabajo Damián, tocaba el claxon de la furgoneta y ella salía a
abrirle la cancela del jardín, entraba y se duchaba, acto seguido, ya tenía a
su hijo en los brazos si es que no dormía. Fue una experiencia hermosa para
todos la llegada del bebé, frecuentemente, los dos salían de la casa arreglados
e iban a visitar a los abuelos Amalia y Conrado quienes siempre tenían regalos
preparados para Héctor.
Ya tenía dos años de edad,
jugueteaba y corría por la casa, en compañía de un pequeño perro que Damián encontró
abandonado en las afueras de Barcelona, Chispa era su nombre, un Border Collie
Frontier, era casi un cachorro, el veterinario calculó que no tendría más de un
año, hizo saber a Damián que sería un gran perro, en el sentido de que era un
perro con características especiales, eran usados en el pastoreo de ganado, que
casi todos los pastores poseían uno de estos
“Son perros muy inteligentes –le dijo-, tú hijo puede estar tranquilo a
su lado, estará pendiente de él de noche y de día”. Esto tranquilizó a los
padres de Héctor, ciertamente, cuando el niño correteaba por el jardín, Chispa
se quedaba agazapado en un sitio, viendo cómo el niño jugaba con las plantas.
Magda quedó embarazada de nuevo,
la noticia como no podía ser de otro modo, llenó de alegría a todos. Pero este
embarazo, Magda lo llevó muy mal, tuvo pérdidas durante casi todo el tiempo que
duró. Finalmente buscaron otra opinión de manos de un ginecólogo muy reconocido
que trabajaba en la Fundación Dexeus. Ahí le confirmaron a Damián que era un
embarazo de gran riesgo, la criatura no tan solo no se estaba formando bien, si
no que además, creía que el niño se estaba infectando con algún virus
desconocido. A los siete meses le practicaron una cesárea, el niño salió con
poco esfuerzo, pero la madre, estaba en peligro de muerte.
Esa noticia dejó a todos sumidos
en una depresión. Al cabo de tres semanas de estar ingresada en la clínica,
murió.
Damián no podía creerlo, estuvo a
su lado de noche y de día, rezó lo que no sabía por ella, hablaba todo el
tiempo con ella, le enseñó fotografías de cómo era el nuevo hijo que había
traído al mundo. Le besaba las manos, la frente, le daba de comer y beber, no
permitió que nadie le tomara el relevo. El día que murió, ella lo miraba
fijamente, Damián sabía que le estaba diciendo que lo quería, que había sido el
amor de su vida, que cuidara de aquellos tesoros que le había dado en forma de
hijos. Damián no quiso llorar delante de ella, aunque por dentro, las lágrimas
lo estaban inundando. Cerró los ojos el día 24 de Mayo, un profundo suspiro,
que se le antojó cómo si se desinflara un globo, acabó con su vida.
La incineración se llevó a cabo en
el tanatorio de Sancho de Ávila, entre todos los asistentes, no sumaban más de
veinte personas, casi los mismos que vinieron a la boda. Un par de vecinos de
Conrado y Amalia se sumaron al acontecimiento. Al terminar todo, Damián se
dirigió a los asistentes, había perdido bastantes kilos, el traje y camisa que
llevaba, parecía que se lo hubiera regalado una persona con quince quilos
más “Gracias a todos por venir, solo
quiero decir unas palabras de Epicuro, un filósofo griego, él dijo “La muerte, temida cómo el más horrible de
los males, no es, en realidad, nada, pues mientras nosotros somos, la muerte no
es, y cuándo ésta llega, nosotros no somos”, que descanse en paz el tesoro de
mi vida”.
Después de manifestar sus
condolencias los asistentes, Damián se acurrucó en un extremo de la sala de
visitas, se quedó en posición fetal en el suelo, con la cabeza escondida entre
las rodillas, sollozando casi en silencio. Sus padres quisieron levantarlo,
pero Damián con un gesto que indicaba que lo dejaran, estuvo un buen rato allí.
Su suegro Pepe, finalmente se acercó a él de nuevo “Debemos irnos hijo, aquí ya no tenemos nada
que hacer, dentro de unos días me llamarán para recoger sus cenizas, anda ven
conmigo, salgamos de este sitio”.
Transcurrieron seis semanas antes
de que pudieran dar de alta a Adrián, ese fue el nombre que Damián escogió para
su segundo hijo. Lógicamente, a Adrián lo criaron sus abuelos maternos, Marta
la abuela se desvivió por él, era un niño más frágil, sobre todo, durante el
primer año de vida, tenía necesidades especiales, pero Héctor también
necesitaba de una madre, de modo que la abuela, hizo las veces de madre. El
trabajo agobiaba cada día un poco más a la empresa, Pepe le dijo a Damián, que
no dejara más tarjetas a la gente de los alrededores de donde iban a trabajar “Se nos hace imposible llegar a satisfacer a
todos los clientes. Prefiero atender bien a los que ya tenemos. Olvídate de
nuevos clientes, dejemos que otros los atiendan, ¡hay trabajo para todo el mundo…!”.
Los niños crecían sin problemas
más que los propios de cualquier otro, resfriados, paperas, sarampión… en fin
cosas comunes a los niños, y a algunos mayores a decir verdad.
Chispa como siempre, prestando atención
continua a aquellos pequeños dueños que a veces lo atormentaban, pero que él
recibía de buen grado. Marta y Pepe, estuvieron viviendo en casa de Damián y
Magda por espacio de casi dos años, alternaban la vida en casa de sus padres y
de la suya propia, Pepe tenía necesidad de estar más cerca algunas veces de los
clientes, en su casa tenía papeles, archivos, facturas, recibos, cosas todas
ellas, necesarias para poder tirar adelante con el negocio. Acababa de adquirir
un garaje para guardar los vehículos de trabajo, en la calle, ya le habían
abierto dos veces los furgones, llevándose todo lo que encontraron en su
interior. Eran herramientas caras la mayoría, le salió barato comprar aquel
local.
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