jueves, 18 de abril de 2013



                                         SUPONGAMOS…


Que llegan a tus manos tres millones de euros. Es un suponer. Que te toca la primitiva, o las quinielas, el euro millón o cualquier otro sorteo, ¿qué hacer con tanto dinero?.
Seguro que cualquiera de nosotros tenemos la respuesta inmediata a esta pregunta. ¡Qué felicidad…!, pero… resulta que ciertamente, no sabemos en qué club nos hemos metido. Lo único que tenemos a diferencia de ayer, es más dinero.
Dinero que trae consigo una serie de consecuencias, que pueden arruinar tú vida.  “Bueno, bueno, tú trae el  dinero y luego te cuento”, pensarán muchos. Pues no, hay que pensar al revés por decirlo de alguna manera, el porqué es bien sencillo.
La gente que nace con dinero a sus pies, se desenvuelven bien en este campo, los pobres no. Los pobres comenzamos a especular sobre lo que haremos con él. Primero nos sobreviene un gozo inmenso, y más si es de un sorteo de lotería, que hasta puedes salir por la tele.
Compartes con otros vecinos la alegría de la suerte que has tenido, bebes cava y todo eso. Después, cuando ya ha pasado la marea, internamente te das cuenta, de lo solo que estás, ante los acontecimientos que estás a  punto de sufrir. Primero de todos los bancos, hacen cola ante tú puerta, para ver quién se lleva el gato al agua, Claro tonto lava, has salido por la tele  en la puerta de la administración de la lotería, ¿no te acuerdas…? estabas exhibiendo el billete, y bebiendo a morro de una botella de cava, ya te han tomado el número.
En la caja de ahorros dónde te ingresan la nómina, te ofrecen i Pod touchs de regalo, unos intereses nada despreciables, una visa platino, y otras condiciones que si a ti no te alegran mucho, sí a tú familia. Tu hija se pone a dar saltos de alegría, y tú mujer, hasta te ofrecen un todo terreno de estos chulos, has acertado con dos décimos y la serie, ¡casi nada!.
La verdad, todo esto te abruma de tal modo, que no sabes que hacer, con qué banco trabajar a partir de ahora. No sabes demasiado de números y porcentajes, por eso buscas a un administrador que te aconseje. Comienzan las primeras discusiones en casa  “Ves a este banco, son los que te dan más ventajas, pareces tonto hostias, ¿qué no lo ves…?”. Casi al mismo tiempo, empiezan a llamarte por teléfono, familia que ni sabías que existían  “¡Felicidades primo!, soy Aniceto, el hijo de tú tía Fernanda, ¡estamos tan contentos que te haya tocado la lotería…!, dentro de dos días venimos a veros a todos, ¿ya toca no?. Mi hijo Miguel se ha quedado en el paro desde hace dos años, tenemos tiempo de sobras, para estar con vosotros y abrazarnos”.
Bueno,  bueno, la cosa se complica, supongamos que superas con un siete estas primeras maniobras de acercamiento, ahora te ves ante otro problema, dentro de un año, que pasa volando, te dicen en el banco, que el fisco te va a hacer una reducción que te vas a cagar, como no gestiones bien este dinero. No es broma, te lo dice el director del banco en su despacho con cara muy seria. Joder, tú pensabas que el tener dinero no te iba a causar tantos engorros, cuando vuelves a casa, te das cuenta que te están acechando, igual que si fueras un quinqui.
¿Sabes qué?, lo mejor es que desaparezcas, en sentido figurado claro. Escóndete en algún sitio que sea inaccesible y en el que no te conozcan, porque de otro modo, vas listo chaval. Por último, supongamos que no te encuentran, que el cambio de aires os sienta de maravilla a los dos, a tú mujer y a ti. Un lugar maravilloso, lleno de risas todos los días, de color y de paz, cojonudo. Comienzas a extrañar a los amigos, a la familia, a la gente que te rodeaba antes y que el puñetero dinero te ha obligado a hacer que renuncies, ¡vaya una mierda tener dinero!, ahora te das cuenta de lo caro que sale.
Imagina por un momento, que habría sido de tú vida, si no hubieras comprado este par de décimos de lotería. Llevar una vida tranquila con tú trabajo, con tú casa ya pagada, con tú utilitario y las salidas los fines de semana, las cenas con un par de matrimonios una vez al mes, con alguna que otra discusión de familia, en fin con todo lo que conlleva el tener una vida normal. ¡Qué guay oye!, cómo te lo pasabas, ahora no tienes estos alicientes que hacen de la vida un acierto. Por cierto, ¿cómo estará Pancho, el gato siamés que has dejado en casa al cuidado de tú hija?, ¡joder, cómo lo echas de menos…!, y a la señora Aurelia, la viuda del primero, que cada día te echaba los trastos.
Todo esto, se ha terminado, a menos que vuelvas, y eso ahora no es fácil, te has establecido, estás en otro país, el tiempo te ha llevado a estos límites. Por narices te tienes que conformar, no hay más, además, tú mujer está disfrutando de lo lindo, por el momento. Ni siquiera extraña a vuestra hija Paula, contigo se llevaba bien, con tú mujer no tanto, la verdad es que se llevaban a matar, pero se podía soportar.
Supongamos que vuelves a verla, ¿qué le dirías después de seis meses de ausencia injustificada?, bueno… solo justificada por huir del problema que trae consigo el tener dinero. Supongamos que quieres volver, que ya lo tienes decidido, ¿cuál es el ambiente que te encontrarás?. Difícil saberlo si no lo compruebas, di a todos los que te han pedido dinero, que ya lo tienes invertido, que como hacienda te iba a pegar un palo, lo tienes colocado en diferentes negocios, aunque sea mentira, al fin y al cabo, eso es lo que hace todo el mundo que maneja dinero.
Tendrás que vender el piso y comprar una casa a la altura de las circunstancias, eso ya se sabe, pero por lo demás, nada tiene que cambiar. El problema es que tú mujer va cargada de oro, y eso llama la atención de cualquiera, y el Rolex que llevas en la muñeca, pero esto hoy, lo lleva cualquiera.
Supón que comienza otra vez el ciclo de la gente y amigos que te proponen negocios y te piden dinero. A algunos de ellos les hace falta de verdad, y tú lo sabes. Terminas montando un banco de alimentos para la gente, creas una fundación de ayuda a los más desfavorecidos, es lo mejor, ahora comienzas a verte realizado, hasta que un buen día, se acaba todo, las cosas comienzan a ir bien, la gente se olvida de ti y de todo lo que has hecho.
¿Qué esperabas que la gente te viniera a besar la mano?, no amigo mío, de eso nada, hay alguna excepción a la regla, pero por lo general la gente no responde así. Solo entonces te das cuenta, que es el altruismo el que hace que personas como tú, hagan lo que hacen.
Y tú sin enterarte.


                                                   -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-  






  

No hay comentarios:

Publicar un comentario