SUPONGAMOS…
Que llegan a tus manos tres
millones de euros. Es un suponer. Que te toca la primitiva, o las quinielas, el
euro millón o cualquier otro sorteo, ¿qué hacer con tanto dinero?.
Seguro que cualquiera de nosotros
tenemos la respuesta inmediata a esta pregunta. ¡Qué felicidad…!, pero… resulta
que ciertamente, no sabemos en qué club nos hemos metido. Lo único que tenemos
a diferencia de ayer, es más dinero.
Dinero que trae consigo una serie
de consecuencias, que pueden arruinar tú vida.
“Bueno, bueno, tú trae el dinero
y luego te cuento”, pensarán muchos. Pues no, hay que pensar al revés por
decirlo de alguna manera, el porqué es bien sencillo.
La gente que nace con dinero a
sus pies, se desenvuelven bien en este campo, los pobres no. Los pobres
comenzamos a especular sobre lo que haremos con él. Primero nos sobreviene un
gozo inmenso, y más si es de un sorteo de lotería, que hasta puedes salir por
la tele.
Compartes con otros vecinos la
alegría de la suerte que has tenido, bebes cava y todo eso. Después, cuando ya
ha pasado la marea, internamente te das cuenta, de lo solo que estás, ante los
acontecimientos que estás a punto de
sufrir. Primero de todos los bancos, hacen cola ante tú puerta, para ver quién
se lleva el gato al agua, Claro tonto lava, has salido por la tele en la puerta de la administración de la
lotería, ¿no te acuerdas…? estabas exhibiendo el billete, y bebiendo a morro de
una botella de cava, ya te han tomado el número.
En la caja de ahorros dónde te
ingresan la nómina, te ofrecen i Pod touchs de regalo, unos intereses nada
despreciables, una visa platino, y otras condiciones que si a ti no te alegran
mucho, sí a tú familia. Tu hija se pone a dar saltos de alegría, y tú mujer,
hasta te ofrecen un todo terreno de estos chulos, has acertado con dos décimos
y la serie, ¡casi nada!.
La verdad, todo esto te abruma de
tal modo, que no sabes que hacer, con qué banco trabajar a partir de ahora. No
sabes demasiado de números y porcentajes, por eso buscas a un administrador que
te aconseje. Comienzan las primeras discusiones en casa “Ves a este banco, son los que te dan más
ventajas, pareces tonto hostias, ¿qué no lo ves…?”. Casi al mismo tiempo,
empiezan a llamarte por teléfono, familia que ni sabías que existían “¡Felicidades primo!, soy Aniceto, el hijo de
tú tía Fernanda, ¡estamos tan contentos que te haya tocado la lotería…!, dentro
de dos días venimos a veros a todos, ¿ya toca no?. Mi hijo Miguel se ha quedado
en el paro desde hace dos años, tenemos tiempo de sobras, para estar con
vosotros y abrazarnos”.
Bueno, bueno, la cosa se complica, supongamos que
superas con un siete estas primeras maniobras de acercamiento, ahora te ves
ante otro problema, dentro de un año, que pasa volando, te dicen en el banco,
que el fisco te va a hacer una reducción que te vas a cagar, como no gestiones
bien este dinero. No es broma, te lo dice el director del banco en su despacho
con cara muy seria. Joder, tú pensabas que el tener dinero no te iba a causar
tantos engorros, cuando vuelves a casa, te das cuenta que te están acechando,
igual que si fueras un quinqui.
¿Sabes qué?, lo mejor es que
desaparezcas, en sentido figurado claro. Escóndete en algún sitio que sea
inaccesible y en el que no te conozcan, porque de otro modo, vas listo chaval.
Por último, supongamos que no te encuentran, que el cambio de aires os sienta
de maravilla a los dos, a tú mujer y a ti. Un lugar maravilloso, lleno de risas
todos los días, de color y de paz, cojonudo. Comienzas a extrañar a los amigos,
a la familia, a la gente que te rodeaba antes y que el puñetero dinero te ha
obligado a hacer que renuncies, ¡vaya una mierda tener dinero!, ahora te das
cuenta de lo caro que sale.
Imagina por un momento, que
habría sido de tú vida, si no hubieras comprado este par de décimos de lotería.
Llevar una vida tranquila con tú trabajo, con tú casa ya pagada, con tú utilitario
y las salidas los fines de semana, las cenas con un par de matrimonios una vez
al mes, con alguna que otra discusión de familia, en fin con todo lo que conlleva
el tener una vida normal. ¡Qué guay oye!, cómo te lo pasabas, ahora no tienes
estos alicientes que hacen de la vida un acierto. Por cierto, ¿cómo estará
Pancho, el gato siamés que has dejado en casa al cuidado de tú hija?, ¡joder,
cómo lo echas de menos…!, y a la señora Aurelia, la viuda del primero, que cada
día te echaba los trastos.
Todo esto, se ha terminado, a
menos que vuelvas, y eso ahora no es fácil, te has establecido, estás en otro
país, el tiempo te ha llevado a estos límites. Por narices te tienes que
conformar, no hay más, además, tú mujer está disfrutando de lo lindo, por el
momento. Ni siquiera extraña a vuestra hija Paula, contigo se llevaba bien, con
tú mujer no tanto, la verdad es que se llevaban a matar, pero se podía
soportar.
Supongamos que vuelves a verla,
¿qué le dirías después de seis meses de ausencia injustificada?, bueno… solo
justificada por huir del problema que trae consigo el tener dinero. Supongamos
que quieres volver, que ya lo tienes decidido, ¿cuál es el ambiente que te
encontrarás?. Difícil saberlo si no lo compruebas, di a todos los que te han
pedido dinero, que ya lo tienes invertido, que como hacienda te iba a pegar un
palo, lo tienes colocado en diferentes negocios, aunque sea mentira, al fin y
al cabo, eso es lo que hace todo el mundo que maneja dinero.
Tendrás que vender el piso y
comprar una casa a la altura de las circunstancias, eso ya se sabe, pero por lo
demás, nada tiene que cambiar. El problema es que tú mujer va cargada de oro, y
eso llama la atención de cualquiera, y el Rolex que llevas en la muñeca, pero
esto hoy, lo lleva cualquiera.
Supón que comienza otra vez el
ciclo de la gente y amigos que te proponen negocios y te piden dinero. A
algunos de ellos les hace falta de verdad, y tú lo sabes. Terminas montando un
banco de alimentos para la gente, creas una fundación de ayuda a los más
desfavorecidos, es lo mejor, ahora comienzas a verte realizado, hasta que un
buen día, se acaba todo, las cosas comienzan a ir bien, la gente se olvida de
ti y de todo lo que has hecho.
¿Qué esperabas que la gente te
viniera a besar la mano?, no amigo mío, de eso nada, hay alguna excepción a la
regla, pero por lo general la gente no responde así. Solo entonces te das
cuenta, que es el altruismo el que hace que personas como tú, hagan lo que
hacen.
Y tú sin enterarte.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario