ANA.
Benéfica, Compasiva, ese es el
significado de tú nombre. Nombre hebreo, que no judío, que refleja las
cualidades de esta mujer excepcional madre del profeta Elías.
No es que quiera ensalzar tú
nombre, pero en este caso concreto, te viene como anillo al dedo.
Desconozco tus singularidades,
pero por lo tengo oído de ti, eres resolutiva y determinada, dueña de tus
valores, que no dejas escapar tus cualidades, quieres que se consideren al margen
de tus debilidades.
Sabes bien que nadie es perfecto,
eres dueña de los valores que te hacen ser la persona que eres, no exiges a
nadie más de lo que te exiges a ti misma.
De ahí, que tienes una mente y un
corazón abierto al diálogo, si hace falta, al enfrentamiento, pero solo con el
fin de mejorar las relaciones con los demás.
Ese carácter tuyo es benéfico, y
la vez compasivo, como un bálsamo curativo que si se deja aplicar trae
frescura, ayuda a cicatrizar heridas.
Heridas que pueden venir de
lejos, quejas, exigencias que saturan en un momento determinado el espíritu de
las personas. Crees en el diálogo, no merece la pena fracturar lo que ya está
establecido, con, o sin la bendición de los demás.
Hay quién pone rejas alrededor de
su jardín, tú no, las has destruido, no tienes nada que temer, el miedo es de
cobardes y tú Ana no lo eres.
Tú casa, está remecida de tus
bondades, aunque otros vean en esa bondad, intereses ocultos. Invitas a que los
tuyos te apoyen, sencillamente, porque te conocen, saben hasta donde pueden
llegar, que llevas marcado en tú espíritu, la esencia de tú nombre, la compasión,
puede que esta se tenga que manifestar en arduas discusiones, pero es el sino
de lo que tú nombre significa.
Todo, menos la rendición.
Cualquier cosa, menos desandar el camino recorrido.
Unas veces por buen camino,
otras, cruzando montañas inexploradas, bajo granizos y tormentas, cruzando ríos
caudalosos, todo ello forma parte de la esencia de tú nombre.
Hay cualidades que son comunes a
todos los humanos, pero en tú caso, aun sin conocerte apenas, desprendes el
aurea de la concordia y la paz.
¡Si los muros de la casa pudieran
hablar… cuantas cosas nos contarían del sufrimiento y el llanto que a menudo te
han hecho vacilar!. Pero ahí está la Beneficiosa, la Compasiva Ana, para poner
freno de un modo u otro a los desmanes que pudieran romper de un solo soplo,
las jambas de las puertas, las costuras de una vida dedicada.
Amanecida de nuevo, sales al paso
de las desventuras, de los desequilibrios, de las dudas.
Esto es algo que solo pueden
entender los millones de Ana, que como tú, disponen del fantástico equilibrio de
su naturaleza.
¿De qué me hablas ahora, de tus
defectos, de tus faltas, de las veces que te has hecho insufrible para otros?,
eso no es nada, somos seres humanos, quién espere que un humano debe
comportarse como un dios, lo tiene todo perdido.
Los dioses se ríen de nosotros,
experimentan lo que no son capaces de hacer ellos mismos con sus almas
inmateriales con nosotros.
Eso sí, no se atreven a hacerlo
contigo, ellos solo abusan de las almas débiles, y tú no entras dentro de su
inventario.
Quiero a las personas que como tú
no se dejan doblegar, mientras a la vez, hacen los cumplidos honores al nombre
que llevan.
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