LA
MARIPOSA SIN ALAS.
Aposentada en una pequeña hoja de
una acacia, había un capullo de seda y un extraño animalito al lado. Una gran
libélula se para a su lado, la observa atentamente, después la sobrevuela,
vuelve a posarse en una hoja cercana y la mira, ahora con una mirada desafiante
y orgullosa.
Vate sus alas, camina levemente atrás
y adelante, tiene el propósito de averiguar qué clase de insecto es ese, jamás
había visto nada igual. El único modo de saberlo es preguntarle y así lo hace
-Oye, ¿tú qué clase de animal
eres, a que familia perteneces?.
-Pues está bien claro ¿no?, soy
de la familia de los lepidópteros, o sea una mariposa.
-Anda ya, si tú eres un
lepidóptero yo soy un chimpancé, venga sin sornas, dime que eres.
-Te lo he dicho, si no me crees
es tú problema ¿no te parece?. Mira mi cuerpo, tengo seis patas, ojos, antenas,
palpos y proboscis, mira cómo la saco.
Efectivamente desenrolló su “lengua”,
que mantiene escondida, y que solo usa para beber y alimentarse. La libélula
comprobó que las antenas de la mariposa, eran efectivamente escamosas, con
ellas perciben las moléculas del aire.
-¿Y de qué sexo eres si se puede
saber?.
-Ves, eso no lo sé todavía, nadie
me lo ha dicho, acabo de salir del capullo.
-Tú me estás vacilando, jamás he
visto una mariposa sin alas.
-Bueno, piensa lo que quieras,
bastante desgracia tengo con haber salido sin alas, ¿crees que a mí me gusta
eso?. Si tuviera alas, en el tiempo que llevo aquí parada, ya se me habrían
secado y estaría volando buscando algún alimento, y de paso un poco de agua que
tengo una sed…
-Bueno pues que tengas suerte, la
vas a necesitar, porque estando tullida, pocas probabilidades de supervivencia
tienes.
-Ya, no hace falta que me lo
recuerdes, bueno pues que te vaya bien y que seas feliz, yo no puedo decir lo
mismo.
-Estaría más tiempo contigo, pero
tengo que alimentarme yo, que con dos juegos de alas consumo mucha energía.
-Vale adiós.
La libélula se marchó con mala
conciencia, si se acercaba un camaleón o estaba a tiro de los murciélagos por
la noche no llegaría a mañana. Pero cosas de la supervivencia, en la selva
reina la ley del más fuerte, y eso, no se puede cambiar. La de veces que había
visto a los leones detrás de cebras, o de hienas devorando a crías de ñus sin
poder evitarlo. ¡Hay tantos depredadores en la selva, incontables!.
Que nadie crea que las libélulas
no tienen depredadores, muchas veces saltan del agua peces y las devoran en el
aire, también ellas tienen que ir con mucho cuidado.
Después de una noche de angustia
y casi desfallecida, escondida detrás de dos grandes hojas que le daban cobijo,
amaneció viva, y casualmente o no pasó la libélula por el lugar, la mariposa la
vio, pensó que pasaría de largo, que iba a lo suyo, pero no, no fue así, se
paró muy cerca.
-¿Qué tal has pasado la noche?.
-Vaya pregunta… pues mal, con un
miedo que me tiene encogida aun.
-Voy a buscarte agua, te daré de
beber y me voy a lo mío.
-Gracias anticipadas, me salvas
la vida.
Efectivamente, la libélula se fue
al riachuelo cercano absorbió agua y le dio de beber. Aquel agua la vivificó,
la tomo de la boca de la libélula con ansias, desesperadamente, luego cuando se
decidió a despedirse de la libélula, ésta fue atacada por una lengua pegajosa y
veloz que la devoró. Un camaleón bien camuflado, esperó pacientemente su
oportunidad.
La mariposa puso pies en
polvorosa, las seis patas, le sirvieron para deslizarse hasta una colonia de
luciérnagas. De este modo sobrevivió, lamentando la muerte de la altruista
libélula por salvar la suya propia.
Entonces, con el corazón
latiéndole fuertemente recordó lo dicho el día anterior por la libélula “que
tengas suerte la vas a necesitar, porque estando tullida, pocas probabilidades
de supervivencia tienes”.
Esta es una pequeña historia que
nos enseña, que el altruismo es espontaneo, amable. Que no existe ninguna
felicidad en dar lo que nos sobra, también nos enseña, a no reírnos de los
defectos de los demás, pues podemos ser nosotros mañana, los que necesitemos
ayuda, y en estas circunstancias, no nos gustaría que nadie se aprovechara de
nuestros defectos.
A la libélula, no le dio tiempo
de disfrutar de la felicidad de ser feliz haciendo lo que hizo, pero eso no
quita que hiciera lo correcto.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario