EXPIACIÓN.
¡Tengo tanto de lo que
arrepentirme…!, sí he hecho muchas cosas
malas, pero no me quiero confesar con ningún hombre, solo si baja dios a la
tierra y me demuestra que existe, hablaré con él.
Hasta me atrevo a decir, que en
cambio, escucharé sus pecados, juntos nos iremos de copas un día, y hablaremos
hasta que salga el sol. Necesito decirle cuantas faltas he cometido, unas a
sabiendas, otras por omisión.
Pero creo que él, también se ha
ausentado de nuestros problemas, que me explique por qué, quizás así llegue a
la conclusión, de porqué he dejado de hacer lo correcto. No, no es ninguna
broma, creo sinceramente, que también tiene algo que ver en el desarrollo de mi
vida.
Nací sin reglas, nadie me dijo
nunca lo que tenía que hacer o dejar de hacer, me llevaron al bautismo cuando
no tenía ni idea del porqué, unos años después, me enseñaron que estaba
dedicado al Señor, que la gente se tiene que bautizar para recibir su gracia.
Seguí sin entenderlo, mientras,
mi vida transcurría con normalidad, hasta que un día, después de una gamberrada
que le hicimos a una señora del barrio, escuché por primera vez “Dios te castigará por gamberro, además, os
voy a denunciar”. No iba solo a la hora de pegarle fuego a la colada de esta
vecina, en un tendedero de calle.
Pero dios no apareció, y creo que
esto nos envalentonó para hacer otras cosas, triviales eso sí. Nos
entreteníamos haciendo cosas, que cualquier niño ignorante del poder divino,
hacía. Por las noches, trepábamos a los balcones de las casas que nos eran más
asequibles, para espiar a sus ocupantes, unas veces para ver como se bañaban
las chicas, otras para observar los lugares por los que luego nos sería más
fácil entrar.
Nos llevamos a un furgón
abandonado un tanto lejos del barrio, pequeños televisores, equipos de música,
consolas de juego, de todo, luego lo vendíamos lejos del barrio, a otros.
Tuvimos buenas y malas
experiencias, pero nadie nos dijo jamás que dios nos iba a castigar. Y como él
no aparecía llegamos a pensar que no existía, que el asunto era, que nos
querían meter el miedo en el cuerpo.
Hasta que un buen día, mis padres
acordaron, que iríamos a la comunión de Pepito, nos habían invitado a todos.
Entre unos cuantos más, andaba Pepito mirando de lado a sus padres y abuelos
camino del altar. (Jamás habían pisado una iglesia y ahí los tenías, todos con
una cara de devoción, que parecía que la cosa iba en serio).
El cura, entre otras cosas, Habló
de que aquellos niños eran rescatados de la mano del diablo, joder que susto
nos dio, lo pinto de una forma, que acabé creyendo más en el diablo que en dios
mismo, después con música de un órgano, a todos les llegó la hora de la
comunión. Mi amigo Ángel, que estaba a mi lado me miraba con cara de espanto,
acojonado. Yo le dije por bajinis “Oye,
tú ni caso, eso todo son mentiras”.
Con el tiempo, fuimos creciendo,
unos más y otros menos, tanto de cabeza cómo de cuerpo. Así fue como conocí a
Pili, una chavala con una calentura encima, que cuando te acercabas a ella
quemaba. ¿Qué quieres?, tardamos dos días, en perdernos por los parques menos
frecuentados, para hacer de las nuestras. ¿Qué era pecado, y yo que sabía?,
nadie me dijo que disfrutar del placer del sexo fuera malo. ¡Anda que no lo
pasamos bien…!, creo que era otro pecado más acumulado, para confesar en
determinado momento.
El resto de la vida, ha sido
desde entonces, trabajar, casarme y tener hijos, después, desenamorarme de mi
esposa, e ir a vivir con una chica a la que conocí al principio de mi
adolescencia. ¿Qué hice de malo, aguantar sin querer a una mujer a la que ya no
quería?, no hombre no, eso no funciona así. Vamos digo yo, porque ella (mi
primera mujer), tardó poco en encontrar a otro lila que se juntara con ella).
Además, me he casado formalmente con mi segunda mujer.
He olvidado aquellos felices
tiempos, en los que entraba a robar en casa de vecinos, la excitación, la
adrenalina que subía por las venas cada vez que entrábamos en casa de alguien.
Nunca hicimos ningún daño personal a nadie, eso sí, solo mangar cuando
podíamos.
Si dios está en todas partes, y vigila
con atención todos nuestros movimientos… ¿porqué no me llamó la atención?, no
lo sé, pero esto es lo que me hace
difícil entender que exista. Antes, -dice la Biblia-, daba señales para que la
gente creyera en él, mediante hombres elegidos, manifestaba sus desacuerdos con
los actos de su pueblo, ¿qué pasa que ya no somos nada?, ¿qué somos una escoria?,
pues que se aparezca en un momento determinado y nos lo diga “Oye que me desentiendo de vosotros, porque
sois unos malditos hijos de vuestra madre?”.
Punto pelota, pero de la manera
que parece que se toma las cosas, parece que se complazca en el sufrimiento
humano no me jodas. O que nos muestre donde podemos expiar nuestros pecados, a
quién podemos dirigirnos…, o una cosa o la otra.
Ahora bien, como me diga que
tengo que ir a un cura a confesarle mis pecados, va listo. Ir a estos toca
huevos pederastas, no me va, que nos de otra alternativa, por eso decía al
principio, que como no baje él en persona a darme un toque, na nay de la china.
Seamos serios, pensemos por un momento, ¿es tan grave lo que podemos hacer los
humanos en el campo del pecado?, va a ser que no. Y hoy día, si tenemos
problemas de identidad que nos trastoquen un poco, tenemos a sicólogos y otros
profesionales para que nos echen una mano.
Estoy dispuesto a expiar mis
pecados, pero de forma lógica, que no me vengan con pamplinas de penitencias y
rollos parecidos, que bastante estamos sufriendo ya. Si por esa razón (que
somos unos pecadores incorregibles), tenemos que evaporarnos de la tierra para
dar paso a una nueva especie, ¡pues que lo diga y punto pelota…!. Si no lo ha a
echo ya, es por dos razones: O bien no existe, o bien no son tan graves
nuestros pecados. No se me ocurre nada
más.
Termino; si nuestra conducta es
mala, nuestra vida está fuera de los estándares normales, y nadie nos rectifica,
es imposible que progresemos, y cuando uno no progresa se deteriora, no hay
término medio, no nos podemos quedar en terreno neutral, eso es para los
suizos, no para nosotros.
Lo que no significa que tengamos
que ir por ahí jodiendo al prójimo, llegado a determinada edad, los pecados de
juventud han expirado, si no es así, es porque además dios es un rencoroso de
mierda. No creo que esto vaya con su imagen.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario