NO PODEMOS QUEJARNOS
Es
una cuestión de sentido común, vivimos como queremos, la mayoría, los demás van
al curro en sus coches más o menos nuevos, empachando las autopistas, sin
respetar algunas advertencias que nos dicen, que si seguimos así jodemos el
planeta. Ves a Madrid o Barcelona en hora punta, la gente va de los nervios,
cagándose en todo, unos porque quieren volver a casa a una hora decente, otros porque
tienen que trabajar por la noche.
Mientras
estamos en casa, encendemos el televisor, que en la mayor parte de las casas
mientras haya alguien en casa, siempre está encendido, que ya nos vale. De cada
tres o cuatro anuncios comerciales que nos endiñan por la tele, como mínimo un
par de ellos van dirigidos a ese gran y poderoso público, a los que no nos
podemos quejar, pidiendo contribuciones para los pobres refugiados que huyen de
la guerra y mueren en las aguas heladas, no pueden quedarse en sus casas, sea
en Siria o en cualquier otro lugar porque los bombardean.
Algunas
imágenes nos han helado el corazón, niños ahogados en las arenas de la playa,
otros ni siquiera llegan a determinado lugar, se van al fondo del mar todos
juntos. Es encomiable que muchas organizaciones, voluntarios anónimos muchos de
ellos, viajen a recibirlos, es una tarea urgente e ingente la que tienen por
delante, pero solo para verse repelidos en fronteras de países que no quieren
que entren, les disparan, los gasean, caminan por las vías de los trenes con la
esperanza de encontrar un destino, que frecuentemente acaba con sus vidas en la
tierra de la libertad.
Viviendo
en campos de internamiento, sin esperanza alguna más que la de poder hervir una
vez al día unas cuantas patatas, sobreviven como pueden.
Ni
siquiera hablamos en casa de estos asuntos, atendemos la llamada de algún amigo
o familiar que no pregunta donde iremos a desayunar mañana, hay que ir de
compras. Cruz Roja, lo digo con todos mis respetos, ACNUR, Médicos sin
Fronteras, la ONU, nadie se pronuncia, es un tema incómodo, irresoluble. Algo
harán digo yo pero ¿Qué al fin y al cabo? Hoy seguirán muriendo más familias,
más niños, el futuro de la humanidad, más ancianos a los que todavía no les ha
llegado la hora de ser enterrados.
Esta
circunstancia, me recuerda penosamente, los carros que tiraban de las decenas
de miles de muertos aniquilados en los campos de exterminio nazis, siento
decirlo así de forma tan rotunda y tan cruda, pero es exactamente lo mismo, y
eso que ahora no hay fronteras que conquistar como entonces.
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