viernes, 5 de febrero de 2016

LOS PEDIGUEÑOS

                                                             LOS PEDIGUEÑOS

No es agradable ver a los pedigüeños, me producen una especie de dolor interior, porque no sabes quienes son aquellos que son necesitados de verdad, y aquellos otros que, a base de tiempo pertenecen a mafias organizadas, que son o aparentan ser pobres, a la primera oportunidad, estos descuideros como también se les denomina, entre unos y otros, a veces van en bandas de cuatro o cinco, te quitan el reloj y la cartera, a ser posible también se quedan con tu anillo.
Peores son los que piden por vicio, por costumbre y sin embargo viven de forma confortable en pisos buenos o casas de lujo. Estos me interesan más; son un fenómeno menos frecuente, llenos de oscuras voluntades y deseos ocultos. No son una excepción los casos de gentes que viven de los divorcios, no me refiero a los abogados ni procuradores, sino a los que se casan y vuelven a casarse, aparentando amor y cariño, afecto que solo los padres pueden dar.
Casarse y descasarse es común hoy día, hay quién hasta estudia la liquidez de uno de los contrayentes para tomar una decisión de este tipo, se divorcian y acumulan auténticas fortunas casándose y descasándose.
Los matrimonios no son lo mío, hablo después de haber pasado por este estado dos veces, y resulta muy caro para el hombre. Si el caso afecta a la mujer, pasa exactamente lo mismo, y la bola va aumentando a medida que cae por la montaña, hasta convertirse en un alud. Lo peor de todo este asunto es, que esta circunstancia afecta la salud corporal, y a veces, mental de las personas.
Estas son las personas que realmente me dan pena, jamás estarán satisfechas, siempre los encontraremos en la fachada de una iglesia pidiendo, mendigando, o en la esquina de un mercado. Sí, creo que los hijos son un amortiguador perfecto para poder mitigar el dolor de cualquier pérdida, ayudar a afrontar un divorcio, pueden hacer grandes cosas por los padres o por lo menos, por uno de ellos. Los pedigüeños de vicio, siempre son castigados de un modo u otro, bien por las autoridades encargadas de perseguirlos o bien por las propias circunstancias de sus acciones.


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