COLIBRÍS DE DIEZ COLORES
Trescientas
cuarenta y tres especies de colibrí rondan por diferentes países del mundo,
todos ellos con sus peculiaridades y también con sus cualidades. Todos utilizan
el mismo sistema para mantenerse vivos, liban las flores, viven de eso, de otro
modo sería imposible extraer tanto néctar de ellas como mantener ese frenético
aleteo de cientos de miles de veces por minuto.
Es
su sino, además de eso, les ayuda a mantener sus vivos colores en plena forma.
Pues mira tú por donde… he conocido a muchos de esos colibríes, y eso sin ir a
la selva o a algún otro lugar remoto a observarlas. Las he visto en ocasiones
amontonadas, dentro de clubs para adultos, cada cual con su indumentaria, con
sus falditas que lo dejan ver todo pero que si quieres ver más tienes que pagar,
para ver cómo se quitan su traje de
colores llamativos, con sus trajes transparentes que permiten ver solo hasta
cierta medida, la lencería que llevan puesta. La iluminación de las flores que
frecuentan, los árboles donde trabajan y los nidos donde viven manifiestan la
vida que llevan estos colibrís.
Y
un día voy y le hago caso a un amigo y lo acompaño, sino llega a sujetarme del
brazo, me dejo los dientes allí en mitad de dos escaleras que daban acceso a
aquella inmensa pajarera. Me pareció un poco
ridículo que hubiera tan poca luz, siendo que los colibrís son de por sí
hermosos y gráciles. Allí todos los colibrís llevaban unos tacones impresionantes,
no pegaba con el hecho de ser animales hermosos, había de todo, pajaritas
afanadas en conseguir libar cuantas flores más posibles y otros pájaros que las
vigilaban para que no cesaran de acumular alimentos y llenar su despensa
personal. Mi amigo los conocía a todos, por lo menos eso me dejó entrever
saludando con la mano alzada a unos y otros.
Que
quieres… no me gustó aquel ambiente, lo consideré una gran pérdida de tiempo.
Cada animal debe tener su lugar, el de
los colibrís en la selva, allí están a salvo de todo y de todos.
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