SENTENCIAS
¡Que
putada…! Me han sentenciado a morir pagando determinadas deudas, contraídas por
presuntos delitos que se supone que he cometido y que en consecuencia la ley
castiga con penas de cárcel o pecuniariamente. A veces a ambas cosas a la vez,
jode pero hay que cumplir con la ley, sencillamente porque es más fuerte que
tú.
Ahora
bien, las sentencias aunque son para cumplir, tienen siempre fisuras para que
el condenado pueda tener un respiro, es decir, te ahogan pero no te ahorcan del
todo, siempre te dan determinadas salidas, legales eso sí, para que el
delincuente, siempre presunto hasta que no se demuestra lo contrario, y lo
contrario son las apelaciones a las que siempre tiene derecho un condenado. La
pena es, que esto cuesta tiempo y dinero, en contrapartida las condenas se
puedan retrasar, no digo eternamente, pero se retrasan, dependiendo de los
abogados que contrates.
Es
lo malo que tienen las condenas es, que cuando vas a presentar pruebas de tu
inocencia o disconformidad con la misma, tienes que ir siempre, en todos los
casos, acompañado de tu abogado. Hasta que se termina el proceso de entrar y
salir de los juzgados, es como si estuvieras casado con tu abogado, sea este
hombre, o mujer. Los jueces tienen un papel preponderante en estos asuntos, ellos
y el trabajo que haya en los juzgados, y claro, esto hace que no se nos
atosigue.
Hasta
que te llega una carta del juzgado que te dice: “Querido señor Fulanito de tal,
su sentencia ha sido reducida a X”. Ese día duermes más ancho que largo, en
consecuencia, que nadie piense que una sentencia es definitiva, que te vas a
pasar tres años en la cárcel, no sé, cualquier cosa de estas. Hay una ventaja
clara en el plano de la justicia, que a menudo no es el mismo juez el que juzga
el mismo caso, y ya se sabe, que cada persona es un mundo. Cada juez o jueza
tienen sus propias inquietudes, no se levantan cada día del mismo humor, son
seres humanos y como tales no siempre van a las salas de los juzgados del mismo
talante.
Cierto
que es su trabajo, pero a menudo este trabajo se les complica de tal manera que
desearían que determinado expediente no hubiera caído en sus manos. Quizás no
lo manifiesten, pero son seres humanos y piensan… “Joder vaya chirla me ha caído, bueno vamos a
abrir el expediente a ver de que se trata este asunto”.
En
fin, que como algunos dicen… Que dios
reparta suerte y que salgamos bien parados en la medida que se pueda.
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