DEUDA PENDIENTE
Las
deudas siempre son relativas, el que te hagan un favor, te ayuden en algún
asunto concreto o te asisten en un caso de necesidad, no necesariamente implica
el que uno contraiga una deuda con otra persona. El que brinda el favor o
cualquier otra clase de auxilio, probablemente considere que sí, que tienes una
deuda pendiente con aquella persona lo que genera disensión y hasta enemistad.
Sabemos
que eso es así al ver solamente la expresión de la persona la próxima vez que
nos encontremos de nuevo. El hecho es que alimentamos sin ser conscientes, que se
nos debe algo a cambio de ese favor, que tenemos una deuda que a veces es de
por vida, según lo ve el que nos ha hecho el favor. Una deuda es diferente a un
favor, la deuda tiene diferentes connotaciones a un favor, pero como es
frecuente, confundimos ambas palabras, lo mismo sucede con la ética y la moral.
Las deudas hay que pagarlas, porque se contraen por algo que en determinado momento
no se ha pagado, un favor no tiene las mismas características, hay familias que
dejan de hablarse por causa de apreciar que no se les ha agradecido determinado
favor que se les hizo, bloquean a aquella persona de su móvil y sin hablar
claramente a la cara de otro, abren una sima entre ellos.
He
conocido a personas que se han tratado toda la vida entre ellos, y en
determinado momento, han pasado unos junto a los otros y hasta han obligado a
sus hijos a dejar de saludarse con los otros. Terrible decisión esa, estas
actitudes producen odios injustificados, caracteres amargados y disfunciones en
el comportamiento de las personas, que las puede llevar a ser seres
estigmatizados por la sociedad. Unos perseguidos por la justicia, otros
visitando eternamente a siquiatras para enmendar comportamientos, otros que
acaban en la más absoluta soledad, lejos del resto de los mortales.
Es
muy fácil hacer favores, mucho más difícil, considerar todo lo que hacemos,
como deudas que se nos tiene que devolver, guardar esto en lo más profundo de
nuestro corazón y tratar de vengarse si no se nos devuelve lo que hemos hecho
por los demás.
Quien
quiere vivir así, no se hace mayor, muere con los intestinos revueltos, el
corazón corrompido y el alma descompuesta.
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