HAY QUE VERLO PARA
CREERLO
Los
médicos, aseguran que en un entorno de paz, de buenas relaciones con los
vecinos, viviendo en espacios donde la gente forma parte de la naturaleza,
viven más tiempo. No os voy a decir donde vivo yo, pero lo cierto es que he
mejorado bastante de los achaques que me tenían
atenazado. No somos más que doscientos y pico de habitantes, digo y pico,
porque como es típico es típico las gentes de estos parajes trabajan el campo,
se conforman con poca cosa. Tienen unos cuantos animales sueltos por el terruño,
y recogen hierba para el invierno, para cuando llegan las heladas, en esta serranía son el pan nuestro de cada
día. Ahora que arranca la primavera, los montes más altos están llenos de nieve,
es magnífico caminar sobre ella cuando está recién caída y crepita bajo tus
pies.
Al
haber tanta gente mayor en el pueblo, a poca gente mayor se ve salir a la calle
de paseo, unos cuantos atrevidos somos los que aceptamos caminar a dos o tres
grados bajo cero y echarnos a caminar durante dos o tres horas, huelga decir,
que a mitad de camino, sobra la mitad de los plumones con los que hemos salido
de casa.
Al
principio de llegar aquí y tuve mi primera visita con la doctora que nos vista
tres veces en semana, me preguntó… ¿Sale
usted a caminar…? En la medida que
puedo si señora. Bien, mire, usted toma
mucha medicación y en buena medida es bastante tóxica, de forma que haga lo posible
por beber bastante agua, eso le ayudará a depurar los riñones. Dicho y hecho,
¡tienen unas aguas por estas tierras alucinantes, yo creo sin temor a
equivocarme, que hasta son curativas! Un lugar para vivir como este es todo un
lujo, habrá quien diga que la ciudad es mejor, no discuto este asunto, pero en
lo que se refiere a servicios sanitarios y urgencias, son mucho más rápidos que
donde yo vivía anteriormente.
Sé
que por mucho que os diga alguien piensa que exagero, puede ser, tampoco está
en mi ánimo el animar a la gente a que venga a invadirnos, no, nada de eso.
Solo digo que para poder creer hay que ver, estar, vivir aquí, convivir con
unas personas que sin que tú les digas nada, lleguen a la puerta de casa
dándote la bienvenida con una docena de huevos de sus gallinas. Si está en su
mano hacer algo por ti, lo hacen con los ojos cerrados, sin pensar que esto va
a entorpecer su trabajo de algún modo.
Todo
esto, y algunas otras cosas que seguro paso por alto, me dan la razón para
pensar que frecuentemente, hay que ver las cosas para poderlas creer.
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