COMPAÑIAS NECESARIAS
Los
seres humanos necesitamos la compañía de alguien, puede ser la persona que
menos podamos imaginar y que sin embargo, al cabo de determinado tiempo, se nos
haga imprescindible. Es posible que todo comience por una simple amistad, que
vaya fortaleciéndose a medida que frecuentamos el hogar de ese vecino o amigo,
todo va desarrollándose en la medida de la profundidad de nuestras
conversaciones, en las cosas que nos interesan, en sus necesidades y si la otra
persona se interesa por las nuestras. Yo le llamo a esta acción, quedar
trabados por la necesidad de hablar y escuchar.
Esa
actitud es la que hace que en momentos determinados tengamos discusiones sobre
determinados temas en los que no estamos de acuerdo, debe de haberlos, esa es
una de las claves de la compañía humana, el acuerdo y la disconformidad en
cualquier asunto que pudiera surgir y que pusiera en peligro nuestra compañía.
De todos modos estas diferencias deben existir, son la muestra viviente de que
nos queremos, a pesar de que alguien pueda pensar mal de esta última expresión.
Si no nos quisiéramos no volveríamos de nuevo a buscar de un modo sutil la
compañía de nuestro amigo, ahora ya nos conocemos mejor, tratamos de no tocar
sus puntos débiles y así, no discutimos.
Puede
que esta actitud le cueste más a uno que a otro, pero si nos esforzamos juntos
en tolerarnos llegaremos a un buen entendimiento. Ha habido momentos en los que
he tenido que salir echando hostias de casa de casa de alguno de estos amigos,
por eso no se debe abusar de las confianzas que te puedan dar. “Vete a la mierda un poco anda…”, después he
sabido que no tenía nada contra mí, que era un asunto familiar del que yo no
sabía nada.
Al
siguiente día volví a su casa, las piernas me temblaban un poco la verdad, pero
mi amistad con él me llevó casi de forma automática a su puerta de nuevo, no me
interesaba lo que había pasado, sencillamente mi interés estaba concentrado en
él, en su estado de ánimo y dicho de paso, por qué no, como estaba el resto de
la familia. Oye, como si no hubiera pasado nada, quiero decir que todo estaba
normal, por lo menos a primera vista.
Esta
experiencia y otras en concreto me han llevado a pensar que el ser humano no está
para vivir solo en una isla rodeado de cocoteros, necesitamos a alguien a
nuestro lado, para discutir, para compartir alegrías y si conviene… irnos a
hacer puñetas y cambiar de amigos, esto último solo en el caso de que llegue el
momento que pasen de uno.
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