domingo, 17 de mayo de 2015
CAZADORES NOCTURNOS
CAZADORES NOCTURNOS
De niños, los tres, se dedicaban a espantar a las viejas que a determinadas horas un tanto intespestibas, volvían para sus casas. Corrían unos años pacíficos, la delincuencia no abundaba, la gente en verano paseaba sin problema, sin tener que volver la cabeza para ver a quién tenían detrás. Y los niños se hicieron hombres, la ciudad creció, las familias llegadas de todas partes de la península buscaban trabajo, la ciudad estaba en plena expansión. Aunque la represión se dejaba notar en todos los ambientes de la vida social, los vigilantes autorizados de la policía, filtraban la aguja y engullían el camello. Miraban hacia donde querían mirar, lo demás eran cosas sin importancia, bajo su punto de vista, lo cierto es que este ambiente de desarrollo industrial la prostitución estaba a la orden del día.
La propia justicia se beneficiaba de la andanada de mujeres llegadas de todas partes para llevar a cabo el trabajo que mejor sabían hacer y que menos esfuerzo llevaba, ganaban un buen dinero libre de impuestos. Algunos de los mejores cazadores nocturnos, tres en concreto de los que cuando eran niños asustaban a las viejas de su barrio, ahora se habían convertido en amenazadores de esas solitarias mujeres de vida fácil, que tenían por obligación que hacer servicios gratuitos, a aquellos defensores de la ley. Dos de ellos, auspiciados por el paraguas que les brindaba el primero, inspector de policía, entraban en los cabarets y bebía a placer de forma gratuita, escogían a las mejores mujeres y mantenían con ellas relaciones sexuales degeneradas, después de acabada su ronda, contaban al inspector y amigo lo que habían hecho sin vergüenza alguna.
El inspector picaba más alto, él era invitado de honor de las fiestas que los empresarios y hombres de renombre, también llenos de vicios, organizaban para relajarse de sus trabajos de por sí agobiantes. A mí me gusta vivir y dejar vivir, ese era su lema, y durante años, los que duró su servicio, le fue bastante bien.
Pero como todo en esta vida, las cosas buenas aparentemente se terminan, de ser unos seres que se ganaron el respeto y la voluntad de muchos, llegaron a estar sentados en el banquillo de los acusados. Habida cuenta de los muchos testigos que tenían en su contra, no pudieron argumentar nada, menos que nada pues el abogado que los defendía estaba al tanto de sus correrías y desmanes. Al inspector le cayeron ocho años de cárcel en la prisión modelo de Barcelona, la única que entonces había, a los otros dos cazadores furtivos de almas les cayeron cinco, la razón... actuaban por cuenta del primero, del inspector.
De comenzar sus correrías espantando abuelas y mujeres por la noche allá por aquel entonces, cuando eran jóvenes inocentes, ahora entraban por una gran puerta de acero vigilados noche y día por la guardia civil. Un domingo por la mañana, en la capilla de la prisión, tres féretros de burdo pino albergaban tres cadáveres, la de los tres ex policías que misteriosamente fallecieron en extrañas circunstancias el día anterior. No se levantaron diligencias, dos de ellos se habían ahorcado de las rejas de la ventana que daba al patio, el inspector murió envenenado por algún producto que ingirió sin saberse nada de como llegó a sus manos el mataratas.
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