viernes, 15 de mayo de 2015

LA MADRIGUERA


                                                           EL ESCONDITE

Esconderse... ¿donde?, puede parecer que hay mil lugares diferentes para poder esconderse, pero no es así, salvo que... encuentres un lugar fuera de todo control a la gente que no hace más que transitar, vigilando, sacar de los amigos y contactos, tu teléfono. Quien quiere puede hacerlo, descubrirte, después de dar contigo, pueden lloverte amenazas de todo calibre y forma.
En mi caso, por el puro afán del dinero, unas personas han dado conmigo, hacía decenas de años que no sabía nada de ellos, salvo que, estaban en una situación precaria a causa de deudas contraídas a lo largo del tiempo. Utilizaron los sentimientos de miembro de la familia para ponerse en contacto conmigo, y vaya si les dio resultado... obedeciendo a mi propia conciencia, salí de mi escondite, mi lugar seguro, el sitio ideal para poder desenvolver mi vida de la forma que siempre ambicioné, solo pero acompañado de gente dispuesta a respetarme lo mismo que yo a ellos.
Mira que me advirtieron, me pusieron sobre aviso.   Mira chico que te la van a clavar y no te vas a enterar hasta que te la metan hasta el fondo...  Que va, decía yo para mí, si me reclaman es por algo grave, y siendo como es el caso que fueron mi familia, a pesar del tiempo que hace que estamos desconectados, creo que debo responderles, es un deber que siento dentro de mi ser.
Salir del escondite supuso ponerme en evidencia, como un conejo que saca las orejas de la madriguera, luego saca la cabeza y un poco más tarde, da unos pequeños gritos al resto de la camada para que salgan a comer sin detectar peligro alguno. Fue entonces cuando se encendieron todos los focos que me deslumbraron, varias escopetas señalaban al lugar donde la hierba verde florecía, sin escapatoria alguna, varias detonaciones sonaron a la vez, ¡coño...! comenzaron a saltar pelos del lomo de mi traje de piel, no tengo otro, de manera que eché a correr en no sé que dirección, me libré por los pelos, por los pelos o por la mala puntería de los cazadores improvisados, que no tenían ni idea de calcular el retroceso de las armas al disparar.
¡Maldita sea mi estampa...! cuando me quise dar cuenta de todo el desaguisado, ya estaba corriendo como un gamo por el lado de una autopista a ciento cincuenta por hora. Gracias a eso pude volver dando un rodeo de ocho horas a mi escondite, de nuevo a salvo, gracias a la compañía en mi loca carrera a dos amigos de verdad, que jamás me dejaron solo en mi huida, esa mañana pude de nuevo dormir en mi lecho. Siempre me he preguntado, hasta que punto la propia familia puede desearte tanto mal, conozco la respuesta, pero cuando vas de buena fe, tienes tu conciencia tranquila y haces las cosas sin maldad, los que te rodean hacen lo posible en hacerte salir de la madriguera y darte caza, darte caza a ti o a tu dinero, tus pertenencias. Son gentes sin moral, amorales completamente, impostores que presumen hasta de las enfermedades que acaban creyendo que tienen, convencen a los médicos, y les transmiten mediante engaño y cara de circunstancias, que realmente se mueren.
Muchos dicen que no es posible que pase esto, que estas cosas son fruto de mentes enfermas, que esa gente deberían estar encerrados en frenopáticos, pero el caso es que si existen, que hacen todo el daño que pueden al margen de a quién perjudiquen.  Mis hijos son lo primero, ellos se lo merecen todo, por ellos daría la vida. Nada, es mentira, si alguno de ellos interfiriera en sus planes, se los llevaría por delante sin apenas pestañear, palabras de ella misma.
De momento, en lo que a mí concierne, prefiero salir a comer con mucha más discreción que antes, cambio los horarios, me rodeo de los más experimentados, no quiero pasarme el resto de mi vida metido en una jaula, esperando el día del sacrificio, cuando me llegue el día X pues me tendré que resignar, pero mientras tanto, ya he tenido suficiente aventura como para meterme en más líos. En mi escondite hay gente que sufre por mí, me consta, lo sé porque me echan la bronca, me dicen que me lo habían advertido, que me dejarían sin un duro, que soy un tonto del culo. No les falta razón, igual que el resto de mi familia, mis hermanos y sus maridos y cuñadas, mis sobrinos, todos coinciden en lo mismo, no cambiarás nunca eres demasiado confiado y la gente te toma el pelo.
Les argumentaba que la gente no eran mis hijos, mi anterior familia, que había determinados vínculos que nos unían. Nada, no te fíes, ¿a santo de qué se acuerdan ahora de ti, por casualidad? pues no, porque saben que te has separado de tu otra mujer. Lo cierto es que no había caído en el tema, eso, será que soy demasiado confiado. Y conste que ninguno de ellos ha pasado por experiencias parecidas a las mías, pero oye, lo veían venir.
Mira, lo importante es que hoy por hoy, salvo que haya un cataclismo mundial, mi madriguera es el lugar más seguro que he hallado, aquí me quedo, los demás, que se solucionen sus asuntos que por mi parte no pienso asomar la nariz para ver siquiera el sol que los calienta.

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