NO HAY MUCHAS COMO ELLA
Me habría gustado conocerla años antes, de cualquier modo me precio de conocerla poco a poco ahora. Es una mujer espléndida, hermosa por dentro de gran corazón y mejores intenciones, de las que ya no abundan en el mundo que vivímos. Muchos hijos dicen de sus madres que son lo mejor que tienen, que han conocido, que no permiten que nadie las toque, ni siquiera que nadie las mire con intenciones que adivinan perversas.
En mi caso, y después de comprobar que no es mujer de muchas palabras, y si de muchos hechos, debo decir que me siento dentro del entorno de su familia como si fuera uno más de ellos. Me defendería como si fuera uno más de ellos, hablo así porque me lo ha demostrado, ha recorrido cientos de kilómetros casi sin poder, para acercarse a buscarme en compañía de su hijo para venir a socorrerme. ¿Que más razones puedo dar del cariño que abrigan en su interior por mí?
No regatea esfuerzos en dar sin pedir nada a cambio, es lo que se dice, una persona hospitalaria. No está a la expectativa de las cosas que tu le puedas dar, en cambio por esa actitud natural suya. Va con ella, forma parte de su persona, de sus genes, fruto quizás de desengaños sufridos en su juventud mal vivida, se casó siendo demasiado joven como para poder contrastar la niñez con la madurez. Y ese matrimonio dio sus frutos, dos hijos que de alguna forma, han heredado cualidades mamadas de ella, por supuesto que no es perfecta, muy al contrario, se considera la persona con más defectos del mundo y eso, es lo que precisamente la hace grande.
Después de un matrimonio fallido como los pueda haber a miles diariamente, buscó dar sin recibir, derramar esa gran cualidad suya, la ayuda al prójimo. Con el tiempo la encontró en un hombre a todas luces honrado, por lo menos eso creía ella, al poco tiempo de convivencia se dio cuenta de su error. Con dos hijos a las costillas buscó un lugar donde poder emplazarse, que llegara a ser su plaza fuerte, su fortaleza, por eso se edificó un castillo en medio de la nada.
En los castillos viven fantasmas, y los de ella, eran fantasmas del pasado, que hasta hoy la acompañan. No son por supuesto fantasmas físicos, ni ruidos extraños cuando uno sale de una habitación o duerme. Son preguntas que rebotan dentro de su mente, que la mantienen en una especie de limbo que ya no puede evitar. Se pregunta continuamente porqué tuvo tan mala suerte, que habría pasado si hubiera aceptado la propuesta de determinada persona, en cambio de la aceptación de su último acompañante, al que estuvo unido durante muchos años. Castigos de la mente, no hace falta ser un sabio para saber que estas mismas cuestiones, nos asaltan a todos por igual, pero por lo visto ella es extremadamente sensible a ellas.
Se culpa y se tortura, se adhiere al pasado como si fuera su ancla de salvación cuando lo cierto es, que nada puede cambiar, que hay que mirar hacia adelante, vivir y hacerlo por ella misma, para su propia salud, para su desarrollo como mujer digna y honrosa, que ejemplifica lo que es ser una auténtica madre y abuela. No hay más cuestiones que discutir, lo que le ha pasado a ella, le ha sucedido a otras miles de personas que han peleado por sus vidas, y han vencido.
En ocasiones le he preguntado de que tiene miedo, me contesta que de nada, que es capaz de arrancarle la cabeza a quién quiera meterse con alguien de los suyos. A eso se remite su afán de protección, mientras ella se encuentra desvalida. Aun así la envidio, ¡ha vivido tanto y de forma tan intensa...! pienso honradamente, que no hay muchas mujeres como ella. En algunos momentos los muros de su castillo se han visto dañados por asedios de tropas extranjeras, pero los fundamentos de la edificación no se movieron jamás de su lugar, ni nadie ha sido capaz de perforarlos, ha requerido un gran esfuerzo por su parte que no lograran entrar en el castillo, pero lo ha conseguido.
Otras hubieran dejado entrar a los nuevos conquistadores, pero ella no, sola espada en alto ha defendido su posición porque fue quién edificó este castillo en mitad de la tierra de nadie.
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