jueves, 21 de mayo de 2015
REDENCIÓN
REDENCIÓN
Para mi gusto y parecer, hay demasiadas religiones y demasiados dioses que otorgan castigos, que condenan y que por otro lado te dan aquello que mereces, paraísos y vidas eternas, a los privilegiados. Desde pequeño me enseñaron a predicar la paz y el amor, el amor a dios a los santos apóstoles, santificados por ser personas que estuvieron al lado del señor, que sufrieron con él y por el hecho de morir como auténticos cristianos merecen un lugar a su lado, en su reino.
El problema comienza, cuando no ves desde este mundo en el que vivimos donde están esos paraísos y la gente piensa donde estarán estos supuestos lugares de descanso, de sosiego y de vida eterna comandados por un reino que se hace difícil de comprender. No sé si quiero ser redimido de mis pecados, al fin de cuentas no hago cosas que merezcan ser condenadas, si por lo menos viera alguna mano iluminada que saliera del cielo y me diera un buen bofetón cada vez que la cago, diría: Oye, cuidado nene, que hay alguien que te vigila y te quiere, no cometas el mismo error que ya te han avisado.
Las circunstancias que me rodean han hecho de mí un descreído, nada que no creo que me estén vigilando desde los cielos, ¡cuantas ostias no tendrían que repartirse, y cuantos vigilantes habría que haber para enmendar situaciones catastróficas...! El ser humano de a pie no es malo, si, puede que de vez en cuando le ponga cuernos a su mujer o la mujer al hombre, pero eso no es merecedor según yo lo veo, como para que anden dándote mandobles a diestro y siniestro.
Otros hijos de su madre merecen ser exterminados de la faz de la tierra para erradicar muchos de los males que nos causan. Pero bueno, parece que hay una ley divina que escapa a nuestra imaginación, un plan. Creo que por el hecho de vivir aquí del modo que lo hacemos deberían darnos alguna explicación los santos, que hay muchos y muy cualificados para darnos indicativos de que hacer. Pues nada, solo se te dice... Debes tener fe, abstenerte de no sé cuantas cosas, consagrarte a tu dios y punto, lo demás corre de cuenta de él.
¿Pues sabéis una cosa? No quiero ser redimido de nada de lo que hago, a hacer puñetas, cuando me muera que me incineren, y entonces... quién tenga lo que hay que tener, que me busque entre las aguas de un río o del océano, debajo de la tierra donde dejaron mis cenizas por voluntad propia o donde sea en el espacio. No faltaría más que después de pagar mis pecadillos con la muerte, que es lo que determina la clase de vida que has tenido, me vinieran con historias para no dormir. Que me dejen vivir en paz, y de paso, que dejen que lleve mi tranquila vida aquí en la tierra, la que me toque vivir, tampoco es que pida tanto creo.
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