BARRIOS QUERIDOS
¡Cuánto
echo de menos mi barrio! Mis queridos vecinos, los que no te saludan nunca, los
que siempre andan preguntándote cosas de tu vida, que haces, a qué te dedicas, cómo
es que nunca te ven salir con ninguna chica, barrios normales como lo puedan ser
lo que cualquier otra parte de la ciudad. Hay otros que no son lo mismo, que no
está diseñados para que encontrar este sistema vigoroso y hasta, curioso de mi
barrio.
Pero
en el fondo todos son iguales, las mismas personas venidas a más o al contrario,
recién llegadas, que se permiten indagar en la vida de los demás sin ninguna
clase de vergüenza. También sean bien llegados estos, forman parte de la salsa
de la vida, sin ellos no habría tema de conversación en casa, sin ellos las
parejas no se envidiarían ni se discutirían, los niños no se pelearían entre sí,
y al barrio, le faltaría esa salsa que condimenta el devenir de la vida. Yo
prefiero que sea así, que la gente pregunte, siempre estás a tiempo de no
contestar de forma cortés, o evadir la respuesta con otra pregunta de más peso.
Las
historias de las escaleras de barrio están a la orden del día, es lógico que
sea así, hay personas que no saben integrase a menos que curioseen y especulen
sobre la vida de algún vecino. Que uno no cae, siempre hay otro sustituto para
pararle una emboscada, las personas echamos de menos el conversar y criticar,
cuando no, hablar por hablar, con tal de hacer averiguaciones acerca de cómo
les van los asuntos a nuestros queridos vecinos. Los barrios son magníficos en
este sentido, lo que no sabemos lo adivinamos, lo que sabemos de cierto,
dependiendo de lo que se trate, lo divulgamos o lo callamos, así funcionan los
barrios, ¡y que hermosa es la vida en estos centros llenos de vigorosas lenguas
y caracteres!
Barrios
sin los cuales no habría manifestaciones, ni escaparates rotos, ni edificios
abandonados ocupados por gente que no tiene donde ir, personas antisistema que
buscan el rincón perfecto para poder esconderse, y salir cual si fueran grupos
organizados, con el fin de armarla y causar revueltas y destrozas en el
mobiliario urbano. Que estorban el quehacer de la gente obrera que viene y va a
sus trabajos, es evidente que sí causan trastornos, eso es innegable, pero por
otra parte, es necesario para el desarrollo de la barriada. Detienen a unos
pocos, y los trasladan a lugares diferentes, como si así se terminara el
problema raíz de estos males endémicos de una sociedad injusta y maloliente.
Es
gracias a las barriadas que existen todos estos movimientos, en ellos se crían
los núcleos de rebelión y descontento que hace que todos, en conjunto nos hallemos
en un estado de confusión y de conformismo a la vez. Por esa razón… ¡vivan
nuestros barrios y sus pobladores!
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