DINERO DE VERDAD
-¿Lo
llevas todo Ernesto…?
-Sí
lo llevo todo, he repasado la maleta, los pasaportes y el equipaje cientos de
veces. ¡A ves… nos dejábamos las tareas de los niños de verano, que después
llega la señorita y nos da la bulla a nosotros por desocuparnos!
-Pues
ya ves tú, otro paquete más, carga las mochilas con los cuadernos y los
lápices, y no te olvides de mis dos libros que estos son muy importantes para
mí, tengo uno a medio leer y estoy en lo más interesante.
-No
te apures que ya los tengo presentes, mira ahí van en la parte de afuera de la
cremallera de la mochila. Fíjate donde van tú también, que luego nos ponemos a
buscarlos y no hay modo de encontrarlos.
-Y
las tarjetas de crédito, acuérdate que dimos el número cuando hicimos la
reserva en el hotel.
-Ya,
no te preocupes, estás las llevo en el monedero del cinturón que los cacos son
muy listos. Aquí no se les ocurrirá mirar, mira las llevo en la parte de detrás
del cinturón del pantalón.
-Vale
a mí no me digas nada, no quiero ni saber dónde las llevas, con tal de que
podamos pagarlo todo ya me contento.
-Anda
ven que te voy a dar un beso de esos de película, de cuando éramos jóvenes y
andábamos buscando las sombras de la playa para hacernos arrumacos.
-Anda
ya que están los niños delante, déjalo para cuando estemos instalados en el
hotel.
Comenzaron
las vacaciones con mucha alegría, las primeras vacaciones después de ocho años
sin parar de ahorrar. El viaje se hizo eterno, diez horas en la carretera y el
doble de consumo de lo que habían calculado en combustible, el coche, un
gasolina de seis cilindros que habían comprado con tarjeta de crédito y el aval
de la casa de los abuelos como garantía. Pedro tiene un buen empleo, pero ya se
sabe, a menudo, la gente queremos ser más de lo que en realidad somos, y Pedro
por naturaleza siempre ha querido ser más, o sea que si su hermano gana cuatro,
él se ha buscado la vida para ganar seis y mirando a su hermano por encima del
hombro.
Por
favor… la reserva que tienen a nombre de la familia Gálvez. Si señor aquí los
tenemos, habitación para tres con una cama supletoria. Papa yo no quiero ir a
dormir a la cama supletoria, que vaya Javi que es más pequeño. Tú a callar,
cuando subamos a la habitación ya veremos cómo lo arreglamos. Es verdad Pedro…
que duerma Javi que es más adecuada para él. ¿Tú también…? Dejar de tocar los
huevos ya, he dicho que lo solucionaremos arriba.
Todo
el mundo acabó callando, ascensor y junto al botones que estaba harto de
esperar con todo el equipaje en lo alto. El hombre calladito como es propio de
un hombre de su oficio, que para eso le pagan. En cuanto llegan a la habitación
falta sitio para desembalar las cosas, todo va a parar encima de la cama, y son
cuatro, casi nada lo del ojo. ¡Huy que habitación más pequeña! ¿no te parece…?
Pues lo que estaba disponible por este precio, tampoco es que nos haya costado
un pico, el precio es razonable y el hotel no está tan mal.
¡Qué
mes de vacaciones…! Lo pasaron de miedo, los niños cayeron un par de veces por
las escaleras que dan a la playa, lo único es que llovió bastante, la mitad del
mes se lo pasó con unos chaparrones del diez, pero cuando uno está de
vacaciones pasa de estos detalles, lo importante es disfrutar lo que queda de
los días que restan.
¿Sabes
qué…? Vamos a comprar unos recuerdos para la familia, sobre todo para mis
padres que en el fondo financian nuestros caprichos. Va, voy a pagar con la tarjeta
el desayuno y los recuerdos que compremos, ¡Que útil es no tener que llevar
dinero contante y sonante encima, dentro de cuatro días todo se pagará con las tarjetas
de crédito y sino, al tiempo!
Hoye
Sabina… ¿tú has visto donde he dejado la tarjeta VISA? No, a mí que me cuentas,
eres tú el que organizaste el truquito para que no te la robaran. Pues la he
jodido porque me la han robado. ¿Qué dices, y eso cuando ha podido ser? No
tengo ni la menor idea, en cualquier momento imagino, y mira que la llevaba
bien camuflada en el cinturón… Pues ya estás llamando al banco para anularla
porque si no vamos a sufrir de lo lindo, ¡hay mis padres que disgusto se van a
llevar cuando se enteren! Pues procura que no se enteren y punto. ¡Ya está! Les
pediremos que nos ayuden y que les devolveremos el dinero cuando volvamos de
las vacaciones. Míralo él, ya lo tiene todo previsto, no sé de dónde quieres
que saquen el dinero para pagar todo esto… ¡madre mía! A mi padre le va a dar
un ataque, acaba de salir de una operación y mira, ahora este disgusto.
¡Y
que quieres que haga vamos a ver…! Alguien lo tiene que saber y lo propio es
que lo sepan ellos los primeros, para eso nos han financiado casi todo lo que
tenemos, bueno por eso y porque nos quieren, ya sabes cómo adoran a los niños.
Tres
días de vacaciones, broncas para parar un tren, discusiones entre el
matrimonio, peleas entre los niños, visitas de la policía al hotel, retenciones
en comisaría, identificaciones de individuos. Al final, todo para nada. No se
les ocurrió salir de vacaciones nunca más en la vida, salvo algún fin de semana
que algún amigo les invitaban a una barbacoa, o una colecta que entre el resto
de la familia les hicieron con el fin de animarlos un poco justo cuando
terminaba el verano.
Nunca
más usaron dinero de plástico, todo lo pagaban a toca teja, y eso con el tiempo
les dio cierto respiro que jamás habían imaginado. El resto del dinero que se
usaba, en casa, a buen recaudo, lo demás no era ley para ellos.
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