jueves, 5 de mayo de 2016

EN CUANTO AMANECE

                                                           EN CUANTO AMANECE

Se respira un aire de pureza y de limpieza que se puede comparar a pocas cosas. Todo se prepara como si de una feria de Abril tuviera que surgir de las entrañas de la tierra, la máquinas eléctricas con agua a presión y cepillos rotatorios desfilando arriba y debajo de la Rambla, soltando agua a toda mecha para preparar la ciudad que dentro de unas horas, cuando se despierten los turistas, inundarán las calles y plazas aledañas. Los japoneses son los primeros en madrugar junto a una hueste de otros turistas, que están ansiosos de admirar los monumentos de reputados maestros de principios del siglo XV, recorre poco más de un kilómetro y medio y está plagado de floristas y tiendas de animales, que están expuestos a la venta de los curiosos.
Las brigadas del ayuntamiento se dan prisa en hacer su trabajo y hacerlo bien, los capataces los observan mientras ellos pasean  de lado a lado de este emblemático paseo con el fin de sacarle todo el lustre posible al embaldosado ondulante, y librarlo de porquerías y chicles que el día anterior, la gente de forma descuidada, ha ido dejando caer de la boca para que otros se los lleven pegados a los pies. Eso los limpiadores ya lo saben e insisten con sus máquinas de presión en arrancarlos del suelo. La ciudad es grande y populosa y la gente paga impuestos para que cuando salgan a comprar, las calles estén más o menos impolutas.
Las cafeterías y alguna tienda de ultramarinos, cada vez menos en honor a la verdad, se esmeran en hacer que su material esté presentable, sobre todo y ante todo, un mercado llamado La Boquería, todo allí dentro respira orden y buen gusto, no es  de extrañar, está a un paso del Gran Teatro del Liceo cuyos arquitectos fueron Miquel Garriga y Roca junto a Josep Oriol Mestres, es uno de los teatros más famosos del mundo. No merece la pena entrar en detalles de quién lo hizo construir y bajo qué circunstancias, no es el propósito de este escrito, el motivo e sabe que en Barcelona se hallan unas joyas arquitectónicas incomparables y que és el motivo por el cual la ciudad siempre está abarrotada de turismo.
En cuanto amanece, el mercado de las flores, la lonja del pescado, las aglomeraciones en el templo de la Sagrada Familia, La villa olímpica de reciente creación con motivo de las olimpiadas del 92, todos estos lugares, son el motivo por el cual el turismo se deja cae por esta gran ciudad.
En alguna que otra ocasión me he preguntado… como es que siendo tan grande el mundo y teniendo tantas cosas que ver que son realmente hermosas, la gente acude en tropel a Barcelona. Habiendo como hay lugares de mucho más interés, llegan a la ciudad Condal y la asaltan literalmente para ver, retratar y filmar un gran monumento de cemento y piedra. Será que estoy un poco loco, no lo entiendo, pero el caso es que hay gente para todos los gustos y muchos tienen unas preferencias que otros no aprecian. Sea cual fuera la razón, lo cierto es que el turismo se reparte, de disemina como si fuera una gran diáspora que luego los vuelve a unir para compartir experiencias, no hay otra forma de verlo.
Puede que… al haber nacido en esta gran ciudad, no sepa apreciar las cosas buenas e instructivas que tiene, pero cuando te ves abordado por cientos de personas al cabo del día que plano en mano te preguntan cómo pueden acceder a determinados lugares y circulas entre el tráfico que por cierto no es demasiado bien mirado por ciclistas y los propios peatones, a uno le dan ganas de no salir de su casa  enterarse dela historia de la ciudad vía INTERNET, si uno quiere es más práctico y más seguro. Sé de buena tinta, que muchos barceloneses, conocen mejor su ciudad por estos medios que no por haberla pateado.


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