ELLOS
Y
mira que son familia directa… pues nada oye, se ve que cuánto más lejos mejor,
las cosas son así, si se pueden evitar problemas o movidas se las evitan. No es
que sean mala gente, pero llevo más de quince días sin saber nada de ellos.
Es
cierto que vinieron a la operación a vida o muerte que me hicieron, que se
recorrieron todo el mapa de España para llegar hasta el hospital donde me iban
a intervenir, hasta aquí todo perfecto, es lo que esperas de tus hermanos y
sobrinos, de los que pudieron hacer el viaje, pero aparte eso y después de unos
días, creo que fui para ellos como una nube de verano, de esas que pasan sin
pena ni gloria.
No
se puede juzgar a la gente, pero hay cosas que si merecen ser mencionadas y por
qué no, quejarte de ellas. ¡Mira que algunas personas que tienen a mi familia
en gran estima me lo decían…! “Date con un canto en los dientes, ya han
cumplido con lo que consideran más importante, te han venido a ver y eso de por
sí ya es mucho”
¡Que
poco se han equivocado…! Hace no sé cuánto, que no recibo una llamada
interesándose por mí, saber cómo estoy, ni siquiera un mensaje de apoyo, de
estímulo que me levante la moral un poco. “Cuando faltes de este mundo, ya les
llamaremos para darles la noticia, eso es lo que esperan, una llamada
telefónica que los entristezca, que les haga pensar que después de uno va otro
en la cola, al mismo patio”
No
son palabras de sabio alguno, es la realidad de lo que la vida nos trae, unos
lo ven de un modo más audaz, más realista, y otros lo ven desde un punto de
vista más simbólico, más… “tenía que pasar estas enfermedades no tienen
remedio, cualquier otro día nos puede llegar a nosotros” Es innegable que la
verdad es así de cruda y de injusta si uno quiere verlo así pero es duro tener
que afrontar esta situación sin tener el respaldo de los tuyos.
El
respaldo uno lo tiene, cuando sabe que por lo menos, piensan en que uno que
está a las puertas de la muerte. No quiero decir que estén continuamente
pensando en uno, que lloren y se tiren de los pelos, no, el respaldo lo tienes
cuando por lo menos, comprenden tu situación, se hacen eco del padecimiento que
tienes y que puedes contar con ellos en cualquier circunstancia.
Menos
mal que siempre encuentras a gente comprometida que no son de tu familia, te
paran por la calle y te preguntan, se interesan por ti con el fin de hacer más
llevadera tú enfermedad. No me lamento de lo que me afecta, de mi enfermedad,
eso es algo que cualquiera puede tener sin esfuerzo alguno, sin maldiciones ni
conjuros.
Pero
la responsabilidad es de ellos, de los tuyos, de los que creías que estaban
interesados por ti de modo permanente y resulta que el interés ha sido
pasajero, fugaz. No es un invento nuevo este, todo esto pasa desde que el mundo
es mundo, pero cuando lo vives en carne propia, la cosa cambia, están
implicados sentimientos y formas de sentir que son inexplicables.
No
los culpo, ellos tienen que tener los motivos para hacer las cosas como deben
ser, si no lo hacen es porque la sensibilidad de sus corazones necesita ser
refinada, tengan o no una religión en la que apoyarse.
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