domingo, 8 de mayo de 2016

ELLOS

                                                                      ELLOS

Y mira que son familia directa… pues nada oye, se ve que cuánto más lejos mejor, las cosas son así, si se pueden evitar problemas o movidas se las evitan. No es que sean mala gente, pero llevo más de quince días sin saber nada de ellos.
Es cierto que vinieron a la operación a vida o muerte que me hicieron, que se recorrieron todo el mapa de España para llegar hasta el hospital donde me iban a intervenir, hasta aquí todo perfecto, es lo que esperas de tus hermanos y sobrinos, de los que pudieron hacer el viaje, pero aparte eso y después de unos días, creo que fui para ellos como una nube de verano, de esas que pasan sin pena ni gloria.
No se puede juzgar a la gente, pero hay cosas que si merecen ser mencionadas y por qué no, quejarte de ellas. ¡Mira que algunas personas que tienen a mi familia en gran estima me lo decían…! “Date con un canto en los dientes, ya han cumplido con lo que consideran más importante, te han venido a ver y eso de por sí ya es mucho”
¡Que poco se han equivocado…! Hace no sé cuánto, que no recibo una llamada interesándose por mí, saber cómo estoy, ni siquiera un mensaje de apoyo, de estímulo que me levante la moral un poco. “Cuando faltes de este mundo, ya les llamaremos para darles la noticia, eso es lo que esperan, una llamada telefónica que los entristezca, que les haga pensar que después de uno va otro en la cola, al mismo patio”
No son palabras de sabio alguno, es la realidad de lo que la vida nos trae, unos lo ven de un modo más audaz, más realista, y otros lo ven desde un punto de vista más simbólico, más… “tenía que pasar estas enfermedades no tienen remedio, cualquier otro día nos puede llegar a nosotros” Es innegable que la verdad es así de cruda y de injusta si uno quiere verlo así pero es duro tener que afrontar esta situación sin tener el respaldo de los tuyos.
El respaldo uno lo tiene, cuando sabe que por lo menos, piensan en que uno que está a las puertas de la muerte. No quiero decir que estén continuamente pensando en uno, que lloren y se tiren de los pelos, no, el respaldo lo tienes cuando por lo menos, comprenden tu situación, se hacen eco del padecimiento que tienes y que puedes contar con ellos en cualquier circunstancia.
Menos mal que siempre encuentras a gente comprometida que no son de tu familia, te paran por la calle y te preguntan, se interesan por ti con el fin de hacer más llevadera tú enfermedad. No me lamento de lo que me afecta, de mi enfermedad, eso es algo que cualquiera puede tener sin esfuerzo alguno, sin maldiciones ni conjuros.
Pero la responsabilidad es de ellos, de los tuyos, de los que creías que estaban interesados por ti de modo permanente y resulta que el interés ha sido pasajero, fugaz. No es un invento nuevo este, todo esto pasa desde que el mundo es mundo, pero cuando lo vives en carne propia, la cosa cambia, están implicados sentimientos y formas de sentir que son inexplicables.
No los culpo, ellos tienen que tener los motivos para hacer las cosas como deben ser, si no lo hacen es porque la sensibilidad de sus corazones necesita ser refinada, tengan o no una religión en la que apoyarse.

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