REYES Y REYEZUELOS
En
mi casa soy el rey, sí como lo oís, hago todo lo que me place y cuando quiero,
en ocasiones lo que leo me ayuda a pensar que debo modificar algún
comportamiento, otras, me doy cuenta de que las cosas las estoy haciendo
bastante bien, siempre se puede superar a mejor lo que alguien decide hacer,
pero por lo general, estoy contento, la mayor parte de las cosas me salen a
pedir de boca y eso… no todo el mundo o puede decir.
Estamos
sometido a formas de ser de nuestro entorno que no se pueden cambiar, no todo
lo podemos dominar, somos esclavos de nuestras propias debilidades, y quién
quiera asegurar lo contrario, se engaña a sí mismo. Dinámicas de la vida
supongo que se le podría llamar, quién tiene mejor puntería se lleva el
peluche, aunque para eso tengas que invertir más monedas de las previstas. Aun
así, hay quién piensa que sigue siendo el rey de su… llamemos destino, pero esa
es una falacia en la que no vale la pena entrar, destino, predestinación,
llamada desde el más allá… eso no importa demasiado, es lo que hace que
nuestras vidas, se vayan consumiendo poco a poco. Somos los reyes de nuestras
propias decisiones, y en consecuencia, de los resultados que estas producen.
Mientras seamos nosotros los que dominemos la situación todo está bien.
Lo
malo es que a menudo hay quién cree que lo hace, a pesar de lo que se ve desde
el exterior, gente que alardea de ser reyezuelos, mientras que la verdad es
otra diferente, se adornan como los demás quieren, se tiñen el pelo como sus
consejeros les dictan, y así, llegan a ser meros títeres de una especie que
pocas veces se deja ver, ¿para qué? Quedan retratados en esa temible ola de
despiadados pastores de hombres que no tienen sentido alguno de lo que es la
verdad, la vergüenza o la razón. ¡Reyezuelos con nombre pero sin identidad
clara… eso es lo que son, la mayoría! Podemos ser reyes si somos capaces de
reivindicar que lo somos le pese a quién le pese, por el contrario, somos meras
fichas de un juego de mesa que nadie quiere descubrir por temor a ser vengados.
De
los reyezuelos no merece la pena hablar, son los perdedores, los que se mueven
movidos por intereses oscuros, ¿para qué si no valen nada? Los reyezuelos no
son más que figurantes en un mosaico lleno de huecos que quieren ser pero que
no son nada. Pasemos de ellos. Démosles la importancia que merecen a los que sí
que se esfuerzan en ser reyes, reyes de sus casas, reyes de sus familias, reyes
de sus vidas.
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