sábado, 28 de mayo de 2016

REYES Y REYEZUELOS

                                                          REYES Y REYEZUELOS

En mi casa soy el rey, sí como lo oís, hago todo lo que me place y cuando quiero, en ocasiones lo que leo me ayuda a pensar que debo modificar algún comportamiento, otras, me doy cuenta de que las cosas las estoy haciendo bastante bien, siempre se puede superar a mejor lo que alguien decide hacer, pero por lo general, estoy contento, la mayor parte de las cosas me salen a pedir de boca y eso… no todo el mundo o puede decir.
Estamos sometido a formas de ser de nuestro entorno que no se pueden cambiar, no todo lo podemos dominar, somos esclavos de nuestras propias debilidades, y quién quiera asegurar lo contrario, se engaña a sí mismo. Dinámicas de la vida supongo que se le podría llamar, quién tiene mejor puntería se lleva el peluche, aunque para eso tengas que invertir más monedas de las previstas. Aun así, hay quién piensa que sigue siendo el rey de su… llamemos destino, pero esa es una falacia en la que no vale la pena entrar, destino, predestinación, llamada desde el más allá… eso no importa demasiado, es lo que hace que nuestras vidas, se vayan consumiendo poco a poco. Somos los reyes de nuestras propias decisiones, y en consecuencia, de los resultados que estas producen. Mientras seamos nosotros los que dominemos la situación todo está bien.
Lo malo es que a menudo hay quién cree que lo hace, a pesar de lo que se ve desde el exterior, gente que alardea de ser reyezuelos, mientras que la verdad es otra diferente, se adornan como los demás quieren, se tiñen el pelo como sus consejeros les dictan, y así, llegan a ser meros títeres de una especie que pocas veces se deja ver, ¿para qué? Quedan retratados en esa temible ola de despiadados pastores de hombres que no tienen sentido alguno de lo que es la verdad, la vergüenza o la razón. ¡Reyezuelos con nombre pero sin identidad clara… eso es lo que son, la mayoría! Podemos ser reyes si somos capaces de reivindicar que lo somos le pese a quién le pese, por el contrario, somos meras fichas de un juego de mesa que nadie quiere descubrir por temor a ser vengados.
De los reyezuelos no merece la pena hablar, son los perdedores, los que se mueven movidos por intereses oscuros, ¿para qué si no valen nada? Los reyezuelos no son más que figurantes en un mosaico lleno de huecos que quieren ser pero que no son nada. Pasemos de ellos. Démosles la importancia que merecen a los que sí que se esfuerzan en ser reyes, reyes de sus casas, reyes de sus familias, reyes de sus vidas.

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