lunes, 2 de mayo de 2016

EL RINCÓN DEL ESCAPARATE

                                                        EL RINCÓN DEL ESCAPARATE

Siempre, sea la temporada que sea, cambie o no la moda, entren los clientes que entren en el comercio, el rincón de Asunción siempre está vacío. Tuvieron un desacuerdo hace años respecto a qué poner en aquel lugar gracioso y destacado de la tienda, pero siempre sucedía lo mismo… discusiones acerca de qué se debería poner en aquel lugar destacado y siempre admirado por los clientes. Al principio fueron unos cuantos complementos que adornaban con mucho gusto aquella esquina mal escuadrada del local, luego, cuando al cabo de una temporada las tendencias cambiaron, comenzaron los problemas.
-Aquí deberíamos poner unos cuantos fulares de seda y una selección de los mejores zapatos que nos tienen que traer, ¿qué te parece?
- Mujer sería un cambio muy radical, estoy segura que la mitad de las clientas, se despistarían cuando miraran y no vieran lo acostumbrado, pañuelos y brazaletes, collares de cierta calidad y bolsos como los que teníamos antes.
-No estoy de acuerdo Laura, la gente se acostumbra a todo, solo hay que darles indicaciones y acompañarles para que vean lo que nos llega de nuevo.
Este fue el punto de partida de las discusiones que tenían, un día sí y otro también. La guinda del pastel la puso uno de los viajes que Asunción tuvo que hacer de forma obligada a una feria que se celebraba en Madrid. Al volver, no solo el rincón había cambiado, toda la tienda estaba patas arriba, Laura aprovechó la circunstancia para dejar claro que ella mandaba igual que Asunción en el tema de tomar decisiones del tipo que fuera y como viera que era lo mejor para el negocio.
-¿Pero tú que te has creído pedazo de mema, acaso creías que no me iba a dar cuenta de lo que pretendes hacer con la tienda…? Quieres adueñarte de ella y eso…, no te lo voy a consentir.
Mira, no hay cosa peor que una pelea entre dos mujeres con intereses comerciales de por medio, comerciales o de personas, y no me refiero a niños pequeños, me estoy refiriendo a un novio o a un amante, que valga la pena claro. Bueno pues en el caso de Asunción y Laura, estaban envueltos los dos asuntos, el negocio y un jambo del que estaban prendados las dos. ¿Habrá cosa peor que esa…? Y el negocio de por medio, en fin, todo una batalla en toda regla.
¿Qué tenía que haber como tema de discordia…? Un rincón de escaparate que en realidad no era más que un espacio apropiado para colocar de manera fija, un paragüero. Hay quién piense, que ese no era el auténtico motivo para que siempre estuvieran discutiendo sobre el rincón de marras, pero cuando ves el trasfondo del asunto, te das cuenta que había para eso y mucho más. Cada cual traía a sus amigas a la tienda para buscar su aprobación respecto al rincón, todas ellas, amigas de unas y otras, les dan la razón, y hasta les sugieren mil y una maneras de aprovechar el maldito rincón, pero lo cierto es que la mayoría lo hacen por compromiso. Luego salen del local y van a su rollo… Mira que estas dos pelearse y llevarse mal por una nimiedad como esa, ¡mira que son absurdas las dos, que forma de hacer el ridículo!
Oye, que yo como sigan las cosas así, prefiero dejar de ser amiga de ellas, no me jodas, ¡con la de problemas que ya tiene una en casa y fuera de ella!
Mientras, las otras dos perdiendo clientela porque la gente les ve el careto que ponen cada vez que entran en el local, terminan comprando un anillo de bisutería. En definitiva… al cabo de tres meses, unos obreros comenzaron a empapelar las cristaleras, y a colgar el letrero con letras que eran más grandes que la propia tienda donde se leía “Liquidación por cierre” Hostia, que habían ido juntas a los Salesianos juntas desde los siete años, ¿Dónde quedó esta amistad que se habían prometido a sí mismos como duradera, para toda la vida?
No montéis negocios con socios, es mala cosa, lo que uno pueda montar solo, aunque sea una tienda de gominolas, que lo haga, pero sin socios, eso nunca, luego puede suceder, con el tiempo que tu socio te sugiera que en ese rincón que sobra, que no sirva para nada, el otro quiera poner una máquina expendedora de condones.

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