domingo, 15 de mayo de 2016

MAL DE AMORES

                                                               MAL DE AMORES

Se supone que el amor no debería causar dolor, muy al contrario, tendría que hacer que las personas fuéramos más felices, que estuviéramos más predispuestas a desarrollar otras muchas cualidades cuando este está en plena efervescencia. Pues parece que estoy equivocado, el mal de amores le procura a mucha gente celos infundados, sospechas y hasta peleas dentro de esta pareja que tanto dicen amarse. Es por eso que cuando se me ha ocurrido este tema, me ha venido a la mente, mal de amores, el amor es como una flor cuando se abre y expone todo su esplendor, su perfume y su belleza, el caso es que es así como lo vemos al principio.
Pero es tal la belleza que puede llegar a tener, tanto el cariño que debe de sentir hacia uno, que nos encelamos con él y deseamos que sea solamente nuestro. Cuando lo cierto es, que a mayor cantidad de amor, más se reflejan las cualidades que posee, no debería estar monopolizado por nadie, ni por nada, el amor es una expresión que va en aumento a medida que lo merecemos.
-Sí, mira chico, me ha tocado en suerte a esta mujer y no es que le niegue las cualidades que tiene, se manifiestan por sí solas, ¡pero el problema es que mira por ella sola, no existe nadie salvo ella, eso es lo que esperaba al juntarse conmigo!
Lo mismo es cierto en cuanto al otro compañero, ella esperaba que fuera más trabajador, que estuviera más en casa, que cuando llegara del trabajo, se la comiera a besos como manifestación de que la quiere. ¡Vaya lío este…! No exagero cuando digo mal de amores, todos esperamos más y mejor de la persona que está a nuestro lado. Es un poco lo que pasa cuando uno compra un auto nuevo. Al principio todo va de maravilla en el aparato, camina sin hacer ruidos, consume poco combustible, se mueve por la ciudad con soltura como nos habían hecho propaganda de él, hasta que deja de hacerlo, pasan los años y envejece, hay que hacer reparaciones para ponerlo de nuevo a punto y esperar que responda más o menos, al coche que compramos hace diez años atrás.
Eso a todas luces es imposible, andamos con él porque no nos queda otro remedio, no podemos permitirnos gastarnos una millonada para invertirlo en otro nuevo, de forma que nos conformamos a seguir llevando al taller al ahora, viejo trasto que tanta ilusión nos hizo en su día y tantas alegrías nos dio.
El amor no es así, se pueden buscar determinados repuestos en talleres y tiendas especializadas, pero… llega el momento, en el que ni en las chatarrerías encontramos la pieza deseada, a partir de entonces hay dos soluciones, o renunciar a usar el amor, o ir por libre, a pie.
Ni una cosa ni la otra son recomendables, si renuncias al amor la jodes, acabas por no querer a nadie, si vas a pie es porque te has separado y ya está harto de recriminaciones y discusiones que pueden llevar a mal fin, hay otra posibilidad todavía, que uno se vuelva un golfo de tomo y lomo y vaya por la vida vagando cual si fuera un mendigo. El amor está hecho para consolidarse, para pedir determinadas cosas y renunciar a otras, de otro modo, el amor es como una barca a la que hay que ir achicando agua hasta que se hunde, y son los dos, unidos los que deben dar este paso esencial.
Si no fuera así… ¿Qué sentido tiene la palabra amor?


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