lunes, 8 de agosto de 2016

COLORES EN DESUSO

                                                     COLORES EN DESUSO

Definitivamente he dejado de lado determinados colores de mi armario, no me interesan, están pasados de moda, de manera que los he tirado a la basura en lugar de regalarlos a otras personas a quienes, probablemente les favorecería. En lo que se refiere a mí, los quiero bien lejos de mi persona, son colores mal combinados, o que no combinan con nada de lo que soy ni pretendo ser. No se trata de colores en sí, son actitudes que desprecio, salvo algún que otro color bien seleccionado, los demás a la basura. No me interesa la hipocresía, el desapego, la infidelidad… ¿Para qué quiero tenerlos en el armario si sé que no me los voy a poner nunca? No sé y conste que a veces me he esforzado en ser un hipócrita, una de esas personas que se arriman a otras persiguiendo un objetivo inmerecido, pasándoles el peine sobre sus cabezas desmelenadas, con el fin de que se fijen en uno. No quiero eso para nada, prefiero pasar desapercibido, ser un personaje gris, de un color que por no ser demasiado vistoso, nadie se fija en él.
Otro color del que me he deprendido es el desapego, no me interesan para nada las personas que no son agradecidas, ya no hacia mí, más bien a todo el mundo, los tratan como personas que ven por la vida perdonando la vida a otros, menospreciando a aquellos de los que han comido de su mano, que les han dado todo aquello que tienen, una vez obtenido lo que quieren, se olvidan de quién ha sido ese alma caritativa y altruista, que con la mejor voluntad, les abrió la puerta de su casa, les ha dado de su plato les ha ofrecido todo un mundo de posibilidades para que tuvieran un oportunidad de mejorar y los ignoran como si fueran una lata de bebida vacía a la que patean hasta que se cansan. El desapego lo mismo que la hipocresía está de moda, se practica porque quién lleva a cabo estos defectos de forma sistemática dicen que les va bien, que no les hace falta nadie para tirar adelante en la vida.
Del último color que os hablo ahora es de la infidelidad, que por cierto no es tal para el infiel, es solo un modo de defenderse de los ataques que les llegan del exterior, sino fueran infieles los demás que lo son a carta cabal se los comerían vivos. Han de ceder a los chantajes de una sociedad que cada vez es más exigente, especialmente con la gente honrada, hay que ser infiel si quieres conservar tu trabajo, si quieres tener contentas a determinadas personas que aunque parezca mentira, a menudo son los mismos jefes que exigen que alguno o algunos de sus subordinados sean personas infieles, de otro modo no caben dentro del círculo de personas agraciadas por determinada empresa. Normalmente esto se lleva con mayor discreción que los otros defectos mencionados antes, pero eso no los exime de tener que pasar, por el aro. Les guste o no a las víctimas, deben hacer aquello para que todo marche de forma correcta.
¿Quién quisiera tener en su armario vestimentas de esta índole…? Es posible que quién haya hecho de estas prácticas una costumbre lo vean como algo normal, pero la realidad, es que son prácticas que deslucen a quienes llevan puestas estas prendas a diario. Se denuncian a sí mismos porque siempre llevan esta vestimenta a todas horas, son prendas que no se lavan, y aun así, si se pudieran lavar a diario, el color siempre queda indeleble. Es una auténtica pena que el mundo tenga que caminar dependiendo de estos colores, que no tienen como resultado más que la corrupción, el desasosiego y la impiedad.


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