EL CIELO SIEMPRE ESPERA
Todo lo que uno pueda imaginar,
desde estrellas hasta grandes nebulosas que todavía se están investigando, los millones de soles de
otros sistemas planetarios, todo, está contenido en los cielos que nosotros
solo vemos como un espacio azul y limpio. Mientras eso ocurre, aquí, en la
tierra, no de jamos de preguntarnos qué es lo que hay más allá, pues bien, no
hay nada más que eso, cielo. El tiempo pasa a gusto de cada cual, y el día y la
noche se confunden en una amalgama de colores que no sabemos interpretar de
forma clara.
Pero el tiempo pasa y el cielo
espera, se nos puede antojar fácil ver pasar los días sin interrupciones, con
las rutinas que nos depara el trabajo, el tiempo de ocio… y ahí está él,
esperando, viéndolo todo con indiferencia porque para eso está hecho, para ser
el sostén de la vida y de la muerte. Y con todo, no caemos en la tentación de
valorar ese inmenso espacio que al parecer no representa nada, solo eso, una bóveda
que cambia a placer del tiempo, que al parecer cambia solo cuando tiene que
llover, diluviar en ocasiones, sin saber cuándo va a parar esta molesta lluvia
que lleva ya varios días cayendo sobre nuestras cabezas. La realidad es, que el
cielo tiene determinado propósito incomprensible para nosotros, lo cierto es
que nos espera, es paciente y discreto, cuando el sol lo ilumina nos complace
verlo, especialmente, cuando estamos disfrutando de él sin prisa alguna por
retirarnos de los beneficiosos rayos que emite.
No es que crea que voy a ir al
cielo cuando me muera, no me preocupa donde vaya a ir a parar una vez muerto, pero
millones de personas ve en el cielo su lugar de reposo, el lugar donde reciben
el premio que algún dios les ha prometido. Para mí, el cielo, es una de las
mejores cosas que se les ha otorgado a los humanos, la oportunidad de poder
aprovechar sus vidas y hacer de ese cielo un objetivo claro mientras estamos vivos.
Es cierto que el cielo es algo inconcreto, pero no por eso deja de ser real,
hasta se pudiera decir que es un amigo en nuestro caminar, no habla más que
cuando ruge en mitad de la tormenta, cuando se forman estas grandes catástrofes
que lo asolan todo a su paso. No es su culpa, es solo una consecuencia de lo
mal que estamos tratando todo su entorno, cuando se desatan sus fuerzas, no
importa dónde te escondas, te encuentra, y si te haya y sus tentáculos pueden
llegar a ti, te lleva con él, te alza a lugares nunca imaginados por el hombre.
Es por eso que hacemos bien en
conocerlo y respetarlo, su poder es infinito, de diría que malicioso, tanto si
estamos viviendo en una estación u otra. Llega a todos los lugares, no respeta
edades ni clases de personas, va a lo suyo, a lo que le mandan las fuerzas que
no se sabe bien de dónde llegan. Y no es que se pare en determinado lugar, de
un lugar a otro, el cielo se desplaza como si de un trompo se tratara, comienza
a dar vueltas, y si ha golpeado una zona ya de por sí depauperada, pobre, pasa
a castigar, es solo una expresión, a otras zonas que son ricas y donde las
casas están bien construidas, sólidas, construidas sobre rocas con fuertes
fundamentos.
Al cielo hay que temerlo, cuando se
irrita es desesperado y ciego, llega, golpea y marcha a otro lugar. Esa es la
razón principal por la cual hay que respetar todo su entorno, el no hacerlo no
produce más que perjuicios, para los que solo miran el cielo con el fin de
aprovechar los beneficios de sus rayos ultravioletas, para ponernos morenos,
para que nos fría la piel hasta que esta se cae a tiras. El cielo sabe esperar,
por él pasan astros que pueden ser beneficiosos, si abusamos de estos
beneficios… lo que nos espera es probablemente, una vida más corta que la que
normalmente uno desea para sí y para los suyos.
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