miércoles, 10 de agosto de 2016

EL CIELO SIEMPRE ESPERA

                                                   EL CIELO SIEMPRE ESPERA

Todo lo que uno pueda imaginar, desde estrellas hasta grandes nebulosas que todavía se  están investigando, los millones de soles de otros sistemas planetarios, todo, está contenido en los cielos que nosotros solo vemos como un espacio azul y limpio. Mientras eso ocurre, aquí, en la tierra, no de jamos de preguntarnos qué es lo que hay más allá, pues bien, no hay nada más que eso, cielo. El tiempo pasa a gusto de cada cual, y el día y la noche se confunden en una amalgama de colores que no sabemos interpretar de forma clara.
Pero el tiempo pasa y el cielo espera, se nos puede antojar fácil ver pasar los días sin interrupciones, con las rutinas que nos depara el trabajo, el tiempo de ocio… y ahí está él, esperando, viéndolo todo con indiferencia porque para eso está hecho, para ser el sostén de la vida y de la muerte. Y con todo, no caemos en la tentación de valorar ese inmenso espacio que al parecer no representa nada, solo eso, una bóveda que cambia a placer del tiempo, que al parecer cambia solo cuando tiene que llover, diluviar en ocasiones, sin saber cuándo va a parar esta molesta lluvia que lleva ya varios días cayendo sobre nuestras cabezas. La realidad es, que el cielo tiene determinado propósito incomprensible para nosotros, lo cierto es que nos espera, es paciente y discreto, cuando el sol lo ilumina nos complace verlo, especialmente, cuando estamos disfrutando de él sin prisa alguna por retirarnos de los beneficiosos rayos que emite.
No es que crea que voy a ir al cielo cuando me muera, no me preocupa donde vaya a ir a parar una vez muerto, pero millones de personas ve en el cielo su lugar de reposo, el lugar donde reciben el premio que algún dios les ha prometido. Para mí, el cielo, es una de las mejores cosas que se les ha otorgado a los humanos, la oportunidad de poder aprovechar sus vidas y hacer de ese cielo un objetivo claro mientras estamos vivos. Es cierto que el cielo es algo inconcreto, pero no por eso deja de ser real, hasta se pudiera decir que es un amigo en nuestro caminar, no habla más que cuando ruge en mitad de la tormenta, cuando se forman estas grandes catástrofes que lo asolan todo a su paso. No es su culpa, es solo una consecuencia de lo mal que estamos tratando todo su entorno, cuando se desatan sus fuerzas, no importa dónde te escondas, te encuentra, y si te haya y sus tentáculos pueden llegar a ti, te lleva con él, te alza a lugares nunca imaginados por el hombre.
Es por eso que hacemos bien en conocerlo y respetarlo, su poder es infinito, de diría que malicioso, tanto si estamos viviendo en una estación u otra. Llega a todos los lugares, no respeta edades ni clases de personas, va a lo suyo, a lo que le mandan las fuerzas que no se sabe bien de dónde llegan. Y no es que se pare en determinado lugar, de un lugar a otro, el cielo se desplaza como si de un trompo se tratara, comienza a dar vueltas, y si ha golpeado una zona ya de por sí depauperada, pobre, pasa a castigar, es solo una expresión, a otras zonas que son ricas y donde las casas están bien construidas, sólidas, construidas sobre rocas con fuertes fundamentos.
Al cielo hay que temerlo, cuando se irrita es desesperado y ciego, llega, golpea y marcha a otro lugar. Esa es la razón principal por la cual hay que respetar todo su entorno, el no hacerlo no produce más que perjuicios, para los que solo miran el cielo con el fin de aprovechar los beneficios de sus rayos ultravioletas, para ponernos morenos, para que nos fría la piel hasta que esta se cae a tiras. El cielo sabe esperar, por él pasan astros que pueden ser beneficiosos, si abusamos de estos beneficios… lo que nos espera es probablemente, una vida más corta que la que normalmente uno desea para sí y para los suyos.


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