martes, 2 de agosto de 2016

IMAGINO

                                                           IMAGINO

Que hay personas cansadísimas después de una agotadora jornada de trabajo, que miran continuamente el reloj esperando llegar a casa en autobús o metro y ponerse a jugar con sus hijos, besar a su esposa y relajarse después de eso para disfrutar de una cena esperando la hora de qué todos se acuesten. Imagino que hay muchos jóvenes a quienes les apasiona la lectura y que esperan pacientemente que pasen las horas de clase, para llegar a sus casas y continuar la lectura de esa gran novela que hace poco acaban de descubrir. No les importa que la tele esté encendida, que el resto de la familia esté disfrutando de un estreno televisivo, ellos están en una nube que les llena de placer y satisface sus deseos. Imagino a esos abuelos que esperan con ansia, que sus hijos llamen a la puerta para dejarles a los niños mientras ellos trabajan, los ven alejarse en su coche desde el balcón y comienzan a disfrutar de esta tarea tan importante y satisfactoria para ellos que no es otra más que la de cuidar de esos pequeños, se saben necesarios eso los llena de orgullo y de ganas de seguir vivos.
Imagino a un par o tres amigos, que juntos toman una cerveza bien ganada después del trabajo, después de haber cumplido a la perfección su curro que les exige tanto esfuerzo y concentración. Imagino a madres y padres que están enfermos y que se hacen mil y una preguntas acerca del futuro de su prole cuando ellos falten. Muchos de ellos son creyentes, tienen su religión a la que se aferran como un áncora mantiene fijado un barco que debe mantenerse a flote cueste lo que cueste, por tanto, rezan a su dios para que las cosas no cambien en este sentido y todo continúe como hasta ahora.
Imagino a hijos que quieren crecer deprisa con el único fin de apoyar y en consecuencia ayudar en la medida de sus fuerzas a la familia, sin regatear esfuerzos. Lindos deseos estos, la imaginación vuela por el aire, del mismo modo que lo hacen nuestros deseos. Hay quién ve la vida como una gran empresa a la que pertenecen, que deben apoyar en todo, a fin y efecto, de salir beneficiados, airosos, porque su imaginación les ha llevado a buen puerto, solucionando problemas para otros imposibles de resolver, pero que sin embargo, gracias a poner en práctica su imaginación han conseguido sus objetivos.
Admiro la imaginación de las madres que ante la desesperación de su bebé que llora sin saber por qué, le canta nanas, lo acuna, le sonríe mirando a sus llorosos ojos y con paciencia, calma la excitación de su hijo. También es de admirar el apoyo y ayuda moral que el padre transmite a sus hijos  con el fin de cimentar en él una personalidad fuerte e indudablemente productiva en el futuro.
¡Hay tantas cosas que logra la imaginación de las personas, que son difíciles de enumerar!
 Si tan solo fuéramos capaces de ver el valor de la imaginación, de muchos que se preocupan para que este mundo sea mejor y más valioso, nos pondríamos todos en marcha para apuntarnos a este tren de vida que lleva a la variedad de las personas con criterios propios, a aquellos que consideran que el ser imaginativos es como un árbol que no deja de crecer y que alienta al resto de él a empujar en dirección al sol de la sabiduría.


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