IMAGINO
Que hay personas cansadísimas
después de una agotadora jornada de trabajo, que miran continuamente el reloj
esperando llegar a casa en autobús o metro y ponerse a jugar con sus hijos,
besar a su esposa y relajarse después de eso para disfrutar de una cena
esperando la hora de qué todos se acuesten. Imagino que hay muchos jóvenes a
quienes les apasiona la lectura y que esperan pacientemente que pasen las horas
de clase, para llegar a sus casas y continuar la lectura de esa gran novela que
hace poco acaban de descubrir. No les importa que la tele esté encendida, que
el resto de la familia esté disfrutando de un estreno televisivo, ellos están
en una nube que les llena de placer y satisface sus deseos. Imagino a esos
abuelos que esperan con ansia, que sus hijos llamen a la puerta para dejarles a
los niños mientras ellos trabajan, los ven alejarse en su coche desde el balcón
y comienzan a disfrutar de esta tarea tan importante y satisfactoria para ellos
que no es otra más que la de cuidar de esos pequeños, se saben necesarios eso
los llena de orgullo y de ganas de seguir vivos.
Imagino a un par o tres amigos, que
juntos toman una cerveza bien ganada después del trabajo, después de haber
cumplido a la perfección su curro que les exige tanto esfuerzo y concentración.
Imagino a madres y padres que están enfermos y que se hacen mil y una preguntas
acerca del futuro de su prole cuando ellos falten. Muchos de ellos son
creyentes, tienen su religión a la que se aferran como un áncora mantiene
fijado un barco que debe mantenerse a flote cueste lo que cueste, por tanto,
rezan a su dios para que las cosas no cambien en este sentido y todo continúe
como hasta ahora.
Imagino a hijos que quieren crecer
deprisa con el único fin de apoyar y en consecuencia ayudar en la medida de sus
fuerzas a la familia, sin regatear esfuerzos. Lindos deseos estos, la
imaginación vuela por el aire, del mismo modo que lo hacen nuestros deseos. Hay
quién ve la vida como una gran empresa a la que pertenecen, que deben apoyar en
todo, a fin y efecto, de salir beneficiados, airosos, porque su imaginación les
ha llevado a buen puerto, solucionando problemas para otros imposibles de
resolver, pero que sin embargo, gracias a poner en práctica su imaginación han
conseguido sus objetivos.
Admiro la imaginación de las madres
que ante la desesperación de su bebé que llora sin saber por qué, le canta
nanas, lo acuna, le sonríe mirando a sus llorosos ojos y con paciencia, calma
la excitación de su hijo. También es de admirar el apoyo y ayuda moral que el
padre transmite a sus hijos con el fin de
cimentar en él una personalidad fuerte e indudablemente productiva en el
futuro.
¡Hay tantas cosas que logra la
imaginación de las personas, que son difíciles de enumerar!
Si tan solo fuéramos capaces de ver el valor
de la imaginación, de muchos que se preocupan para que este mundo sea mejor y
más valioso, nos pondríamos todos en marcha para apuntarnos a este tren de vida
que lleva a la variedad de las personas con criterios propios, a aquellos que
consideran que el ser imaginativos es como un árbol que no deja de crecer y que
alienta al resto de él a empujar en dirección al sol de la sabiduría.
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