UN TODO PARA MUCHOS
Soy amigo de un divorciado como yo,
de un enfermo de cáncer que está en las últimas, de una pobre muchacha a la
nadie le ha enseñado más que a ganarse la vida prostituyéndose por cuatro
reales. Soy amigo de esta gente, y de otra mucha, que viven situaciones como
estas pero que no se conocen, gentes sencillas que llevan vidas desconocidas
para gran parte del barrio donde residen, que se consideran dignos de compartir
lo que tienen, las cualidades y los defectos con todo el mundo; ellos forman
parte del mundo, de manera que con todo el derecho, exigen su espacio entre los
muchos, vayan o no perfumados.
Considero un privilegio tener esta
relación con esta clase de personas, mucha gente diría que con esa clase de
personas no tiene nada que ver… Qué vergüenza si me viera alguien que me conoce
hablando con esa puta, se me caería la cara de vergüenza al suelo. Son las
mismas que sin embargo por la noche, al amparo de la luna, tienen que hacer
todo aquello que su marido les exige con el fin de poder mantener unida a la
familia. No es que plantee esto en forma de queja, pero la realidad nos da la
razón a los que dudamos de la sinceridad de determinadas palabras,
invitaciones, iniciativas para hacer lo que quiera que sea. Todo forma parte de
un infinito plan de abordar las conciencias de la gente, y revenderlas luego,
al mejor postor.
Puede que no sepamos nada de este asunto,
o que lo sepamos y por insultante que sea pasemos de puntillas por encima de
esos defectos. Muchos ni siquiera ya lo consideran defectos, lo ven como parte
necesaria de un status, que nos libera de prejuicios y sinrazones, que de otro
modo no dejarían que nos moviéramos con determinada libertad hacia los
objetivos que cada cual tiene.
Años atrás esto era impensable,
nadie cedía a sus trabajadores, para que otro competidor los usara en los quehaceres
de la fabricación de una nueva máquina o cualquier otra cosa que revolucionara
el mercado. Ahora esto que parecía imposible, se exige, con tal de hacer que
las personas, estemos dentro de esta esfera sin posibilidad de escapar, hasta
que no reciba nuevas órdenes que le digan que sin más dilación debe estar de
nuevo en el punto desde el que lo enviaron. Me dice un amigo mientras hablamos
de estos asuntos… Mientras no nos reclamen a la mujer como pieza esencial es
este cambio. Todo se andará viejo, todo
se andará. Somos esos dados que hemos caído en la ruleta y que para cuando
pierde la inercia que al principio tenía, tratamos desesperadamente de sujetarnos
a las paredes de la casilla donde hemos ido a parar, no queremos caer pero la inclinación
y la falta de fuerza nos hacen caer, y casi nunca al número que nosotros queremos.
Se nos ha usado como dados tantas veces, que ya sabemos de memoria que es lo
que esconden determinados números.
Somos diminutas esferas, que van
sin rumbo dentro de otra mucho más sofisticada, que unas veces es redonda y
otras adquiere aspectos engañosos que nos llevan donde llamamos la atención para
en suma, ser los artífices de este complejo mundo que bien pudiera ser una gran
bola de papel que termina por atropellarnos.
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