RECREANDO EL CORAZÓN
He nacido con él en el centro de mi
pecho, a medida que palpita me ayuda a ser más consciente de cuanto me rodea y
sin saberlo todavía, me hace más feliz. Huelo la piel del pecho de mi madre que
cada X tiempo me aprieta contra su pecho y me invita a que succione el líquido
que de él sale.
En esos instantes mi corazón se
exalta, palpita con mayor fuerza, luego se ralentiza y comienzo a sentirme
satisfecho físicamente, mis otros órganos comienzan a trabajar con mayor normalidad
y destreza, es como si mi maquinaria carnal fuera engrasada por esa deliciosa
leche que me alimenta, que me hace crecer, pero todavía no soy capaz de saber
agradecer a mi madre, todo lo que hace exclusivamente por mí. Ella está todo el
tiempo pendiente de mí, me vigila, me limpia, me acuna y me canta nanas que me
ayudan a conciliar el sueño. Estoy creciendo, lo notan especialmente la fuerza
de mis brazos y piernas, que aunque no están bien sincronizados se esfuerzan
por agarrar cosas con determinada firmeza lo mismo que mis piernecitas, quieren
desdoblarse, ponerse firmes para poder dar los primeros pasos, mi corazón se
desdobla en un esfuerzo continuado y acelerado que me permite poco a poco ir
haciendo, algunas de las cosas que naturalmente pretendo.
Es como si ese corazón que se me
dio inicialmente, se recrea, se renueva y adquiere como el resto de los órganos
de todo mi cuerpo las dimensiones adecuadas. ¡Qué maravilla… cuan agradecido
estoy a mis padres por haberme concedido este privilegio! un corazón sano y
fuerte para poder llegar a ser una persona completa, un hombre que tenga las
cualidades necesarias sentir con todas mis fuerzas los deseos de ser mejor,
crecer, en una palabra, ser como ellos quieren que sea dentro de los parámetros
normales, una persona de bien. Mi corazón agradecido les dice a mis padres en
silencio… “Mil gracias por ser como soy gracias a ese corazón que me disteis en
su día, y que ahora, agradecido, quiere hacer por vosotros, todo aquello que
sea posible para que tengáis una vida feliz”
Se me ha dado una oportunidad única
en la vida, la de hacer que mí corazón, lata con más fuerza cada día qué pasa,
que aprecie cada momento que respiro, que vaya poco a poco a transmitir a los
demás, el aprecio que tienen al vivir sus vidas, tengo muchas obligaciones
contraídas gracias a ser una persona con un corazón bien entrenado, este
corazón mío, recreado a medida que pongo en práctica lo aprendido, y lo que me
queda por aprender, me hace pensar, reflexionar, en la gracia que se me dio al
dar a luz mi madre, que como resultado de ese parto doloroso además de largo,
treinta y seis semanas exactas, se abrieran por completo mis pulmones al nacer
gracias al impulso del corazón que redistribuyó los fluidos, hasta el punto de
llegar un ser viviente.
Pasados los años, me veo
fortalecido, para afrontar cualquier acontecimiento que pudiera surgirme
durante la vida, una vida ya un poco desgastada eso sí, pero mantenida por una
magnífica bomba que no deja de mover mi cuerpo, más mal que bien ahora mismo,
pero sigo vivo, y en consecuencia, consciente que todavía puedo con dos
sencillas frases, mover el corazón de alguien, que todavía no ha llegado a
apreciar lo que representa el reconstruir su propio corazón, a base de aprecio
por todo lo que el resto de personas que lo rodean a uno, a ser agradecido, reconsiderar
que todo lo vivido es instrucción, es reconstrucción, sí, a pesar de los
acontecimientos negativos que puedan entorpecer nuestras opiniones o
perspectivas de futuro, por cierto, siempre un futuro incierto y fugaz, como el
paso de una estrella fugaz a través del cielo.
De modo que de nuevo, gracias
padres por poder estar juntos aunque por alguna razón natural, estemos
separados.
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