LA VERDAD ESTÁ EN LA
TIERRA
Dioses y motivos para creer en
ellos, razonamientos que llevan a la gente a creer en espíritus, sean estos de
índole maligna o benigna, todo esto, adornado por verdades más o menos
absolutas, pensamientos y esperanzas adornadas, maquilladas con promesas de
vidas espirituales que nos llevan hasta la eternidad, la vida eterna, el
nirvana. Transformarnos en seres, que hasta puedan llegar a gobernar a otros
todavía en la tierra, que están en una condición más baja por el simple hecho
de ser humanos, que no han experimentado la transformación debida y en
consecuencia están en una categoría inferior.
No critico la forma de pensar de
estas personas, ni a sus dirigentes, al fin de cuentas si dios existe será responsabilidad
de él hacerlo, por esa razón es el creador de todo cuanto nos rodea, y el
mantenedor dicho sea de paso. Siendo el caso que como acabo de decir no soy
juez, me limito al ámbito que conozco, a la vida en este planeta cargado de
incógnitas y supuestos misterios, que ya de por sí es suficientemente complejo.
Vivir rodeado de religiones hechas a medida de determinadas personas es un galimatías
de mucho cuidado.
Dioses hay para todos los gustos, y
me parece que todavía tienen que aparecer más, ¿de dónde salgan o quién los
idee es un asunto es un asunto ya terminado, ya ha concluido la búsqueda de la
verdad de lo absoluto? Estas divinidades no nos cuentan casi nada acerca de sus
vidas pasadas, parece que no están por la labor de hacer proselitismo de ellos
mismos, tienen seguidores más o menos convencidos y punto. Lo que sí es real es
lo que día a día vivimos aquí en nuestra tierra, esa es la verdad absoluta,
ella es la que nos mantiene, la que nos dice sin hablar que, cuando y donde
podemos encontrar los recursos necesarios para nuestra supervivencia.
Nadie puede poner en duda esta
realidad, plantamos la tierra y ella nos regala en consecuencia los frutos de
lo que hemos plantado a su debido tiempo. Nada tiene que ver la religión con
esto, es un proceso lógico que si no se altera, beneficia al esforzado
trabajador del campo, él tiene en cuenta determinados factores que le sirven de
guía, la luna por ejemplo, plantar al tiempo apropiado de un cuarto creciente o
en luna llena, hace que la producción de algunas frutas o legumbres se
multipliquen como si de un milagro se tratase.
La vedad pues, está en la tierra,
ella sabe qué hacer con las semillas, que semienterradas y bien regadas se dispone de forma casi
automática, a salir a la superficie a su debido tiempo a fin de que ese tocón
débil pero verde irá madurando hasta que el labrador recoja lo que se espera,
sean lechugas, garbanzos o melones. Sí, puede que nos dé por reír en este instante,
pero esa también, es la única realidad que la tierra nos ofrece, es como si nos
reclamara ser explotada en una especie de desafío… Venga, ponme a prueba, planta tus tomateras en
el seno de mis entrañas y cuida un poco de los abonos apropiados que necesito,
verás que tomates te ofrezco a su debido tiempo.
Ningún dios nos habla como la
propia tierra, ella sabe lo que necesitamos, nos regala todo su potencial sin
pedir nada a cambio, solo que la tengamos presente a cada paso que damos sobre
ella, solo pide ser respetada, solo eso, mira cuán grande es, como la tratamos
y a cambio del maltrato que a menudo le damos, en primavera llena su superficie
de un exteso manto de flores de todo color para nuestro beneficio.
Es posible que haya un dios que se
encargue de todos estos detalles, pero a mí me da, que es la propia tierra la
que nos ofrece un lugar hermoso en el que vivir, hasta que llega nuestro tiempo
de cerrar los ojos, y quedarnos con la magnífica estampa del campo, de los
árboles y flores decorando toda nuestra vida, una vida que comparada a la suya
es corta, pero que hace lo imposible para que sea lo más intensa posible.
----------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario