UN LUNES CUALQUIERA
Tengo que ir al hospital para que
me controlen la botella que llevo desde hace dos días colgada en la cintura que
está conectada al catéter por donde me medican para combatir un cáncer. He
salido del hospital en poco más de media hora, esta operación de desconectar la
botella es bastante rápida e indolora, me planto en la parada de las
ambulancias, son el transporte habitual que uso para subir y bajar del
hospital, pero… tengo que esperar a que haya más pasaje, de manera que me
acerco a la cafetería de delante del hospital para tomar un refresco, lo cierto
es que estos tragos hospitalarios dejan mal gusto de boca. No te apures, me dice el conductor de la
ambulancia, no marcharé al pueblo sin ti, si he de marchar voy y te busco.
La vecina de debajo de casa, una
mujer maravillosa en lo que a atenciones hacia mí se refiere, me está
esperando, la he llamado desde el hospital diciéndole que ya salía con la
ambulancia. Me siento dentro de su casa en la cocina, hablamos de lo que me han
hecho y me pregunta si he llegado al lugar de oncología sin perderme, este
hospital es inmenso, son dos hospitales en uno por decirlo de alguna forma. Me
tomo un café americano con ella y a los diez minutos llaman a la puerta. Es una
carta certificada a mi nombre, la abro y allí me dice una compañía de préstamos
que debo abonar 1.178´80 euros, si no los abono en un plazo razonable entraré
en una lista de morosos.
Para la fecha que señala la carta
que se pidió el dinero yo estaba en un quirófano operándome de cáncer de colon,
le explico a un señor por teléfono, es sudamericano por su acento, las
circunstancias de la imposibilidad de que sea yo el que ha pedido ese
dinero. Deme sus datos señor,
seguramente alguien ha usado su identidad para hacer esta transacción, déjeme
su teléfono y hoy mismo me pongo en contacto con usted, para aclarar que es lo
que ha podido pasar con este expediente.
Bien, gracias, aclárelo porque de otra forma sé dónde acudir para
formalizar una reclamación en toda regla.
La verdad, se me han quitado las
ganas de comer y ni tan siquiera hablar, mi vecina me dice que no me preocupe,
yo le he contestado que no estoy preocupado. Hay mucho pirata informático que
usa los datos de terceras personas para causarte molestias o darte sustos como
este. De cualquier manera, vaya comienzo de semana, estamos a lunes y encima de
todo lo que uno ya tiene que llevar por obligación sobre sí, viene un desgraciado
a procurar arruinarte el día.
¿Sabéis que os digo…? Que en este
concreto no lo van a conseguir porque yo, desde que conozco las consecuencias
de mi enfermedad, nadie por un asunto así va a arruinarme ni un solo minuto de
mi vida, debo vivirla intensamente pero con cordura, así es como me han
enseñado que se deben hacer estas cosas. Si alguien piensa que me pueden torear
como les plazca van listos, pero lo alucinante de todo esto es… que en un
espacio de tres horas de un comienzo de semana que debería ser normal, unos
capullos sin entrañas te estén fastidiando un lunes. ¡Con el día tan bonito que
ha levantado hoy…!
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