lunes, 8 de agosto de 2016

UN LUNES CUALQUIERA

                                                 UN LUNES CUALQUIERA

Tengo que ir al hospital para que me controlen la botella que llevo desde hace dos días colgada en la cintura que está conectada al catéter por donde me medican para combatir un cáncer. He salido del hospital en poco más de media hora, esta operación de desconectar la botella es bastante rápida e indolora, me planto en la parada de las ambulancias, son el transporte habitual que uso para subir y bajar del hospital, pero… tengo que esperar a que haya más pasaje, de manera que me acerco a la cafetería de delante del hospital para tomar un refresco, lo cierto es que estos tragos hospitalarios dejan mal gusto de boca.  No te apures, me dice el conductor de la ambulancia, no marcharé al pueblo sin ti, si he de marchar voy y te busco.
La vecina de debajo de casa, una mujer maravillosa en lo que a atenciones hacia mí se refiere, me está esperando, la he llamado desde el hospital diciéndole que ya salía con la ambulancia. Me siento dentro de su casa en la cocina, hablamos de lo que me han hecho y me pregunta si he llegado al lugar de oncología sin perderme, este hospital es inmenso, son dos hospitales en uno por decirlo de alguna forma. Me tomo un café americano con ella y a los diez minutos llaman a la puerta. Es una carta certificada a mi nombre, la abro y allí me dice una compañía de préstamos que debo abonar 1.178´80 euros, si no los abono en un plazo razonable entraré en una lista de morosos.
Para la fecha que señala la carta que se pidió el dinero yo estaba en un quirófano operándome de cáncer de colon, le explico a un señor por teléfono, es sudamericano por su acento, las circunstancias de la imposibilidad de que sea yo el que ha pedido ese dinero.  Deme sus datos señor, seguramente alguien ha usado su identidad para hacer esta transacción, déjeme su teléfono y hoy mismo me pongo en contacto con usted, para aclarar que es lo que ha podido pasar con este expediente.  Bien, gracias, aclárelo porque de otra forma sé dónde acudir para formalizar una reclamación en toda regla.
La verdad, se me han quitado las ganas de comer y ni tan siquiera hablar, mi vecina me dice que no me preocupe, yo le he contestado que no estoy preocupado. Hay mucho pirata informático que usa los datos de terceras personas para causarte molestias o darte sustos como este. De cualquier manera, vaya comienzo de semana, estamos a lunes y encima de todo lo que uno ya tiene que llevar por obligación sobre sí, viene un desgraciado a procurar arruinarte el día.
¿Sabéis que os digo…? Que en este concreto no lo van a conseguir porque yo, desde que conozco las consecuencias de mi enfermedad, nadie por un asunto así va a arruinarme ni un solo minuto de mi vida, debo vivirla intensamente pero con cordura, así es como me han enseñado que se deben hacer estas cosas. Si alguien piensa que me pueden torear como les plazca van listos, pero lo alucinante de todo esto es… que en un espacio de tres horas de un comienzo de semana que debería ser normal, unos capullos sin entrañas te estén fastidiando un lunes. ¡Con el día tan bonito que ha levantado hoy…!


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