sábado, 3 de enero de 2015

BAILA BAILARINA.


                                                BAILA BAILARINA



Levantaba cuatro palmos del suelo cuando comenzó su vocación de bailar. Este año para fiestas navideñas, aun sabiendo que los reyes magos no existen de verdad, les pidió a sus padres que le compraran un traje de bailarina, mayas y zapatillas de bailarina. Nadie en su casa sabía de esta vocación suya de bailar valet, a menudo los padres no estamos al tanto de estas cuestiones, se nos hace difícil de comprender como una hija nuestra tenga una afición de este tipo.

¿No te gustaría mejor otra cosa hija?, con la de cosas que hay para poder jugar.   No mamá, no quiero jugar, quiero aprender a bailar como aquellas señoritas que salieron por la tele el otro día bailando El Baile de los Cisnes, ¿te fijaste lo bien que lo hacían, las vueltas que daban sobre ellas mismas, me recordó la cajita de música que tienes sobre tu tocador.   Ha ya, la que cuando se abre sale la muñequita bailando con el tutú dando vueltas sobre las puntas de los dedos de los pies.   Eso quiero hacer yo mamá, bailar así.

El tema ha quedado aparcado durante un tiempo, aunque no se han olvidado del regalo y tiene colgado en su pequeño armario, los elementos que pidió en su día a sus padres. De vez en cuando, su madre la ha sorprendido vestida con el tutú y las zapatillas, esforzándose por mantenerse de puntillas sobre las zapatillas acolchadas de las puntas de los dedos. Se apoya con ambos brazos sobre la cómoda de su habitación, procura mantenerse lo más derecha posible, sabe que el equilibrio es la clave para poder dar lo mejor de sí misma, hace falta estilo para bailar valet clásico.

Diariamente, después de salir del colegio, de haber cumplido con las obligaciones propias de una niña que va a la escuela, merienda a base de zumos un par de galletas energéticas y se pone a hacer los deberes. La madre, el padre llega tarde del trabajo, la observa a paulatinamente va viendo que el asunto del valet se lo ha tomado en serio, diariamente ensaya nuevos movimientos, los perfecciona, insiste hasta que se sienta en el borde la cama, se descalza, y con cara de dolor, se masajea los pies, son la parte del cuerpo que soportan el mayor castigo de los movimientos que hace.

Clara, hoy he estado hablando con una vecina, que se había dedicado a la danza, se ha ofrecido a venir a verte el sábado a las cinco de la tarde, quiere conocerte ¿Qué te parece?   ¿De verdad mamá…? ¡sería estupendo! ¿tú crees que puedo servir como bailarina?   Hija mía, yo no entiendo de eso, solo sé que el valet es maravilloso, detrás de la danza hay mucho esfuerzo, son muchas y muchos los que van a escuelas solo para darse cuenta de que al final se les exige demasiado, desisten y se aburren.   Yo no mamá, te lo aseguro.

Monique, una señora con muy buen porte que todavía conserva muy buena figura a pesar de su edad, llega puntual el sábado, no hablan nada referente a la danza, toman café y unas pastas que Francisca, madre de Clara, ha hecho para la ocasión.   Señora Monique, ¿Dónde había usted danzado tiempo atrás?  En grandes teatros, con grandes artistas, he viajado por muchas partes del mundo, la última vez que bailé fue en Moscú, en este oficio, cuando viene gente joven detrás empujando fuerte y los directores se dan cuenta de que pasas a un segundo término, sencillamente te van haciendo descender de categoría hasta que terminas por jubilarte, si eres buena en lo tuyo, te queda la alternativa de abrir tu propia academia de baile, eso es todo.

Monique se ha ofrecido, en principio sin desembolso alguno por parte de los padres de Clara, durante el primer mes, a que vaya a su academia, quiere ver hasta donde es capaz de adaptarse a la disciplina que exige el valet. Cuando se despide hasta el próximo lunes a las siete de la tarde de Clara y se cierra la puerta, La niña estalla de júbilo, salta, se lanza a los brazos de su madre quién a su vez sin que la niña se dé cuenta, llora de alegría al ver la felicidad que embarga a su hija. El padre se alegra también al recibir la noticia, pero piensa en cómo se lo va a hacer Clara para ir y volver de la academia, está bastante lejos, debe de coger un bus hasta el centro y no piensa dejarla ir sola, es demasiado joven todavía.    Mira, si te parece bien el primer día te acompañaremos tu madre y yo, saldré un poco antes del trabajo, después ya veremos como lo arreglamos ¿de acuerdo?   Claro papá, como tú digas, me parece bien.

Monique tuvo que interrumpir la clase brevemente cuando Clara se presentó, las niñas y las chicas más mayores estaban distribuidas en dos grupos, la maestra daba voces y picaba en el suelo de parquet con un bastón.   Vosotras cuatro repetid este ejercicio, hacedme el favor de arquear los brazos cuando los subáis hacia arriba, las puntas de los dedos de las manos bien estirados, venga continuad. Niñas cinco minutos de descanso.   Pues si les parece bien, puede regresar conmigo a casa, a las nueve y media estoy en casa, un poco más adelante ya veremos… les prometo devolvérsela sana y salva cada día que vaya conmigo.

Francisca se ofrece durante el tiempo que sea necesario, acompañarla hasta la escuela a diario. Sus progresos no se hacen esperar, vale, esta chica promete, hay que incentivarla para que siga, al cabo de seis meses, un ojeador amigo de Monique hace acto de presencia, es un prestigioso bailarín que se dedica a visitar escuelas como las de la señora francesa. Monique le hace bailar un solo, la chica lo borda, los dos profesores se quedan mirándose el uno al otro.   Ven un momento Monique quiero hablar contigo. Esa chica es un primor, elegante, con un gran porte y muy dinámica, sencillamente, es perfecta.   No creas, no es fácil tenerla aquí, ya sabes, las envidias son malas y en esta escuela no encaja, creo que debería subir algún peldaño más.   Sin duda, ¿crees que accedería a cambiar de escuela?   Bueno es cuestión de planteárselo, hay que hablar con los padres por supuesto.   Eso te lo dejo a ti, hay que convencerlos del auténtico potencial que tiene esta chica.

Ahora parte de los estudios los lleva a cabo en casa, no es compatible el horario de escuela con el que tiene que dedicar a su pasión, la danza. A medida que pasa el tiempo su fuerza mental aumenta, seguridad en sí misma, templar los nervios, todo esto es la base para que lo que lleva en su interior salga de forma espontánea, lo contrario hace que una se caiga en el escenario, que dude en dar media vuelta más, confiar en el bailarín que la tiene que recibir en sus brazos, a la vez que deja que su cintura tenga el efecto de romperse cuando la recibe dando vueltas como una peonza.

La primera función que se ha llevado a cabo en un pequeño teatro de una ciudad no demasiado grande ha sido todo un éxito. La gente les tira claveles cuando la compañía se presenta en fila al subirse de nuevo el telón, para recibir una segunda ovación.
Invitados todos a cenar juntos en el hotel donde se alojan, reciben más felicitaciones de personas anónimas que estaban entre los asistentes a la función.   Señorita, ha sido un auténtico placer saber que hay ángeles que como usted, saben volar a ras de suelo.   Muchas gracias es usted muy amable pero también mis compañeros y compañeras lo han hecho posible, sin ellos no lo habría visto del mismo modo, es el conjunto el que produce esta especie de magia que usted ha visto.   Admito que soy un neófito en este tipo de espectáculos, sin duda lo que hoy he visto me ha enganchado totalmente. Voy a hacer lo posible por seguir su calendario de actuaciones, le aseguro que va a tener en un servidor de usted, a un fiel seguidor.

¿Recuerdas cariño cuando subiste al escenario del Liceo con un ramo de rosas rojas a abrazarme…?   ¿Cómo voy a olvidarlo? Me acuerdo todavía de la brecha que me hice en la cabeza cuando quise acercarme a ti en el Metropólitan, que leñazo…, estaba muy oscuro en la fosa de la orquesta.   Ja,ja,ja, ¡menudo alboroto…! que conste que ese día, aparte del accidente me reí a gusto.   ¡Que me vas a contar…!

Llaman a la puerta de la casa, un chico con un gran ramo de rosas rojas y blancas deliciosamente combinadas hace acto de presencia.   Buenas tardes, ¿la señora Clara Boleña?   Sí soy yo misma.   Entonces este ramo es para usted. En la tarjeta que lo acompaña se lee…  Para el ángel de mi vida, que siga abrazándome con sus amorosas alas, felicidades amor.   Oye ¿a qué viene esto? Lo pregunta con cara de sorpresa, mientras su marido, llega por detrás de ella y le cuelga un collar con diez brillantes discretos, y una piedra de lapislázuli en el centro en forma de lágrima.



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