martes, 27 de enero de 2015

PIEDAD PARA LOS MALDITOS


                                                         EL VALLE

Me resulta fácil imaginar el lugar, he visitado sitios parecidos a los que ahora aparecen en mis sueños de manera repetida. Un lugar que es muchos a la vez, por el que transitan ríos y bosques de coníferas, de altos cipreses y gravas que se desprenden de las montañas castigadas por las nieves del invierno que caen sobre las graníticas piedras y las hacen estallar como si de bombas se tratara. Un lugar lleno de vida, de pájaros y flores, de ardillas preocupadas en recoger piñas para pasar el invierno que se avecina. El ir y venir de padres y madres alados que hacen nidos bien protegidos para la puesta de los huevos, que con suerte y si las condiciones lo permiten, serán su descendencia.
Todo el conjunto del valle al que aspiro llegar y establecerme algún día, está lleno de recuerdos, calcados en la memoria como si fuera con fuego. Mis hijos cuando podíamos tener un poco de descanso de nuestro trabajo se bañaban de pequeños en aquellas frías aguas, aguas que descendían de las montañas, del deshielo, aguas azules que vivificaban el cuerpo y puedo decir con seguridad, limpiaban el alma. Al mismo tiempo, la sangre hervía dentro del cuerpo y salías de esas aguas bravías, echando humo por los cuatro costados. El valle con ganado vacuno que pacía tranquilamente dentro de su entorno natural, conociendo el camino de vuelta a sus lugares de apacentamiento.
El valle no tiene nombre, puede ser uno cualquiera de los que nos rodean, lo vital, lo importante es que estaré con los míos de nuevo, no me inquieta el futuro que me espera, sé con seguridad que ellos desean que estemos juntos. La vida me ha invitado a dar muchas vueltas, visitado diferentes lugares de la geografía, tierras de secano, tierras arrasadas por el viento frio del norte, tierras mediterráneas donde el sol preponderante domina con su gran esfera, la vida de la gente. Arenas playeras, murmullo de gentes llegadas de diferentes partes de Europa, que se acercan a estas playas a tostarse al sol y dejar que el tiempo corra. Lo he vivido y disfrutado, ahora quiero cambiar de escenario, he estado demasiado tiempo alejado del triunfo que supone estar de nuevo con mis hijos.
Saben que los estoy buscando, me dicen que vuelva, que la luces de los cielos allí arriba son más claras, que mi vida junto a ellos, será más valiosa, debo creerlos no tengo por qué dudar, sigo siendo Juan Salvador Gaviota, nadie conseguirá obligarme a descender cuando los otros desciendan, a levantar el vuelo en manada para ir de pesca junto a las barcas del mar, a reposar cuando los demás lo hagan, ese es el secreto de mi supervivencia. Tengo convencimientos propios, he analizado a fondo todos los supuestos que pueden entorpecer mi vida, no sé bien adonde pueden llevarme mis pasos, pero sean cuales fueren, si me pierdo, buscarme en el valle, allí junto al murmullo de las aguas del río, me encontrareis panza arriba, meditando sobre el deseo último de ese pobre trovador que hubiese querido dejar de caminar por determinados caminos, que lo llevaron a otros lugares baldíos.
¿Cómo crees que es el final de una persona…? me preguntaba un amigo un día. Se me ocurrió contestarle que el final nunca llega, que siempre estás en el recuerdo de alguien a pesar de los años que pasen, que siempre quedan recuerdos, estampas de acontecimientos, fotografías, filmaciones, pequeños flases que frecuentemente saltan en la memoria de los tuyos, de tus amigos si los has tenido.
¿Y si has hecho cosas malas…? depende de quién te recuerde… y de las cosas que uno haya hecho, eso es más difícil de ponderar, pero sé de criminales que vistos bajo el crisol de la concordia y de la misericordia han llegado a ser gente buena, de la que se han guardado buenos recuerdos de su vida.
Que he cometido locuras lo sé, soy consciente de ello, ¿qué me llevó a cometerlas…? creo que eso no importa si ahora estoy en armonía con la tierra de nuevo, con el valle, los ríos, el sol, los míos, sé que de nuevo tengo que acoplarme a una nueva forma de vida, pero eso no me da miedo, al contrario me da fuerzas para hacerlo, mis hijos lo desean y mi mujer también, de ahí que opte por esta nueva forma de vida que mira más allá de un breve escenario lleno de plantas artificiales.

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