SIN MOTIVO APARENTE
¡Me
quedé asombrado…! Recibo una misiva, la abro, una nota breve escrita con letra
muy pulida y comprensible lee así… “No pueden más, están al punto de la locura,
me han dicho que lo mejor es… bueno tú ya lo sabes. De manera que hasta siempre”.
Toma
ya, en ese momento estoy tomando café, en verano me gusta largo y con hielo,
así que dejo el vaso sobre la mesita y me pregunto quién es la persona que me
ha dejado esta nota por debajo de la puerta.
No
ha dado la cara, solo la nota es suficiente razón para quien quiera que haya
sido, de comunicarme que no nos veremos más. No tiene remitente, es un sobre
pequeño para una nota pequeña, ¿es un anónimo?, ¿una amenaza?, ¿un adiós
irremediable?
De
la perplejidad he pasado al asombro, ¿quién envía una nota de estas
características? Es posible que alguien que antes era una buena amistad, un ser
querido, y ahora, con el paso del tiempo y sin apercibirme de ello, se ha
pasado a un odio comedido y fantasmagórico.
De
estas cosas entiendo un poco, tampoco es que sea un experto pero… ya he pasado
por la experiencia de abandonar y ser abandonado. Pero hostias, con una breve
nota que te dice adiós sin más… que quieres que te diga, es una putada gorda.
Me
paso el día pensando, debe de haber sido aquella que conocí en la gasolinera,
viví un tiempo con ella, y de vez en cuando la llamo. O puede ser también la
chica de la oficina de multicopias, aquella morena con trenza, no, no puede ser
ella, a esa casi no la vi, tuve poco contacto con ella, además hace de tiempo
que no sé nada de Regina que no la relaciono con esta nota. Repaso y vuelvo a
repasar encuentros e incidencias que me den motivo para pensar en alguna de
estas personas, nada, no se me ocurren más cosas, me rindo.
De
una cosa estoy seguro, que quién haya sido es un manipulador, puede ser ella o
él, no puedo saberlo, y yo aquí comiéndome el coco, tratando de desentrañar ese
misterio.
Vale,
lo mejor que puedo hacer es destruir la nota y seguir con mi vida. Es fácil
decirlo, pero hacerlo es bastante complicado, salgo a la calle a comprar, voy
al supermercado y mira por donde, la gente, todos en conjunto se me quedan
mirando, cuando me paro en la pescadería y saco un número de la maquinita, las
señoras y un par de hombres se vuelven, no me miran con desprecio, solo se me
quedan mirando. Levando los hombros como queriendo decir ¿Qué pasa…? y resulta
que no pasa nada, solo me miran con curiosidad, con miedo, paso de todos ellos,
hasta de la carnicera, que me ha cortado dos filetes de ternera.
Paso
por caja y deposito la compra sobre la mesa de la cajera, me dedica una sonrisa
de oreja a oreja. Comienzo a poner artículos dentro de la bolsa, me mira una de
las veces que se vuelve hacia mí y me dice amablemente… “Acuérdate el próximo
día de ponerte pantalones Pedro… uno no puede andar así por la calle, y menos
una persona como tú. Si te hace falta cualquier cosa me llamas y me lo dices
¿vale?
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