lunes, 5 de enero de 2015

SIN MOTIVO APARENTE


                                          SIN MOTIVO APARENTE



¡Me quedé asombrado…! Recibo una misiva, la abro, una nota breve escrita con letra muy pulida y comprensible lee así… “No pueden más, están al punto de la locura, me han dicho que lo mejor es… bueno tú ya lo sabes. De manera que hasta siempre”.
Toma ya, en ese momento estoy tomando café, en verano me gusta largo y con hielo, así que dejo el vaso sobre la mesita y me pregunto quién es la persona que me ha dejado esta nota por debajo de la puerta.
No ha dado la cara, solo la nota es suficiente razón para quien quiera que haya sido, de comunicarme que no nos veremos más. No tiene remitente, es un sobre pequeño para una nota pequeña, ¿es un anónimo?, ¿una amenaza?, ¿un adiós irremediable?

De la perplejidad he pasado al asombro, ¿quién envía una nota de estas características? Es posible que alguien que antes era una buena amistad, un ser querido, y ahora, con el paso del tiempo y sin apercibirme de ello, se ha pasado a un odio comedido y fantasmagórico.
De estas cosas entiendo un poco, tampoco es que sea un experto pero… ya he pasado por la experiencia de abandonar y ser abandonado. Pero hostias, con una breve nota que te dice adiós sin más… que quieres que te diga, es una putada gorda.

Me paso el día pensando, debe de haber sido aquella que conocí en la gasolinera, viví un tiempo con ella, y de vez en cuando la llamo. O puede ser también la chica de la oficina de multicopias, aquella morena con trenza, no, no puede ser ella, a esa casi no la vi, tuve poco contacto con ella, además hace de tiempo que no sé nada de Regina que no la relaciono con esta nota. Repaso y vuelvo a repasar encuentros e incidencias que me den motivo para pensar en alguna de estas personas, nada, no se me ocurren más cosas, me rindo.

De una cosa estoy seguro, que quién haya sido es un manipulador, puede ser ella o él, no puedo saberlo, y yo aquí comiéndome el coco, tratando de desentrañar ese misterio.
Vale, lo mejor que puedo hacer es destruir la nota y seguir con mi vida. Es fácil decirlo, pero hacerlo es bastante complicado, salgo a la calle a comprar, voy al supermercado y mira por donde, la gente, todos en conjunto se me quedan mirando, cuando me paro en la pescadería y saco un número de la maquinita, las señoras y un par de hombres se vuelven, no me miran con desprecio, solo se me quedan mirando. Levando los hombros como queriendo decir ¿Qué pasa…? y resulta que no pasa nada, solo me miran con curiosidad, con miedo, paso de todos ellos, hasta de la carnicera, que me ha cortado dos filetes de ternera.

Paso por caja y deposito la compra sobre la mesa de la cajera, me dedica una sonrisa de oreja a oreja. Comienzo a poner artículos dentro de la bolsa, me mira una de las veces que se vuelve hacia mí y me dice amablemente… “Acuérdate el próximo día de ponerte pantalones Pedro… uno no puede andar así por la calle, y menos una persona como tú. Si te hace falta cualquier cosa me llamas y me lo dices ¿vale?


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