CRISIS… ¿QUÉ
CRISIS?
Allá
donde vayas se oye la expresión… “¡Vaya crisis!”, y es bien seguro que hay
crisis, la pregunta es ¿Qué clase de crisis…? Las crisis que culminan en una
guerra son de una índole, las que terminan con la estabilidad de un gobierno no
siempre está causada por la caída de la moneda del propio país, siempre hay
trasfondos, que a veces, son insondables.
Nos
venden las crisis de determinada clase por doquier, cual si de azúcar de feria
se tratase. ¡Hipócritas malditos!, las crisis en realidad surgen por otras
razones menos conocidas y más relacionadas con la pérdida de valores humanos
que culminan en las susodichas crisis.
Corruptelas
que se reflejan, cuando metes la cabeza en esta especie de madeja, en cuyo
interior se dejan ver auténticas batallas sin armas letales. La lucha por el
poder legítimo para gobernar a un país entero, hace que la ambición sea la
principal armadura, la herramienta perfecta para llevar a cabo esta lucha. ¿Quiénes
sino los gobernantes saben con auténtica exactitud que moneda tienen que
cambiar con su oponente? Han perdido la vergüenza, esto los lleva a mentir, a
perder el juicio de las cosas, el sentido común que se exige a todo el mundo,
para la buena armonía entre todas las clases que enriquecen a una nación.
Para
nada sirve que se paguen sueldos decentes a los obreros, si es con el fin de usarlos,
como arma arrojadiza contra quién piensa lo contrario. ¡Qué poca vergüenza
tiene quién use estos métodos para salir triunfador! Ahí está la auténtica
crisis, crisis del pensamiento, del altruismo, del bien común, el no desplegar
estas cualidades conduce al anarquismo, a la rebelión, a que haya rupturas en
el pensamiento, a muchos les avergüenza entonces llamarse españoles, o afganos,
albaneses o suecos, lo mismo da, para todos es válida la receta.
Si
no está en el ánimo de estos señores, el servir a los demás sin aires de
grandeza, poco van a lograr salvo que les corten la cabeza. Le digo a un amigo
cuando hablamos de estos temas… “¿Sabes?,
ninguno de estos quiere recordar la guillotina que llenó cestos de cabezas en
la revolución francesa”.
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