FRUTAS HERMOSAS
Son
preciosas, tienen un aspecto único e inigualable, las he visto dispuestas en
esta cesta de mimbre en la mesa del comedor y no he podido resistir la
tentación, de preguntar a Pamela donde
las había comprado.
-Ha
ya, te gustan ya lo veo, estás que parece que se te vayan a salir los ojos
mirándolas.
-No
sé cómo ves mis ojos pero sinceramente, el hecho es que son de escándalo.
-Claro
que sí cómo debe ser, son para impresionar a la gente, que vean que en la casa
hay talento para eso y para mucho más.
-¡Que
hermoso color el de la uva negra!, ¿puedo pellizcar un pequeño ramillete y
comérmelo?
-Claro
haz lo que gustes, como si estuvieras en tu casa.
Efectivamente,
Vicente no se ha cortado un pelo, va directamente hacia el cesto y sujeta con
una mano el ramo de fruta, mientras que con la otra, intenta arrancar uno más
pequeño. Comienza de pronto a acariciar la fruta, es una fruta prohibida, son
piezas hechas de cera todas ellas, tienen todos los detalles que uno pudiera
esperar de cada una de las clases de frutos que se exhiben, pero todas ellas
son una gran mentira.
Los
plátanos con sus pequeñas máculas, en un ramo de tres piezas deben de haber
sido una de las cosas más difíciles de hacer, no están rígidos, dan la
impresión de poderse desgajar de la parte del ramo que los mantiene unidos. Las
manzanas rojas con alguna zona todavía un poco verde, el ramo de cerezas, un
par de pomelos hermosos y grandes, todo está pensado para despistar al recién
llegado, que todavía no sabe de qué son los frutos.
Lo
mismo podría decirse de cualquier otra cosa o hasta de personas, en el mundo de
una forma u otra, todos actuamos. A nadie le gustaría hacerlo pero las
circunstancias mandan, y si puedes hacer cara de amable o esbozar una gran
sonrisa pues vas y la haces, aunque por dentro te estés cagando en su padre o
cualquier otro familiar amado de la persona.
Alguna
vez me he parado a pensar en las veces que las personas vamos por la vida de
honrados cuando lo cierto es que no nos importa unos cojones serlo. Y la razón
es muy sencilla: “Quién piense que cuando nace no es un animal egoísta miente”,
es una frase mía, otros han desarrollado esa idea a su manera, pero esta está
patentada.
Que
sí hombre que no pasa nada, que es normal, que nacemos siendo unos tiranos de
mierda, y cuando a uno de nosotros se nos antoja llorar por cualquier razón,
sin motivo alguno para hacerlo, volvemos locos a los padres. Pues bien, este
niño (a) va dar de que hablar en el futuro predicen muchos. Te salen problemáticos
o no, depende de con quién se junten también, eso es normal las amistades
ayudan a pintar bonita una flor o una fruta, ¡pero pégale un bocado a ver que
sabor tiene!, pues a cera o a plástico puro pintado, si es chino, con pinturas
tóxicas.
Mujeres
y hombres somos iguales de tóxicos cuando se descubre lo que en realidad somos,
la diferencia estriba en el hecho, de que como sabemos todos de que pie
flaqueamos, pues ya sabemos el movimiento siguiente que debemos hacer, para
derribar al adversario.
Ala,
señoras y señores, así andamos por la vida dando bandazos, como los coches de
feria estos que cogen la corriente del techo de alambre electrificado, metes la
ficha en la ranura y comienzan a darte leches por todas partes mientras tú
procuras darle a otros, eso sí con la lengua dentro de la boca, que yo recuerdo
un caso de una chica que tenía tanta fuerza que se acompañaba con el cuerpo al
dar los golpes y cuando vio al objetivo sacó la lengua para darle con toda la
mala leche y zas por detrás venía un colega del gordo que le cortó un trozo de
lengua a la niña.
¡Joder
tío, siempre vas a escoger las frutas tocadas…! Vale ¿y qué? es un problema para mío. Me
gustan las frutas que me gustan y punto, a veces las puedo ver un poco tocadas
pero si están dulces me las como. Las apariencias engañan, mira, una vez fui a
una casa, en la que tenían sobre la mesa de la cocina una cesta de mimbre con
frutas que ni te imaginas, te cuento…
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