EL MARGEN
Siempre ha existido y siempre
continuará separando las realidades, el pasado y el presente, no así el futuro,
ese es impredecible y aunque muchos quieran hablar de él como la última
esperanza, lo que los mantiene con ganas de vivir, el futuro solo es una sombra
según mí parecer.
Por
mucho que nos obstinemos en reconocerlo, las personas nos marginamos unos de
los otros en función de un montón de opiniones que causan aislamiento y pena.
Yo habría hecho esto en tu lugar, no le habría dado más oportunidades, te
quieren tomar el pelo, bueno, el poco que te queda.
Puede
que tengan razón, puede que no, todo está en función de los oídos que escuchan
estos razonamientos, a menudo refuerzan tus argumentos y así se sienten más
poderosos, más seguros, más estables en sus convicciones. Tú puedes hacer lo
que quieras, pero yo… Es un comienzo de frase muy común en nuestros días, sobre
todo porque si eres una persona indecisa de por sí, por naturaleza quiero
decir, te siembran más dudas todavía. Si decides hacer aquello que te han
sugerido, porque nadie quiere dar consejos, o hacerse responsable de las
consecuencias de ellos, otros que están en el otro margen, opinan que la estás
cagando y bien gorda.
Se
puede asegurar con toda normalidad, que cada decisión, tiene sus consecuencias,
no es el caso discutir si son buenas o malas, solo merece la pena decir que
trae consecuencias. Estas decisiones nos colocan en el paréntesis de saber, si
somos los lanzadores de las piedras del margen, o los que recibimos la pedrada.
Aun si estamos en uno u otro lado, debemos ser cautos y darnos cuenta que ni
aun siendo las víctimas de ese golpe, somos meras víctimas, las cosas son así,
claras y sencillas.
De
una u otra forma contribuimos a destruir el margen, desplazándolo, llevándolo a
otro lugar, estableciendo nuevos márgenes, a los que nadie nos ha dado acceso
libre, solo nuestra opinión nos respalda, ¿Por qué hemos vivido más que otros,
porque nos han sucedido cosas que a otros no les ha pasado nunca, y que
probablemente, no les pasará?
El
pensamiento y con él, el discernimiento, deberían ser los moderadores de
nuestras acciones, lo contrario es simple justificación. Podemos estar
tirándonos piedras a la cabeza toda la vida, sin saber la verdadera razón del
porque lo hacemos.
Hay
quién piensa que por motivos diversos, es mejor que determinado asunto quede
como está, otros en cambio, deciden seguir tirando piedras, y deshacer el
margen que los humanos, todos sin excepción, tenemos por motivo propio.
Es
simplemente así como camina nuestro mundo, anclado en los propios errores, en
los errores de otros, en las opiniones de terceros cuando es el caso que
nosotros nos vemos incapacitados para decidir qué hacer y cómo.
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