CUANTA INTELIGENCIA PERDÍDA
Partiendo
de la base de que los seres humanos, somos seres inteligentes, a diferencia de
otros muchos animales de la naturaleza, es un motivo de orgullo saber que
podemos distinguir el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, la verdad de
la mentira, la inculpación y la exculpación, lo necio de lo probado.
Tos
sin excepción alguna somos seres civilizados, incluso algunas culturas que se
dejan ver como tribus sin ninguna atadura moral o sujeta a principios de éticas
conocidas en el mundo moderno.
Pues
a pesar de todo esto, parece que hay todavía grandes lagunas que no somos
capaces de cruzar a pesar de tener las herramientas para hacerlo. Parece como
si nos diera miedo, enfrentarnos a determinadas realidades, que pueden entorpecer
planes futuros. En ese sentido, nos transformamos en antropoides de pies planos,
que nos desequilibramos sin saber que hacer más que decir…, no, este a la
calle. No tenemos razones de peso, no tenemos diálogo con el despreciado, no
atendemos más que a lo que nos interesa en ese instante.
En
el mundo animal irracional se dan muchos casos de canibalismo, si hay hambre
¿por qué no comerse a alguien, en lugar
de que se nos coman a nosotros primero? Van y lo hacen, se lo comen y sin
cocinarlo siquiera, a bocado limpio le arrancan las carnes, que es algo así
como decir… mira oye, no quiero hablar de nada con este desgraciado. Claro que
antes, debemos asegurarnos que no todos los vínculos se rompen, algún hilo
pendiente tiene que quedar sujeto a aquel para que no se dé cuenta que cortamos,
pero no cortamos del todo, ¡y nos llamamos seres pensantes…!, cuanta
inteligencia perdida por sencillamente no usarla entera, sin valorar las
consecuencias.
Normalmente
son personas a las que no afecta directamente el tema, personas que quieren
despreciar y desprecian pero quieren retener asuntos que son de máxima
importancia para ellos, entre otras cosas, y en definitiva los intereses
materiales que hasta determinado momento nos han unido. Pero el desprecio, se
paga, y se paga caro, primero y de forma evidente retirándole le favor a quién
te echa de casa, y luego si es posible, comértelo con patatas.
¡Cuánta
inteligencia perdida por hacer caso a nada, a consejos infantiles de mentes
infantiles! Quién pensaba que era la víctima ahora es el verdugo y a estos se
les mira mal casi siempre, porque los verdugos tienen cara de miedo y son
fáciles de identificar.
Desalientos
y pérdidas, preocupación hasta que llegue el fin de mes, a ver si llega el maná
del cielo, voy a mirar la cartilla, no vaya a ser que me lleve un disgusto de
cuidado.
Y
todo esto ¿por qué?, por no atreverse a decidir que factores son los que en
definitiva cuentan a lo largo de la vida.
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