viernes, 21 de noviembre de 2014

CUANTA INTELIGENCIA PERDIDA


                                         CUANTA INTELIGENCIA PERDÍDA



Partiendo de la base de que los seres humanos, somos seres inteligentes, a diferencia de otros muchos animales de la naturaleza, es un motivo de orgullo saber que podemos distinguir el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, la verdad de la mentira, la inculpación y la exculpación, lo necio de lo probado.
Tos sin excepción alguna somos seres civilizados, incluso algunas culturas que se dejan ver como tribus sin ninguna atadura moral o sujeta a principios de éticas conocidas en el mundo moderno.

Pues a pesar de todo esto, parece que hay todavía grandes lagunas que no somos capaces de cruzar a pesar de tener las herramientas para hacerlo. Parece como si nos diera miedo, enfrentarnos a determinadas realidades, que pueden entorpecer planes futuros. En ese sentido, nos transformamos en antropoides de pies planos, que nos desequilibramos sin saber que hacer más que decir…, no, este a la calle. No tenemos razones de peso, no tenemos diálogo con el despreciado, no atendemos más que a lo que nos interesa en ese instante.

En el mundo animal irracional se dan muchos casos de canibalismo, si hay hambre ¿por qué no comerse a  alguien, en lugar de que se nos coman a nosotros primero? Van y lo hacen, se lo comen y sin cocinarlo siquiera, a bocado limpio le arrancan las carnes, que es algo así como decir… mira oye, no quiero hablar de nada con este desgraciado. Claro que antes, debemos asegurarnos que no todos los vínculos se rompen, algún hilo pendiente tiene que quedar sujeto a aquel para que no se dé cuenta que cortamos, pero no cortamos del todo, ¡y nos llamamos seres pensantes…!, cuanta inteligencia perdida por sencillamente no usarla entera, sin valorar las consecuencias.

Normalmente son personas a las que no afecta directamente el tema, personas que quieren despreciar y desprecian pero quieren retener asuntos que son de máxima importancia para ellos, entre otras cosas, y en definitiva los intereses materiales que hasta determinado momento nos han unido. Pero el desprecio, se paga, y se paga caro, primero y de forma evidente retirándole le favor a quién te echa de casa, y luego si es posible, comértelo con patatas.

¡Cuánta inteligencia perdida por hacer caso a nada, a consejos infantiles de mentes infantiles! Quién pensaba que era la víctima ahora es el verdugo y a estos se les mira mal casi siempre, porque los verdugos tienen cara de miedo y son fáciles de identificar.
Desalientos y pérdidas, preocupación hasta que llegue el fin de mes, a ver si llega el maná del cielo, voy a mirar la cartilla, no vaya a ser que me lleve un disgusto de cuidado.
Y todo esto ¿por qué?, por no atreverse a decidir que factores son los que en definitiva cuentan a lo largo de la vida.


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