NADA ES
PARA SIEMPRE II
¡Mira
que me han durado estos zapatos de vestir… no recuerdo donde los compré
siquiera, fíjate si han debido de pasar años! Lo mismo que los zapatos cientos
de cosas compradas en la vida, han pasado a un segundo término, por el solo afán
de tener otras nuevas. Vestidos, coches, muebles… lo que sea. De algunos de
estos artículos recordamos acontecimientos que fueron remarcados por el regalo
de un perfume especial, de unas vacaciones que han quedado registradas en
videos y que guardamos como recuerdos de determinados momentos.
Conforme
pasa el tiempo y las circunstancias cambian, mucho de lo recordado pasa a un
segundo término, es más, pasan al olvido. De aquellos felices días, pasamos
ahora al amargo recuerdo de cómo se destruyó aquel feliz entramado de
acontecimientos, el alma se llena de pena, de lamentos y de reminiscencias que
pesan en el corazón cual saco lleno de piedras que llevamos sobre la espalda a
lo largo de la vida.
Siendo
que es un hecho que nada es para siempre, nos asombramos nosotros mismos al
ver, que aún a pesar de llevar esa pesada carga, sin darnos cuenta, nuestra
vida cambia por completo. Algo o alguien, ha despertado nuestros sentidos, nos
hace sentir que no siempre debe de pesar tanto lo que hemos vivido, nada es
para siempre.
Nuestras
voces interiores nos alertan, distinguen entre el pasado y el presente, nos
ayudan estas alertas a ver el modo práctico de ver los asuntos de la vida.
Inmediatamente,
dejan de tener valor las cosas acumuladas, y comenzamos progresivamente, a deshacernos
del peso que marca nuestra espalda como si hubiéramos sufrido un castigo, deja
cicatrices, como no, pero desaparecen con el tiempo. Antes, hace poco eran
llagas abiertas, ahora solo son eso, recuerdos mal olvidados, desconsuelos que
en su día, interpretamos de un modo equivocado nosotros mismos, esa es la razón
de que nos hicieran tanto daño. Hasta la muerte queda en nada, sí, pasa pronto
al margen de quién haya sido el difunto, lo echamos de menos, lloramos por él o
ella, y hasta puede que nos culpemos por lo que se pudiera haber hecho mejor y
no se hizo, pero los que quedamos vivos, tenemos que seguir respirando, seguir
vivos, y la mente nos obliga a pensar y sentir, que nada es para siempre, que
nosotros estamos entre los próximos en un divorcio, en un accidente, en una
muerte súbita.
Nada,
absolutamente nada en la vida, merece que perdamos el equilibrio, quedar en
clara desventaja ante otros, todos los seres humanos somos iguales y habitamos
el mismo planeta, en razón a eso los objetivos que tenemos, son todos los
mismos.
Solo
una pequeña puntualización antes de concluir; si sabemos de buen seguro lo que
debemos hacer hagámoslo, no sintamos arrepentimiento alguno, de otro modo
perderemos la razón y jamás estaremos contentos por mucho o poco que tengamos
al alcance de la mano.
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