lunes, 24 de noviembre de 2014

DE NUEVO TÚ


                                               DE NUEVO TÚ



Un impulso me ha llevado al pasar por la calle de la tienda de música donde trabajabas. Reina el silencio, es extraño, entre tantos instrumentos que allí se exponen, que el silencio sea el acompañante de guitarras eléctricas, bajos, baterías bongos, armónicas y amplificadores de toda clase.
Me sentí culpable de que marcharas de esa tienda, creo que fui yo la causa, mi insistencia, mi obsesión por ti, por verte, por saber si estabas o no en tu sitio, el día que dejaste de acudir al trabajo.

Se ha marchado y no me ha dejado las señas de adonde iría, me contestó el dueño. Me quedé como si alguien me hubiera echado un cubo de agua fría encima, por un instante dejó de latir mi corazón. Salí sin decir nada a la calle, al llegar a mi casa me di cuenta que había dejado en la tienda la compra de esta mañana, no reaccioné, no me importaba. Después del largo silencio que me impuse, sentado en la cocina mirando por la ventana los tejados de los edificios que se divisaban con un vaso de agua entre las manos, cogí las llaves de la casa y volví a salir a la calle.

En determinado momento, entre la confusión de mi mente, después de caminar no sé cuántas horas por la ciudad, entro en un café, mi cuerpo me pide algo de combustible para continuar una búsqueda, no sé bien cual, pero busco. Pido un bocadillo caliente  y una coca cola de lata, no me doy cuenta que tengo hambre, lo he devorado en un instante, la bebida la tengo casi entera, aprovecho para observar a la gente que a toda prisa pasa por delante de la cristalera del bar.
Ves Roberto, la gente tiene cosas que hacer, va arriba y abajo con sus cosas que hacer, con planes concretos que ocupan su tiempo, los niños al colegio, los maridos al trabajo, dos estudiantes que no se sabe bien si salen o entran al  instituto, van dándose besos.

Dejo de lado tantas complicaciones, no quisiera estar en su piel, no me gustan los problemas y el estar comprometido te obliga, en cambio con Berta no teníamos nada, nos veíamos, la invitaba a unas copas y luego cada cual a su casa, ¡que feliz era entonces!, que haya desaparecido, que se haya esfumado como por ensalmo ha sido un palo, me hubiera podido decir que estaba harto de mí, que la rayaba, no sé, cualquier cosa que pudiera haber justificado esta determinación que ha tomado.
También puede ser que haya habido una fuerza mayor desconocida para mí que la haya llevado a marcharse de aquí, no, no cabe excusa posible, éramos buenos amigos, su obligación era decírmelo, quizás la hubiera podido ayudar en algo… yo que sé… en algo que necesitara, dinero por ejemplo, para eso están los amigos.

Mi vida, ahora, por culpa de esa especie de escapada de Berta, es una mierda, soy una persona sin espíritu, creo que, pensándolo bien, depender de una sola persona para ser feliz es un modo triste de vivir, además de verme retratado como un acechador, alguien que espera a toda costa, que pase la víctima ante tu punto de mira para derribarla. Si sigo así, me veo dentro de cuatro días contándole mis problemas a algún siquiatra, no me gustan los médicos y menos para esas cuestiones  mentales, ya solo la idea de andar visitando a un loquero me hace tener náuseas, ¿Qué sabrán ellos de las inquietudes de la gente, ni los motivos que nos llevan a ser cómo somos? Por otra parte, alguien me tendrá que explicar que es lo que me pasa.

Hoy he vuelto a salir a la calle con esa inquietud que me tiene encasillado en un sin vivir constante, he saludado a un par de amigos que tienen pensado abrir un negocio, no recuerdo de que se trata, me lo han dicho pero no les he prestado atención, me arrepiento luego de haberme comportado así. Tengo la cabeza en otras cosas, en otros mundos, en mis propias inercias que me transportan a Berta, me desquician y alborotan esos sentimientos que ni siquiera sé cómo son.
Se me ocurre pasar por la tienda de música, tengo un pretexto, me olvidé la compra del otro día, voy a preguntarle al dueño que se ha hecho de ella.   Pues la verdad es que salvo el pollo que tuve que tirar porque olía mal, el resto lo tengo en la nevera de la trastienda. Muchas gracias, se lo agradezco, no sabía dónde había metido la compra.

Como si se tratara de un espejismo, por la puerta entra Berta comiéndose una pasta de la pastelería de al lado. ¡Hombre mira por donde…! ¿Que haces por aquí Roberto?, dame un beso. Le pongo la mejilla y le correspondo, el latigazo que recorre mi cuerpo me deja sin habla, usa el mismo perfume de siempre, Eau Sauvage de Dior, siempre ha tenido buen gusto para las colonias y los perfumes, esa colonia en especial me vuelve loco sobre su piel seca.  Te veo muy bien Berta, y dicho sea de paso, te he echado mucho de menos, aunque nuestra amistad haya sido pasajera, lo cierto es que te he extrañado mucho, y hasta me disgusté cuando me enteré por tu jefe que te marchaste sin aviso alguno.

Tuve mis motivos para hacerlo así no creas, no te voy a contar de que se trató no viene al caso, pero no fue sin razón que lo hice.  Por lo menos me podrías decir a que se debió esa desaparición ¿no crees?  Bueno… pues mira, hace algún tiempo me presenté en un conservatorio para ejercer de maestra de piano, no me contestaban y me dio por ir a saber que habían hecho con mi solicitud. Resulta que algún espabilado la dejó en un cajón con otras muchas peticiones, cuando llegué y di mi nombre la buscaron, y fíjate, ahora a partir del verano próximo, comenzaré a dar clases allí, de paso busqué un bajo bien ambientado para dar clases particulares, ya lo tengo todo atado, por eso he vuelto, hasta que comience a trabajar allí tengo que sobrevivir de algún modo.  ¡Eso es fantástico… me alegro mucho por ti Berta!, ¿Qué te parece si lo celebramos con una buena cena en algún restaurante?

Quedamos al cabo de dos días en el restaurante Miramar, allí mientras tomábamos el aperitivo, me enseñó la fotografía de su novio un violoncelista que había conocido en el conservatorio. No paramos de reír y brindar por su nueva vida, bueno sería mejor decir, que brindamos por la nueva vida de ambos, Berta me había curado con su vuelta, ahora ya sabía a qué atenerme en el futuro.


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