viernes, 21 de noviembre de 2014

PUENTE DE PIEDRA, BARANDA DE ACERO


                               PUENTE DE PIEDRA, BARANDA DE ACERO




Hace poco que lo he visto, con su porte orgulloso, delante de todos el que pasa se planta para servir de calzada.
A su clan da nombre, y lo llevan orgullosos por ser ella la arquitecta de esa gran obra suya, un puente recio que con una buena baranda, los protege contra los elementos. Parece que al principio de su tiempo, pensó en hacer buenas plataformas para cruzar el río, que a veces viene muy crecido, luego cambió de opinión al ver la carga que tras ella traía.

Mejor es buscar el modo de hacer un puente, un puente fuerte y seguro, la vida te da sorpresas, cuando quieran cruzar al otro lado, necesitarán un lugar seguro por el que poder pasar sin miedos, sabiendo que ese puente, estará ahí para ellos y para todo aquel que quiera cruzarlo con buena intención, con buen criterio.
Se puso a ello, los materiales siempre los da la tierra, pero hay que saber colocarlos en el lugar pertinente, y aprendió a hacerlo, segura de sí misma, segura de su propósito, de la ayuda que daría a los suyos, comenzó por los cimientos.

¡Que logro sorprendente le supuso, ver que la cabeza de puente, quedaba establecida!, no fue sorpresa, estaba segura de  lograrlo, el dilema era, si los demás apreciarían este esfuerzo, aunque solo un principio, faltaba toda la calzada echar piedras al lecho del rio para vencer su fuerza, para que cediera en su intento de hacer fracasar sus planes.
Dejándose media vida en ello, echando mano de una fuerza inaudita, logró poner los dos pilares que facilitaran la calzada elevada del rio. Esfuerzo, pelea, tesón, todas las manifestaciones del orgullo de una madre usó, para que al final se pudiera circular por el puente recién llegado a las dos orillas.

Tensó entonces sendas barras de acero para que el puente cobrara vida, no sabía cuántos podían usar esa magnífica obra, no quería que nadie cayera al río por un descuido.
Ha ido pasando el tiempo, los años no han hecho meya en el puente, una obra tal no es pasajera, puede ser eterna, como los valores que los demás vieron empleados en aquel viejo puente. Ahora ya monumento, las gentes que por él pasan se sorprenden al oír la historia de una madre que escapando de los sinsabores de la vida, creó un puente fabuloso, para ayudar a escapar a sus hijos, a su familia y a cualquier otra persona que quisiera cruzarlo, sin saber negarles su ayuda.

No sé si ha valido la pena me confesaba un día, creo que no lo aprovechan como debieran aquellos para los que hice el puente. Cuando me hizo saber esa inquietud, le contesté, que un puente siempre tiene sentido, es una herramienta eficaz para situaciones desesperadas, cuando llegan inundaciones, la gente siempre en un momento u otro de la vida, nos vemos sobrepasados por los esfuerzos que hacemos, y si el puente ya está tendido, siempre sirve de punto de referencia para escapar de algún desastre.

Quizás opine eso, comprensiblemente, por el desgaste que le ha ocasionado llevar a cabo semejante obra, sin embargo opino que para cualquiera que busque una solución desesperada sea cual sea el motivo, el hallar un puente por el que cruzar un caudaloso río, es lo más hermoso que pudiera imaginar jamás. Y ella ha sido siempre así de hermosa, precipitada como las aguas de ese río, nerviosa y ágil como las barras metálicas que se tensan cuando alguien se sujeta a la baranda para no caer al abismo.
Se dejan notar  en su cuerpo delicado, las marcas del esfuerzo realizado, pero no se queja, sabe que es cierto que ha sido, y todavía es, útil para dirigir a los suyos hacia ese espacio alto y seguro que hace el camino más fácil, que continúe como si no hubiera interrupciones. Camino sobre esta gran obra, la contemplo y la alabo, no hay para menos después del servicio que da, y el cariño que la impulsó a llevar a cabo ese intento, convertido en realidad.

No puedo menos que sentir un gran afecto, reconocer que es amor puro el que la hizo triunfar en ese intento y posterior realización de construir el maravilloso puente, ella es así, se quita mérito, dice que no, que no es así, que cualquiera hubiera hecho lo mismo. Me reservo la respuesta, después de haber vivido determinadas situaciones, que responderían a esa cariñosa expresión suya. ¡Heres única!, le digo mientras ella baja la cabeza, y se siente azorada por el reconocimiento excesivo que se le da, a lo que ha hecho y sigue haciendo, alargando la mano a todo aquel que quiere pasar por su puente.



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