RECAMBIO
El
por qué, no lo he sabido nunca, ni lo sabré a pesar del tiempo que pase dentro
de esa especie de vida prolongada casi inútil que me ha tocado vivir. Entré en
esa casa a pasar parte de los juegos de dos niños, que lo único que hacían
conmigo y mis compañeros, era tirarnos contra las paredes, y algunas veces, nos
hacían pelear entre nosotros.
Nos
cambiaban los trajes y uniformes de guerra, por otros de paisano o al
contrario, de manera que hemos sido soldados de fortuna, del tercio,
confederados o sacerdotes. Jamás pude imaginar que nos cambiaran las cabezas,
nadie con sentido común puede llegar a pensar en esa posibilidad, tampoco
nosotros. Somos juguetes de plástico, vivimos un sueño, entre la realidad y la
fantasía, nos alegramos por eso, porque es como si estuviéramos haciendo a los
niños mayores, y eso, es didáctico y muy bueno.
Hay
algo que sin embargo, no me gusta que me hagan, que me cambien la cabeza por
otra que no me corresponde, la cabeza de un pirata, o de un verdugo, a quienes
se les reconoce, por la cara de miedo que tienen. Desearía que nos hicieran con
cara de poetas, de pintores famosos, de artistas renombrados, de músicos y
compositores, los hay a millares, pues no, nos fabrican a todos con las mismas
caras, a diferencia del color del pelo de plástico, que casi siempre se parece
al compañero junto al que te colocan de manera impensada, improvisada.
Es
inútil quejarnos, no podemos somos juguetes de plástico, de compostura casi
ridícula, nos venden dentro de un barco o de un fuerte americano, hasta dentro
de tanques de guerra nos colocan en los estantes de las tiendas, ¡¡NOVEDAD!! Anuncian,
metidos dentro de unos blisters en el que se nos ve a todos formando, como una
compañía de sencillos muñecos montados en cadena en la fábrica.
¡Si
supiera la gente las conversaciones que escuchamos mientras pasamos de mano en
mano de las montadoras…! Algunos maridos y novios de algunas de ellas, se
separarían de inmediato, Claro, nosotros no podemos decir nada, solo escuchamos
y casi sin comprender nada de lo que hablan o discuten.
Ahora,
en el lugar donde vivo, una gran cesta de mimbre, estamos todos mezclados, que
quieres que te diga, no me gusta olerle los pies al compañero de al lado, pero
que le vas a hacer, la vida de los Airgam Boys es así, estamos acostumbrados a
que nos cambien el torso, las piernas y la cabeza, nos guste o no somos el
capricho de unos niños que con el tiempo se han hecho mayores. Los oadres les
han dicho que no nos tiren a la basura ni nos regalen a nadie, en poco tiempo
muchos de nosotros dejan de fabricarse, entonces es el momento de cambiarnos
por dinero, hay gente que nos compra por mucho más que lo que pagaron los
padres de los niños por nosotros, coleccionistas les llaman, y estos a su vez
nos guardan reposando en estantes de exposición para otros que nos quieren
comprar y que aparentemente nos valoran más.
Pero
nada de eso es cierto, desde que nos fabrican hasta que se nos desecha, somos
primero juguetes y luego negocio para los que nos adquieren como mercancía más
o menos valiosa.
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