domingo, 28 de junio de 2015

HUYENDO


                                                                 HUYENDO

¿Del pasado, de lo que pudo ser y no fue, de insultos y descalificaciones...? Es difícil saber bien de cual de estas cosas huye una persona. Pienso, que ha menudo es una espampída lo que la gente provoca cuando se malinterpretan determinadas situaciones, pero es igual, se provoca una huida, huida hacia lo desconocido, sin pensar a quién se pisa ni a que consecuencias se enfrenta alguien, cuando eso ocurre.
Es muy doloroso darse cuenta, que yo, probablemente, haya provocado esto, pero es inevitable. Lo que está en el corazón, que no deja de ser un engañador nato, nos hace hacer y decir cosas, que en el fondo no queremos haber provocado. Del otro lado están los ofendidos que a su vez, creen haberse deshecho de una lacra, que cual si fuera una gran capa de ceniza, ensuciara su persona. No deja de ser curioso que entonces, los afectados por lo que pueda haber dicho o echo, refuerza sus argumentos, ríen en su interior y se cuentan a sí mismos un cuento que nadie, ni ellos mismos, pueden creer.
Pierdes el contacto, te echan de sus casas, te odian, te maldicen y cual si fueran profetas de lo cierto, te pronostican que acabarás mal, que si de ellos dependiera, morirías en un mar de lodo. De otro lado, después de haber causado sin querer todo este revuelo, no puedo sentir arrepentimiento alguno, son circunstancias que pasan a diario en la vida, que tienen determinadas consecuencias que escapan a tu imaginación y deseos.
¿Arrepentirse de qué, para qué...? el arrepentimiento solo sirve, para tapar con una fina capa de paja, un mal presuntamente cometido. Nunca se puede tener la certeza, de que eres el responsable todo lo malo que pasa a tu alrededor, eso también es una falacia, excesos no, puedo haber causado algún mal, cierto, pero no todo. Tampoco me preocupo en buscar responsables, que frecuentemente son anónimos, fruto de la insinceridad o el deseo que estés al lado de alguien por dinero, por alguna necesidad material perentoria, eso no te acerca a nadie, al contrario, te aleja a pesar de recibirte con un fuerte abrazo.
No, no hay que huir de lo que es natural, de los males necesarios que dibujan nuestra vida. No existe la filantropía del amor, daña los sentimientos propios, te procura males, que acabas por merecer al desdoblarte como la solución de asuntos, que para nada son tuyos.
Adiós pues a los odios, adiós a los sinsabores de los demás, adiós a las demandas de auxilio mal merecidas, para todo lo que resta de hacer en esta vida, volver la vista hacia otro lado es lo que se exige de uno mismo si quiere de verdad vivir en armonía.

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