domingo, 21 de junio de 2015

QUIETO QUE SINO TE VAN A VER


                                      QUIETO QUE SINO... TE VAN A VER

Ya cuando me contó que el tema iba a ser todo tan fácil, que era entrar y salir, y que en cuanto les enseñáramoss un cuchillo si estaban en casa hecharían a correr despavoridos, en fin, que cuando me dijo  que todo iba a ir sobre ruedas... fue cuando más miedo me dio hacerle caso a Charli.    Bueno ya sabes, mañana a las ocho tenemos que estar en la parte de la bajada de la verja, ¡en punto he... no me jodas!    No hombre confía en mí, tu ya sabes que yo no te he fallado nunca, y bueno, dicho sea de paso, lo mismo te digo... no me falles tú ¿vale?
La casa era grande de cojones, cuatro plantas tenía, era como El Escorial pero mucho más pequeño, con su patio interior y todo, y el tejado de pizarra, ahora eso sí, el jardín era para pasarse allí horas admirándolo, seguro que la gente que lo cuidaba eran jardineros puestos a prueba antes, porque desde los rosales hasta los arbustos aromáticos, pasando por las pequeñas orquídeas y plantas olorosas de los caminos, eran perfectas.
El Charli llegó colgado del tranvía, siempre lo hacía para ahorrarse el billete, yo partiéndome las piernas, pedaleando por aquella puñetera cuesta hasta llegar a la parte convenida.  ¡Que calor traigo encima tío, creí que me moría pedaleando para llegar a la hora! ¿has traído algo para meter la plata...?    Claro hombre, ¿o es que te crees que soy gilipollas?  A manera de bandolera, se deshizo de una cuerda, en cuyos extremos llevaba atado un saco, hay que reconocerlo, inventiva tenía un rato Charli, a mi lo que me daba miedo, era que le gustaba dejar muchas cosas a la improvisación, me jodía que contara conmigo, sin contarme como saldríamos de determinadas situaciones. En una palabra, solo te enseñaba la puerta de entrada, la de la salida siempre era un misterio que solo él sabía, de esta manera, siempre estabas en sus manos, dependías de él.
Bueno venga Gitano, coge el saco, héchalo doblado sobre las puntas de lanza de la verja, y salta dentro. Me llamaba Gitano porque mi madre era gitana y mi padre la raptó en su día para luego casarse con ella, eso era lo que decía mi madre, además salí a él en lo alto, con dieciseis años ya media metro ochenta, o sea que al Charli, de alguna manera le era necesario, no es que me fuera a hacer algún favor por ir a robar con él a los domicilios, a los que sabíamos fijo que había algo que robar claro. A Charli todo el mundo lo llamaba así porque sabían que su madre era puta, y que fui fruto, de la aventura que tuvo con un marine de la sexta flota, que recaló en la ciudad durante un tiempo, hasta que se le levantó una base americana.
En mala hora llegamos a aquella hacienda a hacer daño, ¡me cago en la leche... cómo se puso a  llover dios del cielo, pensaba que como estuviera dios apoyado en una de esas nubes y se derritiera, caía sobre la Tierra y lo desvarataría  todo! Y venga a llover... y venga a relampagear y pegar petardazos, ostía si hasta se movían los cimientos de la casa, y mira que era grande de cojones.
Yo como siempre pegado al Charli, con una linterna a la que habíamos reducido su haz de luz con papel de plata en la punta y celo para pegarlo, recorríamos en silencio los pasillos, y alguna de las estancias de aquella casa imposible de robar en una sola noche... cuando de pronto escuchamos unas voces que no terminábamos de adivinar de donde venían, de golpe, se encendió la luz del pasillo donde estábamos nosotros, hasta detras nuestro, ¡joder, pies para que os quiero...! no lo dije, pero lo pensé. De pronto Charli me indicó la cortina que habia justo tras de mí, me agazapé lo mismo que hizo él al otro lado del pasillo, esperamos que quién quiera que fuera pasara por allí, y así fue como unas risitas de mujer fueron acercándose a nosotros, pasando de largo, hasta una alcoba justo una puerta más allá de donde estábamos escondidos.
Justo iba con todo el cuidado del mundo a hechar el remo fuera de la cortina... aparece un chavalín de no más de veinticinco años, bien vestido pero sencillo, que se mete en la misma habitación de la parienta anterior. Yo que quieres que te diga... al principio pensé que a alguien se le había ocurrido lo mismo que a mí y al Charli, lo lógico era comprobarlo, haber si además allí iba a pasar algo gordo, y nos íbamos a ver involucrados nosotros. Pero que va..., aquella doña ya estaba en bragas y sostenes antes de que el chaval llegara hasta los pies de la cama, el hombre se sacó la parca que estaba empapada de agua y la dejó caer al suelo, el resto lo hizo la mujer.
Aquel hombre era la leche, menudo cuerpo que tenía..., la mujer comenzó a lamerlo, Charli y yo nos quedamos mirándonos alucinados, aunque no lo pareciese, nunca habíamos visto nada igual. ¡Cómo se pone uno a robar delante de semejante espectáculo! de momento lo dejamos correr y nos quedamos entre sombras para mirar. Me pregunté por un momento, como era que en una casa tan grande, solo estuvieran estas dos personas, escuchamos toser en mitad del silencio, yo me acerqué a ver de donde provenían aquellas toses. En una habitación grandiosa, una mujer muy vieja estaba reclinada en una especie de sofá cubierta con un edredón, parecía rezar pasando las cuentas de un rosario, con los ojos cerrados, hasta que en un determinado momento miró hacia la puerta.   ¿Quién es... quién está ahí?   Hola señora, verá es que he venido a su casa con un amigo de la familia...   Ha muy bien, sé bienvenido entonces, ve con él que yo ya voy a acostarme, ya he terminado de rezar, no olvides cerrar la puerta, anda ve y disfruta del paseo.
Volví con Charli, al tío se le salían los ojos de las órbitas, pasé la cabeza por debajo de sus piernas y miré, ¡me cago en la leche...! la señora le estaba haciendo de todo a aquel pavo, finalmente montó sobre él y se puso a dar golpes de cadera contra el vientre del joven. El resultado es obvio, la mujer comenzó a enrroscarse cual si fuera una serpiente sobre el hombre, y lanzó unos quejidos que en principio parecían que la estaban martirizando, nos equivocamos, nada de eso pasaba, todo lo contrario.
Nos fuimos apesadumbrados, sin poder robar y sin poder hacer nada de nada, no éramos violadores, solo ladronzuelos de medio pelo.   ¡Mira que hemos tenido mala suerte Gitano, esta semana que viene le pido trabajo a mi tío en la carbonería...! no quiero más  disgustos tío, figúrate que algún día nos pillan. Además de ir a la cárcel mi madre me mata.   Tienes razón Charli, a mí trabajo tampoco me va a faltar, en el taller de forja de la esquina de casa siempre están pidiendo aprendices, pues mira, ya es hora de comenzar a aprender a hacer algo honrado. Bueno chaval hasta mañana, nos vemos...

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