miércoles, 17 de junio de 2015

LA SANGRE HIERVE


                                                         LA SANGRE HIERVE

No fui capaz de entender, más que eso , sentir en carne propia, el significado de esa expresión. Que la sangre es capaz de hervir dentro de uno mismo. El cuerpo en su quehacer diario, efectua millones de maniobras que no somos capaces de asimilar, se llevan a cabo en lo más profundo de nuestro ser, y eso. es lo que hace que seamos incapaces de entender el porqué hacemos determinadas cosas que están fuera de lugar.
Otras veces las entendemos, pero nos revelamos sin saber como, y en ocasiones el porqué. Deberíamos ser un poco más conscientes de como funcionamos, pero eso es imposible, no somos dioses, ni tan siquiera podemos decidir que hacer, cuando nos afectan de forma directa diferentes actuaciones de los demás. Entonces nuestra sangre comienza a hervir, nuestros sentidos se alteran, nuestra mente entonces, en mitad de esta borágine de acontecimientos, nos exige que tomemos medidas urgentes. Incluso entonces, la mente alertada te dirige, te dice que es lo que tienes que hacer y como, así también te da pautas para que lo hagas con sentido común.
La mujer de un amigo mío, se estaba tirando a un chico joven, se veían en diferentes lugares, y al parecer el marido, no sabía nada de aquel asunto, para mí era relativamente importante que le pasara eso a mi amigo, a saber que era lo que sucedía en su casa, esas cosas nunca se pueden juzgar a la ligera, pero por otro lado no podía, porque la sangre me hervía por dentro, ausentarme del todo de aquella deplorable escena que veía repetida una y otra vez, por circunstancias del trabajo. Yo estaba contratado para hacer el mantenimiento de aquel edificio, que dedicado a alquilar habitaciones por horas fuera de temporada.
¡Cuantas veces los vi saliendo de aquel lugar besándose como dos enamorados y sobándose ambrientos de repetir esos encuentros! Algo debía de decir a su marido, es mi amigo, desde siempre, aun antes de casarnos, salíamos en pareja y nos divertíamos juntos hasta altas horas de la madrugada. Mi mujer me vio inquieto durante algún tiempo, me preguntó el porqué de esta situación, nunca he sabido engañarla, hay gente que lo decimos todo con la cara, para ella yo era transparente. Pero no iba a revelarle un secreto que de momento, creo, estaba bien guardado.
Un día en el que coincidimos siendo fiesta, me propuso que fuéramos juntos los cuatro a esquiar, que su mujer sabía bastante gracias a un amigo que le había dado clases, fuera de horas de trabajo. Ella es secretaria de una multinacional. Acepté pensando, que ese día le diría de manera decidida lo que había entre su mujer y un hombre que yo desconocía. Os prometo que esa noche, no pude pegar ojo. Madrugamos y nos encontramos los cuatro a eso de las siete de la mañana en su casa, mi coche es un poco más grande. La mujer de mi amigo dijo... tenemos que esperar a Sandro, llegará de un momento a otro.
El tal Sandro era la que le había dado las clases particulares de esquí, ¡hijo de su madre...! nos saludamos y todos subimos en el Passat wagon, sujetamos las cosas bien y emprendimos viaje hacia la montaña. ¡Joder que dos horas y media que pasé...! claro estás con esa angustia, con la expectativa de ver la reacción de mi amigo cuando le dijera el qué. Pues oye, nada, conforme pasaba el tiempo, la cosa fue a mejor, íbamos hablando tranquilamente, y veo por el espejo retrovisor, como el gachón le mete mano a la pierna de mi mujer, la sangre comenzó a hervirme de nuevo. Ya no pensaba en mi amigo ni en el putón de su mujer, ahora pensaba en la mía que la estaba gozanzo como una loca...
Oye no te pases colega, que te pego dos hostias que te descoso como un muñeco de trapo.   No pienses mal colega que no tengo ninguna mala intención con las mujeres de mis amigos hombre...   Bueno, por si acaso. A mi mujer le meto mano yo y nadie más ¿vale?    Como eres nene... este hombre es buena gente, nunca me he reído tanto como hoy, ¡que chistes por dios, que gracioso es!
No le dije nada a mi amigo, esquiamos, comimos y nos divertimos de lo lindo, hubo un rato en el que no se les vio ni a él ni a la mujer de mi amigo, pero ¿sabes?, a fin de cuentas pensé... allá penitas, que cada cual se lama sus pulgas.

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