sábado, 20 de junio de 2015
LOS SILENCIOS Y LAS PALABRAS
LOS SILENCIOS Y LAS PALABRAS
Cuando era joven hablaba hasta por los codos, con los amigos no paraba de hacer chistes, de tocar la armónica y de hacer monerías con el fin de llamar la atención de los demás. Estaba equivocado, era lo más parecido a un payaso sin pintar, tenía su parte positiva, cuando alguien estaba alicaído, de mal humor o desmotivado por cualquier razón, me venían a buscar y procuraba hechar pa fuera telarañas.
Esí era yo con diecisiete años o por ahí, luego, conforme uno va creciendo, va observando el mundo que lo rodea, te casas, trabajas más horas que un reloj, en fin, que vas adquiriendo nuevas responsabilidades, te vas despreocupando progresivamente de los amigos, no es que dejes de quererlos, porque ellos también están en la misma carretera que tú, caminando hacia adelante. Pero ya todo va cambiando un poco, es entonces cuando comienzas a valorar más los silencios que las palabras, las palabras se las lleva el viento, es un dicho muy bien acertado.
En mi caso, entre en un mundo donde había otros valores más comprometidos, uno en el que cabía demostrar, que era más que un simple payasete que servía de consuelo y ayuda si se puede llamar así para los demás. Los hechos son los que hacen historia, las realidades, las que te califican, sea que te suspendan o te den un sobresaliente. No puedo valorar como estoy calificado yo, no me interesa, al fin de cuentas, lo que siempre me ha interesado es seguir siendo yo a todos los niveles.
Hablar poco, hacer todo el bien posible a los demás, ese ha sido mi lema, posibilitar las razones que otros tengan de su propia vida, cada cual sabe como vivir, que hacer y cuando. Eso sí, hablando poco y haciendo mucho, eso es lo que en definitiva, se espera de cada uno de nosotros.
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