martes, 21 de junio de 2016

DESDE QUE ESTOY AQUÍ...

                                                    DESDE QUE ESTOY AQUÍ…

Todo ha cambiado de una forma pasmosa, no estoy acostumbrado a los encierros, del mismo modo que nadie se acostumbra, a estar sujeto a determinados horarios, que te indican cuando y como debes de comer y cuando hacerlo. Es jodido… al principio te acostumbras a deambular por los amplios pasillos, que te conducen a todas las estancias, la mayoría las vas descubriendo, poco a poco, cuando algo no te resulta familiar, y hasta te puedes perder entre tanto pasillo, ascensores, escaleras que llevan a algún lugar que desconoces pero que en definitiva no te puedes perder.
Se te llega a hacer familiar esta conocida frase  “Todos los caminos llevan a Roma”, pues eso pasa en ese complejo súper gigante, en el que encuentras de todo, en cualquier dirección que tomes. La mayoría de las personas que estamos residiendo aquí, somos inválidos de alguna forma. Yo no me tengo por tal, es por eso que tienen unos precios especiales para los que podemos entrar y salir con toda libertad de la residencia.
Desde que estoy aquí, he comprendido, que a pesar de las limitaciones de las personas, todos somos iguales, este hecho me ayuda a ver  los viejecitos como personas que solo son gente mayor que no tienen dónde acudir, es el mejor lugar donde podrían estar bien vistos. Desde que estoy aquí los abuelitos me caen simpáticos, te repiten sus vidas sin cesar, cada noche a la hora de cenar, cada mañana cuando hace cola cuando hacen cola para desayunar, cada mediodía cuando se sientan en la mesa, te piden que le ayudes a abrir las bebidas precintadas, o ayudarles a pelar las frutas del postre.
Desde que estoy aquí, todo está adquiriendo un nuevo color en la vida, aquí las cosas son completamente diferentes de cuando estás en la calle. No es que estés preso, estás protegido, que es como ellos se sienten, algunos tienen miedo de salir hasta de sus habitaciones, a los paseos les tienen fobia si no fuera porqué a determinada hora llegan sus hijos y nietos y los estimulan a que salgan al hermoso patio que tenemos en el exterior. El rumor de la fuente del agua, que sale a borbotones en el centro del jardín, nos dan ánimo para poder hacer más llevadera esta clase de vida.
No es ninguna crueldad tener a los abuelos que no puedas cuidar en lugares como ese, es simplemente, una cuestión de acostumbrarse y adaptarse a esta clase de vida,  solo los que estamos ahí, sabemos interpretar de forma normal que tenemos aquello que necesitamos.


                                                              ---------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario