viernes, 17 de junio de 2016

SABOR A TIERRA

                                                          SABOR A TIERRA

Puede que alguien piense que la tierra no tiene sabor, no es así, la tierra dependiendo de sus gentes tiene diferentes gustos. Tengo comprobado que esto es así por las reacciones de las personas con las que trato, en algunas provincias la gente es cerrada, en otras es abierta, hay diferencias notables dependiendo de diferentes factores. Uno de ellos, creo yo, es debido a las necesidades que han tenido estas personas para desarrollar sus vidas, otras, cuanto más fácil lo han tenido para desarrollar sus vidas, son más huidizas a hacer favores, a darse a otros, como si el futuro dependiera de lo que poseen y que estas posesiones los librarán de males mayores.
“Favores a la gente los menos y seleccionar bien a quién los haces…”, opinan una buena mayoría.
La tierra puede tener, de hecho tiene diferentes tonos, dependiendo de lo que se quiera cultivar en ellas, pero bajo ningún pretexto se tiene que cerrar la mano a los necesitados, la tierra al fin y al cabo se cierra, se mezcla una con la otra, siempre queda algo, algún residuo de ella que hace que si una parte es fútil, reverdezca gracias a otra pequeña porción, que de forma invisible contiene minerales que enriquecen lo que uno pensaba que esa tierra que pensaba que no servía para nada comienza a prosperar.
Eso es precisamente lo que quiero significar con el intercambio de culturas, de costumbres, de sabores que probablemente nunca hubiéramos podido imaginar conocer. Mi gente es de lo más, no pasan por alto necesidades que pueda tener personalmente a pesar de ser para ellos un extraño. ¡Que sabor tiene esta tierra…! Visitas inesperadas que te levantan el ánimo, apoyos que de forma silenciosa van fortaleciendo el espíritu, que te dan ganas de luchar porque somos tierras mezcladas.
Sucede con árboles que no dan el fruto apetecible o que son de poca producción y que de pronto… al llegar la próxima estación, explotan de flores y frutos, ¿de dónde ha salido toda esta marea de cambio siendo que el árbol es el mismo? La Tierra tiene la respuesta, el carácter de la gente que observa con detenimiento tú comportamiento. Solo hace falta una cosa de tú parte, dejarte llevar por ellos, son ellos, no tú el recién llegado, el que marca la pauta.
El rey le dijo en una ocasión a su hija, que sería conveniente hacer determinados planes para poder tener mayor poder y más influencia entre los pueblos vecinos. La hija no vio claro el planteamiento de su padre a pesar de ser el rey de modo que se lo expuso de forma clara. El resultado fue que con el paso del tiempo, la princesa encontró accidentalmente durante uno de sus múltiples viajes oficiales, a un simple herrero, que era de lo más honrado que se conocía en la comarca. Fueron sus cualidades las que determinaron la decisión de la elección de la princesa, su padre, el rey, ante la cordura y buen criterio de su hija, sin la influencia de nadie, se casó con él.
No quería vivir en un castillo aunque su padre se lo ofreció de buen grado, la herrería, el cariño con que trataba el herrero a la princesa, que obviamente quiso dejar de serlo, fue su hogar, el nido donde desarrollaron sus vidas sin tropiezos y bajo la protección del rey. No hacen falta, ni coacciones ni lujos, ambiciones ni promesas que frecuentemente son vacías, para que la tierra te acoja como persona.
Esa pequeña lectura, cuento si se quiere decir así, nos enseña que la tierra se puede cambiar como todo lo demás en la vida, para ser feliz al margen del lugar donde uno pueda estar, residir, vivir con el afán de hacer felices a aquellos que nos rodean.


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