EL PUÑO ALZADO
¡Ya
está bien hombre, ya está bien…! en el metro con el puño alzado sujetándote a
los agarraderos del techo para no caerte porque el tren va a toda hostia, en el
bus tres cuartos de lo mismo, si conduces de copiloto con un salido, lo mismo,
y si tienes que elegir entre un partido u otro… la misma función. De un modo u
otro, la mitad de nuestra vida la pasamos con el puño alzado. ¡Esto no es
humano!, es normal en los monos, en las innumerables especies de ellos que
existen, se tienen que buscarse la vida, eso les exige ser ingeniosos y
sagaces, pero no en cuanto a nosotros, lo tenemos todo a huevo, en los estantes
de los supermercados, solo debemos estirar un brazo para adquirir lo que
queremos, o levantar el brazo para parar un taxi, cuando nos haga falta.
El
problema es, que a menudo se confunde levantamos el brazo sin razón alguna. Mi
amigo Miguel lleva levantando el brazo seis años sin obtener resultado alguno.
Cada día sin faltar uno, salvo los días de fiesta de guardar, sábados y domingos,
allí está, haciendo cola con la esperanza de que le concedan un empleo. La
consecuencia directa de estar levantando el brazo bajo estas circunstancias es
que no puede ir a levantar el brazo a los supermercados a comprar alimentos
para su familia. Sí le dicen siempre lo mismo… dentro de poco, antes de lo que
te imaginas, tendrás todo lo que siempre has deseado. ¡Mentira! O puede que
quien le suelta de continuo esta frase, esté entrenado para repetir una y otra
vez este cuento a todo el mundo. Y mientras… mi amigo Miguel viene y va
desgastando las suelas de sus zapatos siempre con la misma pregunta en la
mente, y también con la misma respuesta.
Hace
poco, solo un par de semanas, se unió a una marcha que parecía que valía la
pena apoyar con solo asistir y levantar el brazo. Lo descosieron a palos, y le
rompieron el brazo que siempre levantaba para hacer otras mil cosas que le eran
necesarias, por ejemplo, enseñar el dedo corazón de la mano para ver si se
daban por enterados unos cuantos que iban de simpáticos por la vida, de
graciosos.
Está
claro que ir con los brazos en alto, sea con el puño cerrado o no, no trae
ventaja alguna, más bien te complica las cosas. Bueno, hay un vecino que vive
en una casa que te cagas, que siempre va con los brazos extendidos con unas
bolsas de basura y unos bultos, qué no sé qué deben contener…, que sale toda la
familia a recibirlo como si llegaran los reyes magos de oriente en navidad. Ahora
está desde hace poco más de tres años que está de vacaciones…, en el Caribe
dice la mujer, ella ya se ha buscado un maromo que está para comérselo
comenzando por las uñas de los pies. Se conoce que este no ha levantado un
brazo en su puñetera vida, habrá levantado otras cosas, pero los brazos…,
seguro que no.
Así
va marchando este mundo… gente que no hace más que mirar a los cielos a ver si
cae algo de allí, otros que claman porque ya no pueden más, los más jóvenes
porque se sienten desprotegidos, los mayores porque se encuentran desubicados,
personas que quieren manifestar sus muchas cualidades, contoneándose entre
hombres con cierto nivel de garantías de ser aceptadas. ¡Puta pena…! Y además
de todo esto por lo que es injusto pasar, llegan las enfermedades que aceleran
tú paso hacia el lugar que a cada cual le corresponde pero a su tiempo.
Ni
alzando todos los brazos de la tierra, de todos los animales, fueran los que
fueran, podríamos amortiguar el grito de agonía que encierra cada alma viva. No
podemos hacer gran cosa eso es cierto, pero por lo menos que nadie pueda jamás quitarnos el
derecho a protestar por esta desigualdad y su producto… la ruina de la
humanidad.
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